lunes, 31 de marzo de 2014
UN TESTIMONIO DIGNO DE GLORIA
Vivimos en una época en la que las predicciones bíblicas se han vuelto
realidades visibles. Pablo escribió que en los últimos días vendrían
tiempos peligrosos en la Tierra (ver 2 Timoteo 3:1). Ahora mismo, están
ocurriendo cosas que no podíamos haber imaginado hace unos años.
Jesús predijo que los hombres se volverían amadores de sí mismos, amadores
del dinero, aborrecedores y arrogantes. Hoy en día, los líderes de nuestra
nación no pueden ponerse de acuerdo sobre los principios comunes más
elementales. Si alguien tiene la osadía de mencionar el pecado, es llamado
intolerante y es rechazado. A medida que la Palabra de Dios es movida al margen
de la cultura, el pecado prevalece más y más.
Los pastores sienten el bombardeo espiritual. Semana tras semana, me entero de
que otro matrimonio puede estar cayéndose a pedazos. Unos niños se cortaron
su propia piel por su propio odio. Las drogas se han extendido más que nunca.
Y cada día hay menos voces de ayuda, ya que cada mes 1,500 pastores dejan el
ministerio.
Como Cuerpo de Cristo, no podemos estar dormidos ante estas cosas. El Antiguo
Testamento habla de los hijos de Isacar, un grupo que tenía conocimiento de
los tiempos y habilidad para tratar con el mundo (ver 1 Crónicas 12:32).
¿Puede decirse lo mismo del cuerpo de Cristo hoy? Si discernimos los tiempos,
sabemos que éste no es un momento para medias tintas. La única forma que
nosotros tenemos de "tratar con el mundo" es no permitiendo que la iglesia sea
“lo de siempre”. Jesús dijo de ciertos espíritus demoníacos: "Este
género no sale sino con oración y ayuno" (Mateo 17:21). En estos momentos,
nuestras oraciones deben ser fervientes porque sin un cambio espiritual, el
panorama se ve demasiado sombrío.
En medio de la oscuridad, Jesús nos llama a ser luz. Y éste es nuestro
mensaje para tal hora: "Mayor es el que está en vosotros, que el que está en
el mundo" (1 Juan 4:4). Dios ha hecho obras impresionantes en la vida de Su
pueblo y cada uno de nosotros es llamado a proclamar Su gloria a través de un
testimonio digno de gloria.
¿Cómo es un testimonio digno de gloria? A este tipo de gloria (jactancia) me
estoy refiriendo: "Mas el que se gloría, gloríese en el Señor" (2 Corintios
10:17). Para jactarnos como Pablo describe, tenemos que tener una jactancia
digna de la gloria de Dios.
GARY WILKERSON
viernes, 28 de marzo de 2014
AYUDANTES EN ORACIÓN
Pablo estaba tan consciente de su necesidad por las oraciones de los santos,
que rogaba por “ayudantes en oración” por todas partes. Le rogó a los
romanos: “Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el
amor del Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios, para que sea
librado” (Romanos 15:30-31). Y le pidió a los tesalonicenses: “Hermanos,
orad por nosotros.” (1 Tesalonicenses 5:25).
En griego, la palabra “ayudéis” aquí significa “luchar conmigo como
compañero en oración; pelear por mí en oración”. Pablo no estaba pidiendo
una mención rápida ante el trono. Él estaba rogando: “Pelea por mí en
oración, Haz batalla espiritual tanto por mí, como por la causa del
evangelio.”
Cuando Pablo estaba en la prisión, listo para entregar su vida, les rogó a
los filipenses que oraran por él: “Porque sé que por vuestra oración y la
suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi
liberación” (Filipenses 1:19). Pablo sabía que era un hombre fichado, que
las huestes de Satanás estaban empeñadas en destruirlo, y así es con cada
verdadero ministro del evangelio. Cada pastor, predicador y evangelista
necesita ayudantes en oración que intercedan por él continuamente.
Les aseguro que yo no estaría escribiéndoles hoy si no fuera por los
ayudantes en oración que han estado a mi lado a través de los años. Fui
recordado de esto recientemente mientras estuve en Europa para conducir unas
conferencias de ministros y cruzadas nocturnas. Todo el tiempo, el Espíritu de
Dios me hizo saber que estaba siendo sostenido por las oraciones de multitudes
de personas.
