lunes, 18 de julio de 2011

¡ASOMBROSA PAZ!

Jesús nos da más de una razón por la cual necesitamos su paz. Cristo les
dijo a sus discípulos, en Juan 14:30: “Viene el príncipe de este mundo”.
¿Cuál era el contexto de esta declaración? Él acababa de decirle a los
doce: “No hablaré ya mucho con vosotros”. Luego, explicó el por qué:
“Porque viene el príncipe de este mundo”.

Jesús sabía que Satanás estaba ocupado en aquella misma hora. El diablo ya
había enlistado a Judas para que lo traicionara. Y Cristo sabía que la
jerarquía religiosa en Jerusalén estaba siendo fortalecida por los
principados del infierno. Él también era conciente de que una multitud
inspirada por el diablo vendría muy pronto para llevarlo prisionero. Ahí es
cuando Jesús les dice a los discípulos: “Satanás, el maligno, viene. Así
que ya no les seguiré hablando más.”

Jesús sabía que necesitaba tener un tiempo con el Padre para prepararse para
la dificultad que enfrentaría. Él estaba a punto de ser puesto en manos de
hombres malvados, tal como Él mismo lo había dicho. Y sabía que Satanás
estaba haciendo todo lo posible para estremecer su paz. El diablo habría de
acosarlo e intentaría desalentarlo. Todo esto con el propósito de quebrantar
la fe de Cristo en el Padre, de hacer cualquier cosa con tal de que Él no
fuera a la Cruz.

Puede ser que usted se encuentre confundido, pensando: “Todo terminó, no lo
voy a lograr”. Pero Jesús dice: “Yo sé lo que estás pasando. Ven y bebe
de mi paz”.

Ahora mismo, usted puede estar atravesando el tiempo mas difícil que haya
enfrentado. Su vida puede estar en juego y todo parece carecer de esperanza.
Pareciera no haber escapatoria para usted y cada puerta que usted abre lo llena
de más tensión, confusión y cansancio.

No importa lo que usted esté pasando. Su vida puede parecer haber sido
devastada por un tornado. Usted puede estar soportando pruebas que hacen que
otros lo vean como un Job moderno. Pero en medio de sus pruebas, cuando clame
al Espíritu Santo para que lo bautice en la paz de Cristo, Él lo hará.

La gente lo señalará y dirá: “El mundo de aquel hombre se ha hecho
pedazos, sin embargo él ha determinado confiar en la Palabra de Dios, viva o
muera. ¿Cómo puede hacerlo? ¿Cómo puede continuar? El debiera haberse
rendido hace mucho tiempo, pero no lo ha hecho. Y a lo largo de todo, no ha
cedido ninguno de sus principios. ¡Qué asombrosa paz! Está más allá del
entendimiento”.

David Wilkerson

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