lunes, 4 de julio de 2011

NO LE TEMA AL FRACASO

David Wilkerson

Cuando Adán pecó, él trató de esconderse de Dios. Cuando Pedro negó a
Cristo, él tenía temor de encararlo nuevamente. Cuando Jonás rehusó
predicar en Nínive, su temor lo impulsó hacia el océano, para huir de la
presencia del Señor.

Algo peor que el fracaso es el temor que viene junto con él. Adán, Jonás y
Pedro se alejaron de Dios no porque habían perdido su amor por él, sino
porque tenían temor de que él estuviera demasiado enojado con ellos como para
comprenderlos.

El acusador espera como un buitre a que usted falle de alguna manera. Entonces
él usa cada mentira del infierno para hacer que usted desista, para
convencerlo que Dios es muy santo, o que usted es muy pecador como para poder
ir a él. También el acusador le puede hacer pensar que usted no es lo
suficientemente perfecto o que nunca podrá superar su falla.

Tomó cuarenta años quitarle el temor a Moisés y hacerlo apto para ser usado
en el propósito de Dios. Si Moisés o Jacob o David se hubiesen resignado a
haber fallado, tal vez nunca más hubiésemos escuchado de ellos. Pero Moisés
se levantó y continuó, llegando a ser uno de los héroes más grandes de
Dios. Jacob confrontó sus pecados, se reunió con el hermano al que había
engañado, y alcanzó nuevas alturas de victoria. David corrió a la casa de
Dios, encontró perdón y paz, y retornó a su mejor etapa. Jonás volvió
sobre sus pasos, hizo lo que se había rehusado a hacer, y llevó a toda una
ciudad al arrepentimiento. Pedro se levantó de las cenizas de su negación
para liderar una iglesia al Pentecostés.

En 1958, estaba sentado en mi pequeño carro llorando; pensando que yo era un
terrible fracaso. Me habían echado a empujones fuera de una Corte Judicial
después de que yo había creído ser guiado por Dios a predicarles a siete
jóvenes asesinos. Mi intento de obedecer a Dios y ayudar a esos jóvenes
rufianes parecía haber terminado en un horrible fracaso.

Me estremezco de pensar cuanta bendición me hubiese perdido si me hubiese
rendido en esa hora oscura. Cuán contento estoy hoy día de que Dios me
enseñó a encarar mi fracaso y dar el siguiente paso que él tenía para mí.

David Wilkerson

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