En Niza, Francia, los norteamericanos no son muy queridos, en particular los
evangelistas norteamericanos. Todos se preocupaban por la cruzada
evangelística nocturna, pensando: “¿Se podrá llevar a cabo?”. Francia
está desenfrenada con escepticismo, ateísmo, gnosticismo e incredulidad. Y la
clase de reunión que planeamos nunca se había intentado antes.
Cuando llegó la hora, sin embargo, miles se habían reunido. Pero fue entonces
cuando comencé a sentirme icapaz. No sabía qué predicar, porque ningún
mensaje de los que tenia preparados parecía apropiado. Mi intérprete y yo
habíamos revisado algunas notas de antemano, pero no estaba seguro si eran
apropiadas para la reunión. Le advertí: “No estoy seguro de lo que voy a
decir.”
Cuando pasé al podio, no obstante, el Espíritu cayó sobre mí poderosamente.
Sentí las oraciones de miles de santos respaldándome, y mientras comenzaba a
hablar, el Espíritu Santo llenó mi boca. Prediqué por cuarenta minutos, y
durante todo ese tiempo se podía escuchar un alfiler caer al suelo. Cuando
terminé, simplemente dije: “Si necesitas a Jesús, por favor pasa al
frente”, y cientos de personas se pusieron en pie de un salto en respuesta.
DAVID WILKERSON
jueves, 27 de marzo de 2014
NO CON ORACIONES A MEDIAS
Como siervos del Señor, estamos en peligro constante del enemigo. Nuestro amor
por Jesús es una amenaza a todo el infierno y no podemos tomar ninguna obra
santa sin que Satanás ponga toda clase de lazos y trampas para nosotros.
Recientemente, una consejera matrimonial me llamó: “Dondequiera que miro en
nuestra iglesia, las parejas se están separando”, me dijo. “Literalmente,
es una plaga en el cuerpo de Cristo ahora mismo”.
Escucho toda clase de razonas por el descontrol en hogares cristianos:
incompatibilidad, falta de comunicación, pérdida de afecto, infidelidad. Pero
en realidad, es algo que va mas allá de eso. Detrás de todo, es un ataque del
infierno contra los santos de Dios.
La causa de los hogares rotos entre inconversos no es un misterio. Pero entre
los justos, tal descontrol tiene una causa. Piénsalo, ¿Cómo pueden perder la
autoridad en sus hogares los cristianos dedicados que han estado escuchando
predicación santa por años? Ellos conocen muy bien el juramento de Dios en su
pacto de ser su fortaleza. Ellos saben que Él promete destruir cada poder
satánico que venga contra ellos. Así que, ¿Por qué el diablo está
prevaleciendo? ¿Por qué sus matrimonios están bajo constante amenaza?
Creo que es porque al menos un integrante de la pareja ha abierto la puerta al
engaño satánico. Quizás ambos han permitido algo de liviandad en sus vidas,
o se han vuelto espiritualmente flojos. Y ahora un demonio enfurecido ha
obtenido una fortaleza en sus corazones y hogar.
Si estás bajo ataque como este, debes preguntar lo que los discípulos
preguntaron: “Maestro, ¿Por qué no pudimos echar fuera esos demonios?”
Jesús respondió que ciertas ataduras satánicas no responderán a la
imposición de manos o una sola oración a medias. Estas fortalezas están
arraigadas tan profundamente, que la única forma de echarlas fuera es a
través de oración y ayuno continuo.
Sin embargo, la iglesia de hoy está en un adormecimiento en relación al poder
de la oración. Un velo ha caído sobre los ojos de millones. Y ahora, cada vez
que confrontan problemas, el último a quien van es a Jesús. Han abandonado el
aposento secreto, y a cambio, se han vuelto a la sicología, consejeros, libros,
amigos; a todo, menos al Señor.
Si dices que tu matrimonio está arruinado y quieres que sea sanado, tengo que
preguntarte ¿Cuánto tiempo pasas a solas con Dios? ¿Cuántas veces has
apagado el televisor por una hora para solamente sentarte ante Jesús y
descargar tu alma? ¿Cuántas comidas has dejado para ayunar por tu matrimonio?
“La oración eficaz del justo puede mucho.”(Santiago 5:16)
DAVID WILKERSON
miércoles, 26 de marzo de 2014
IMITAD SU FE
“Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios;
considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe.
Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:7-8).
A menudo se me llenan los ojos de lágrimas cuando medito sobre este pasaje y
sus repercusiones. Me dirijo solemnemente a cada padre, pastor, cristiano
maduro y persona en una posición de influencia que esté leyendo estas
palabras. ¿Te das cuenta de que este pasaje afirma que el pueblo de Dios
(nuestros hijos, familia, amigos y toda alma preciosa que nuestro Señor pone
en nuestro camino) debe ser capaz de observar nuestra fe y confianza en Dios a
través de todas las pruebas y tormentas, nuestros valores más profundos,
nuestra pasión, nuestras reacciones, nuestras decisiones y prioridades reales
y, literalmente, imitar nuestra fe? Este principio inmutable y extraordinario
significa que mi vida debe llegar a ser un testimonio, una proclamación e
irrefutable prueba de que Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre.
¡Dios quiere que mi fe y mi confianza en Él le supliquen a todo aquel que
está observando mi vida - y se sienta tentado a alejarse – a creer que Dios
es fiel, Él nunca cambia, y el que confía en Él nunca será decepcionado!
Dios quiere que tus hijos y los míos testifiquen a sus amigos que fue
“observando a mis padres vivir su fe, día tras día, a través de las
terribles tragedias y pruebas de la vida, a través de cada dolor y conflicto,
que decidí vivir para Dios. La fe de mis padres me demostró que Dios está
vivo y es el mismo ayer, hoy y siempre”.
Es de suma importancia para cada creyente darse cuenta de que posee una esfera
de influencia que es exclusivamente suya. Cada uno de nosotros tenemos contacto
con gente que podemos sensibilizar o influenciar, una obra para completar o un
propósito que cumplir que nadie más puede hacer. ¡Querido lector, las
personas que Dios predestinó a ser influenciadas por ti -el destino eterno que
has sido llamado a cumplir- ni siquiera el más grande hombre de Dios en el
mundo puede hacerlo! Es tu fe la que debe producir el fruto de confianza en
Dios en las personas que te rodean.
CLAUDE
martes, 25 de marzo de 2014
ÉL NO NOS CONDENA
El acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios
día y noche" (Apocalipsis 12:10). Las acusaciones de Satanás son una de las
cosas con las que Jesús vino a tratar como nuestro Pacto Viviente. Dios no
envió una teología para aplastar las mentiras de Satanás, ¡Él envió a
Jesús! La profecía más antigua en Génesis declaró que Satanás heriría el
calcañar del Mesías, pero Jesús aplastaría la cabeza del diablo (ver
Génesis 3:15). Hace dos mil años, Jesús trajo esa realidad a nuestras vidas.
De vez en cuando me despierto en medio de la noche con una ansiedad incierta.
Es como si hubiera hecho algo malo, pero no sé qué. Ese sentir viene del
acusador. Él susurra: "Tú no sirves, no vales, eres una carga para los
demás. Mira tu pasado, ¿cuántas veces lo has arruinado? Nunca cambiarás".
Nuestra relación con esa voz comenzó en el huerto del Edén, pero cuando
Jesús vino, Él declaró: "Eso termina ahora mismo", añadiendo una asombrosa
tranquilidad: "No penséis que yo voy a acusaros delante del Padre" (Juan
5:45).
Jesús le dijo a la mujer sorprendida en adulterio: "Ni yo te condeno; vete, y
no peques más" (Juan 8:11).
¡Es absolutamente esencial que nosotros construyamos sobre el firme fundamento
de la certeza de que Dios no nos acusa! Este fundamento no se basa en leyes,
acusaciones o desengaños, sino en la gloriosa acción de gracia de Dios mismo.
Cuando Él oye una acusación contra nosotros, le dice a Jesús: "Aplástala".
En ese momento, oiremos la voz del Espíritu Santo diciendo: "No oigas esa
mentira, pues ya fue destruida en la cruz. Dios no te acusa, porque Su Hijo te
ha hecho libre".
Vamos a pecar, la Biblia lo indica claramente. Pero cuando lo hacemos, la voz
que oiremos, será la del Espíritu Santo. Él nos da convicción por nuestras
transgresiones, sin embargo, es una convicción esperanzadora, una que conduce
a un arrepentimiento gozoso y no a una pérdida de esperanza.
Se nos ha dado a Jesús y en nuestro tiempo de desánimo, oiremos Su voz por
encima de todas los demás: "Ni yo te condeno". Que Dios te provea de Su gracia
para edificar sobre ese fundamento ¡y regocíjate!
GARY WILKERSON
viernes, 21 de marzo de 2014
¡ETERNAMENTE SUYO!
Quizás piensas, ¿cuántas veces te perdonará el Señor por cometer el mismo
pecado una y otra vez? Puedes estar seguro de que Su increíble perdón es
ilimitado. Cada vez que pecas, puedes ir a Jesús y encontrar liberación. Sin
embargo, el perdón del Señor no es tonto ni ciego. Es cierto que nuestro
Padre celestial nos perdona, pero en cierto punto, nos castiga para que no
sigamos en ese pecado.
Cuando mis cuatro hijos estaban creciendo, tuve que castigarlos por portarse
mal. Los llamaba a mi habitación para pegarles y comenzaban a llorar,
gritando: “¡No, papi, lo siento! ¡Por favor, perdóname!”
Yo los perdonaba, pero eso no me detenía de aplicarles la correa. Yo sabía
que si no lo hacía, iba a perder significado para ellos, se convertiría en
una broma en lugar de una fuente de disciplina. De igual manera, la ley de Dios
existe para recordarnos Sus normas santas, Sus caminos ¡y que Él hace lo que
dice!
Déjame dejarte con una palabra de esperanza. Si estás en las profundidades
ahora mismo por tu pecado, anímate. Él te está castigando a causa de Su
tierno amor. ¡Él quiere que sepas lo que es temerle!
Exactamente, ¿qué significa temer al Señor? Significa poder decir: “Sé
que mi Padre me ama. Le pertenezco con total seguridad y sé que Él nunca me
abandonará. El siente mi dolor cada vez que lucho y es paciente conmigo
mientras lucho contra el pecado. Él siempre está listo para perdonarme cada
vez que le invoco, pero también sé que nunca va a permitir que continúe
desobedeciendo Su Palabra. Mi Padre celestial no impedirá mi corrección
¡porque Él me ama profundamente!”
Ese es el punto de todo. Dios quiere que aceptemos Su perdón para que Le
temamos. “Pero en ti hay perdón, para que seas reverenciado” (Salmo
130:4). Una vez que temamos al Señor, querremos más que sólo obedecerle.
Querremos agradarle, poner una sonrisa en Su rostro. ¡Ese es el resultado
bendito del temor santo de Dios!
DAVID WILKERSON
lunes, 17 de marzo de 2014
EL SEÑOR, JUSTICIA NUESTRA
“En aquellos días y en aquel tiempo haré brotar a David un Renuevo de
justicia, y hará juicio y justicia en la tierra” (Jeremías 33:15). ¿A qué
“días” se está refiriendo Dios aquí? Él está hablando del tiempo cuando
se cumpliría la visión, y el “Renuevo de justicia” que él menciona, ¡no
es otro que el Señor Jesucristo!
Amados, Dios ha cumplido esta visión a través de la muerte y la resurrección
de Su Hijo Jesucristo. Él ha establecido Su iglesia, y el nombre de esta
iglesia no es ni bautista, ni pentecostal, ni ningún otro nombre sino:
“Jehová, justicia nuestra” (Versículo 16).
Pero la noticia más maravillosa de todas es que Dios dice de esta iglesia:
“Y me será a mí por nombre de gozo, de alabanza y de gloria, entre todas
las naciones de la tierra, que habrán oído todo el bien que yo les hago; y
temerán y temblarán de todo el bien y de toda la paz que yo les haré”
(Versículo 9).
El significado literal de esta última frase es: “Ellos se estremecerán y se
asombrarán, sobrecogidos y llenos de temor de Dios”. Dios estaba diciendo:
“¡Voy a hacer algo tan asombroso, tan claramente lleno de Mi paz y verdad
abundante, que Mi pueblo temblará con temor!”.
Pero, ¿Qué causará este temor y temblor? ¿Será un mensaje duro de juicio?
¿Predicación legalista? ¿Una expresión de la ira de Dios? ¡No! Todo el
temor y el temblor vendrán por la revelación de la bondad de Dios y por la
expresión de Su bendición inmerecida, dándole a su pueblo paz y reposo
abundante.
Cuando el Señor prometió ser la justicia de su pueblo por fe, ¿Acaso
repentinamente los israelitas comenzaron a caminar descuidadamente, bajando sus
estándares de santidad? No, de ninguna manera. En vez de eso, ¡Su promesa de
paz y reposo les hizo temblar de temor!
DAVID WILKERSON
Vemos un cuadro de este temblor santo en Marcos 4. Cuando una tormenta
amenazaba las vidas de los discípulos, Jesús reprendió al viento y el mar
diciendo: "Calla, enmudece” (Marcos 4:39). ¿Cómo reaccionaron los
discípulos frente a esto? Las Escrituras dicen: “Entonces temieron con gran
temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el
mar le obedecen?” (Versículo 31).
¿Por qué estos hombres “temieron con gran temor”? Fue porque Él calmó
la tormenta, trayendo paz y calma. Es decir, temblaron al ver la bondad que
Cristo mostró a sus seguidores infieles, no merecedores de ella.
viernes, 14 de marzo de 2014
CLAMA A SU NOMBRE
“Estoy debilitado y molido en gran manera; gimo a causa de la conmoción de
mi corazón. Señor, delante de ti están todos mis deseos, y mi suspiro no te
es oculto.” (Salmo 38:8-9)
¿Te encuentras tan desesperado como lo estaba David? ¿Te has encerrado con el
Señor, te has postrado y has gemido ante Él? Una oración aburrida, callada y
floja no logrará nada. Si no estás descargando tu corazón ante Dios,
realmente no quieres sanidad, ¡quieres rendirte!
Tienes que clamar a toda voz, como David, “¡Señor, escucha mi súplica!
¡No te dejaré hasta que me contestes!”
Déjame ilustrarte la clase de desesperación que David experimentó. Suponte
que vas camino a casa y al doblar la esquina de tu calle, ves carros de
bomberos estacionados frente a tu casa. Humo negro está saliendo de las
ventanas y todo el lugar está a punto de encenderse en llamas. Y tú sabes que
tu cónyuge e hijos están atrapados adentro.
Dime, ¿cuán tranquilo y calmado estarías en ese momento? ¿Cuánto tiempo
estarías sin hacer nada, esperando que el fuego se apague por sí solo? ¿Te
sentarías ahí calladamente orando: “Jesús, espero que tú apagues el
fuego”? ¡No! ¡Si tuvieras algo amor en tu corazón, correrías a tu casa a
través del humo y tratarías de hacer algo!
Si tu matrimonio está en problemas, entonces tu hogar se está quemando y tu
relación está sufriendo. Si permites que este fuego continúe, vas a perderlo
todo.
Entonces, ¿tienes temor de Dios por tu matrimonio? ¿Te sientes cargado con
culpabilidad y condenación por el rol que has cumplido en su desintegración?
Si es así, no trates de calmar tu conciencia. Dios te está mandando Su
palabra fuerte porque te ama. Él te está advirtiendo en forma misericordiosa,
tratando de despertarte antes que te autodestruyas. Así que corre a Él y ora
diligentemente. Toda sanidad comienza al llamar Su Nombre con urgencia.
DAVID WILKERSON
jueves, 13 de marzo de 2014
LA BENDITA PRESENCIA DE CRISTO
Cristo pronunció las bienaventuranzas a un cuerpo de creyentes dividido y sin
esperanza: “Bienaventurados vosotros los quebrantados, que lloran, que son
pobres de espíritu. Son benditos, no porque hayan hecho nada para ganárselo,
sino porque yo estoy con vosotros” (Ver Mateo 5:2-11).
¡Qué revelación! Somos bendecidos simplemente porque Jesús está con
nosotros. La bendición de Emanuel, “Dios con nosotros” (Mateo 1:23),
adquiere un nuevo significado a la luz de la profecía de Isaías: “Te daré
por pacto al pueblo, para que restaures la tierra, para que heredes asoladas
heredades” (Isaías 49:8). La bendición de la presencia de Cristo iba a
silenciar todas nuestras voces acusadoras.
Este silenciamiento ocurrió literalmente en el caso de la mujer sorprendida en
adulterio (Juan 8:1-11). Los líderes religiosos la llevaron a Jesús
exigiéndole que Él también la acuse, pero secretamente tenían otra razón
para traerla ante Jesús: ¡Querían acusarlo!
¿Alguna vez has oído cristianos acusar a Dios de algo? Lo escucho de las
personas todo el tiempo en mi consejería pastoral: “Dios no está obrando en
mi vida. Oro fielmente, pero Él no responde. He hecho todo lo que puedo, pero
todavía no me ha liberado”. Esto es exactamente lo que Satanás quiere que
hagamos: Acusar a Dios en nuestros corazones. Esto crea un ciclo sin fin de
esclavitud.
Jesús respondió a la mujer adúltera y a los que la acusaban: “Se enderezó
y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la
piedra contra ella” (Juan 8:7). Dios ya no era el que estaba siendo acusado.
Jesús había vuelto el centro de atención hacia donde pertenecía, hacia el
propio pecado de ellos; y ellos respondieron “[saliendo] uno a uno” (Juan
8:9).
Tenga en cuenta lo que dijo Jesús entonces a la mujer: “¿Dónde están los
que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?” (Juan 8:10). Esto es exactamente lo
que Jesús nos dice hoy: “¿Dónde están tus acusadores? ¿Dónde están las
voces que dicen: 'Tú eres pecador sin esperanza, un fracaso'? ¡Se han ido! Yo
soy tu justicia ahora y he silenciado a todos tus acusadores”.
Cuando esas voces sigan gritando en nuestros oídos, vamos a escuchar otra voz
por encima de todas ellas: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me
siguen” (Juan 10:27). La voz de Cristo nos dirá: “He silenciado a tus
acusadores”. Su verdad atraviesa todo clamor y estrépito con su paz, que
sobrepasa todo entendimiento.
Gary Wilkerson
miércoles, 12 de marzo de 2014
¡AYUDAME, SEÑOR!
David Jeremiah, mi viejo amigo de Shadow Mountain Community Church cerca de San
Diego, ha predicado varias veces en el Brooklyn Tabernacle. Inmediatamente
después de que se le diagnosticara un cáncer, nos llamó pidiendo que
oráramos por é1. Varios meses después regresó para visitarnos durante una
reunión de encuentro del ministerio que hicimos en la zona de la arena del
Madison Square Garden. Luego predicó en uno de nuestros servicios de1 día
domingo. La congregación entera estaba feliz de ver a este maravilloso hermano
cristiano por el cual todos habíamos intercedido.
Conmovido por el amor y la actitud de agradecimiento que produjo su aparición,
David luego hizo un comentario al respecto desde el púlpito: “Llamé aquí en
cuanto supe de mi enfermedad porque conocía el énfasis que ponen en la
oración. De hecho, alguien me acaba de saludar en el vestíbulo y dijo:
‘Pastor Jeremiah, verdaderamente clamamos a Dios por usted'. Por eso fue que
los llamé. Sabía que sus oraciones no serían un mero ejercicio mecánico
sino un verdadero clamor a Dios con pasión por mi necesidad. Y Dios me ayudó
a superar la dura prueba”.
Ese es el significado literal de la palabra hebrea que se usó innumerables
veces en el Antiguo Testamento cuando el pueblo invocaba a Dios. Significa
clamar, implorar pidiendo ayuda. Esta es la esencia de la oración verdadera
que toca a Dios.
Charles Spurgeon una vez comentó que “el mejor estilo de oración es aquel
que sólo se puede definir con la palabra clamor”.
¿Acaso no es eso lo que Dios nos invita a hacer a lo largo de la Biblia?
“Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas
que tú no conoces” (Jeremías 33:3). Dios no está distante. No está
desconectado. El nos dice continuamente a través de los siglos: “Yo te
ayudaré, de veras lo haré. Cuando no sepas adónde recurrir, recurre a Mí.
Cuando estés listo para levantar tus manos, levántalas a Mí. Acompáñalas
de tu voz, también, y Yo vendré y te ayudaré”.
JIM CYMBALA
martes, 11 de marzo de 2014
LA REVELACIÓN DE LA GLORIA DE DIOS
Una vez que recibimos la revelación de la gloria de Dios, no podemos seguir
con nuestra pasada manera de tratar a los demás. Todo eso debe cambiar.
"Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y
toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos
unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo" (Efesios
4:31-32).
Dios nos está diciendo a través de Pablo: "Ustedes han visto Mi gloria y
conocen Mi naturaleza y carácter, que soy misericordioso, pronto para
perdonar. ¡Ahora, Yo quiero que ustedes expresen a otros lo que Yo soy! "
A pesar de que Moisés tuvo esta revelación de la gloria de Dios, en un punto,
no la representó correctamente ante el pueblo. Perdió la paciencia con Israel
a causa de la desobediencia de ellos y golpeó airadamente una roca con su
vara, como si dijera: "¡Ustedes son un montón de rebeldes de dura cerviz!"
Dios no lo tomó amablemente en absoluto. Una vez que Él te revela Su gloria,
Su benignidad, Su bondad, Su gracia y Su misericordia, Su paciencia no
soportará que tú tergiverses Su gloria a los demás. Moisés había
representado incorrectamente dicha gloria a Israel, y, como resultado, Moisés,
una de las figuras más humildes y piadosas del Antiguo Testamento, fue privado
de la plenitud de Dios. ¡No se le permitió entrar en la Tierra Prometida!
Encontramos otra ilustración de esto en una de las parábolas de Jesús. Él
habla de un siervo al que le había sido perdonada una gran deuda por su amo.
El amo demostró una increíble bondad, gracia y perdón a este hombre. Sin
embargo, tan pronto como este siervo fue perdonado, halló a un hombre que le
tenía una pequeña deuda y comenzó a asfixiar al deudor hasta que le pagara.
El mismo que había experimentado un gran amor y perdón no mostró
misericordia a cambio.
Jesús está diciendo en esta parábola: "¡Estás representando
incorrectamente el amor del Padre! Él te ha tocado con Su increíble gloria a
través de Su bondad y del perdón de tus pecados. Sin embargo, ahora que has
visto Su gloria, la estás tergiversando ante el mundo".
Esto se resume en el mandamiento de Pablo: "Sean misericordiosos con los
demás, así como Él ha sido misericordioso con ustedes".
DAVID WILKERSON
lunes, 10 de marzo de 2014
LA PLENITUD DE LA GLORIA DE DIOS
El resplandor que emanaba del rostro y el corazón de Moisés fue el resultado
de haber visto sólo un poco de la plenitud de la naturaleza de Dios (Éxodo
34:29). Aun así, cuando los israelitas vieron el cambio en el rostro de
Moisés, supieron que él había tenido una experiencia sobrenatural. Su
hermana, su hermano y los demás, exclamaron: "Este hombre ha estado cara a
cara con Dios. Él ha ido más allá" (ver Éxodo 34:29-35).
Hoy tenemos algo mucho más glorioso lo que el mismo Moisés tenía. En
realidad tocamos y llevamos la gloria de Dios. "Lo que era desde el principio,
lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos
contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida" (1 Juan 1:1).
Juan está diciendo acá: “Dios nos reveló a nosotros, la plenitud de Su
Gloria en Cristo. Vimos Su gloria personificada en un hombre y hablamos con
Él. ¡Inclusive, Le tocamos!”
Hoy no sólo vemos la plenitud de la gloria de Dios, sino que ahora habita en
nosotros. Su gloria resplandece en nuestros corazones: "Porque Dios, que mandó
que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros
corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de
Jesucristo" (2 Corintios 4:6).
Pablo está diciendo aquí: "Jesucristo, Dios hecho carne, personifica todo lo
que Dios es. Y, como sabemos que Dios es bondad, amor, misericordia, gracia y
paciencia, también podemos estar seguros de que ésta es la naturaleza de
Cristo. Puesto que Jesús vive en nuestros corazones, sabemos que la gloria de
Dios no está simplemente en algún lugar del cosmos. No, ¡la plenitud de Su
gloria está en nosotros, a través de la presencia de Cristo!"
"Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los
hombres" (Tito 2:11). ¿Quién es esta gracia? ¡Es Jesucristo, lleno de
misericordia, bondad, amor!
"Enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos
en este siglo sobria, justa y piadosamente" (versículo 12). Pablo nos está
diciendo: "Esta gracia que habita en ti, es la revelación de la bondad de
Cristo. Y si tú permaneces en Él, ¡Su revelación te enseñará a vivir una
vida santa! "
DAVID WILKERSON
viernes, 7 de marzo de 2014
MÁS Y MÁS COMO JESÚS
"Y al mirar los hijos de Israel el rostro de Moisés, veían que la piel de su
rostro era resplandeciente; y volvía Moisés a poner el velo sobre su rostro,
hasta que entraba a hablar con Dios" (Éxodo 34:35). El rostro de una persona
es la expresión externa de lo que está en su corazón. Cuando la revelación
de la gloria de Dios se hizo real a Moisés, ¡su misma mirada cambió!
Pablo testificó: "Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre
de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo
le predicase..." (Gálatas 1:15-16).
Pablo estaba diciendo: "Tengo dentro de mí mucho más que algo de doctrina que
alguien planteó, más que un simple conocimiento intelectual de Cristo. Tengo
una revelación de quién es Cristo, una revelación de Su gracia, misericordia
y amor. Y esta revelación se ha convertido en la fuente misma de todo lo que
soy y hago. ¡Es la esencia misma de mi vida!"
La revelación de la gloria de Dios es, en verdad, maravillosa. Sin embargo,
muchos han convertido esa misma revelación en una licencia para pecar. Judas
describe a las personas que "convierten en libertinaje la gracia de nuestro
Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo" (Judas
4).
Según Pablo, estas personas pecan "para que la gracia abunde" (Romanos 6:1).
Ellos están diciendo, en esencia: "Si Dios ama el expresarse a través de la
misericordia y el perdón, entonces yo voy a darle todas las oportunidades. Voy
a pecar y dejar que me siga amando, para que la gracia fluya. ¡Qué testimonio
al mundo será eso! Seré el objetivo de todo ese amor que desciende del
cielo".
Tales personas son fáciles de detectar. Su semblante los delata. Isaías
habló de israelitas que "han sido contra Jehová para irritar los ojos de su
majestad. La apariencia de sus rostros testifica contra ellos" (Isaías 3:8-9).
El profeta estaba diciendo: "Sus pecados testifican contra ustedes en su propia
apariencia. Lo que está en sus corazones va a revelarse en sus rostros".
Por otro lado, incluso el más duro de los pecadores puede decir que has
"estado con Jesús" ¿Cómo se dan cuenta? ¡Ellos te ven como alguien
distinto! Dicen: "Tú eres diferente. Te conduces con una humilde seguridad y
nada de ti parece oculto. No tienes secretos y no pareces llevar ningún rencor
o amargura. Si no fuera así, lo sabría. ¡Tu vida es un libro abierto!"
El pecado, sin embargo, lleva cierta apariencia. Ninguna sonrisa lo puede
encubrir y su voz tiene el sonido del vacío, el eco de un metal que resuena,
de un címbalo que retiñe.
Aquellos que se han apropiado de la gloria de Dios están siendo cambiados
todos los días. ¡Su semblante se está volviendo más y más como el de
Jesús!
DAVID WILKERSON
jueves, 6 de marzo de 2014
PORQUE EL SEÑOR AL QUE AMA
En ocasiones, a lo largo de años en el ministerio, he sido sobrecogido por
enemigos que se levantaron contra mí. En aquellos momentos, sentía la
disciplina del Señor como una vara en mi espalda. Recuerdo un periodo en
particular, cuando yo estaba siendo calumniado por todos los lados. Otros
ministros me preguntaban: "David, estoy oyendo cosas cuestionables acerca de
ti. ¿Son ciertas? Todo este asunto acerca de ti, ¿viene del diablo o es Dios
tratando de hablarte?"
Incluso esa pregunta me ofendía y el dolor emocional de todo esto me aplastó
totalmente. Quedé exhausto físicamente por la batalla en curso y apenas
podía enfrentar el ir a la iglesia a predicar. Una mañana mi esposa
literalmente tuvo que levantarme de mi silla en mi estudio. A mitad de camino a
la iglesia, yo le dije que no podía seguir adelante. Ya no podía enfrentarme a
otra persona en nuestros servicios, que se preguntara si yo era un farsante.
Finalmente clamé: "Señor, ¿qué he hecho para merecer esto? ¿Cuál es mi
pecado?" Entonces Dios me condujo a esta oración de Jeremías: "Castígame, oh
Jehová, mas con juicio; no con tu furor, para que no me aniquiles" (Jeremías
10:24).
Estas palabras de Jeremías se volvieron mi oración diaria durante ese tiempo
severo de prueba: "Señor, castígame y júzgame si debes. Pero por favor, ¡no
lo hagas en ira! Si oigo una palabra airada más, me destruirá. Por favor, no
me reduzcas a polvo, Señor. ¡Ya estoy por los suelos!"
Cuando terminé de orar, el Señor me respondió: "David, si elijo corregirte,
es porque te amo. Esta prueba, para nada es acerca de Mi juicio. Yo soy
misericordioso y amoroso para contigo, así que ¡quédate quieto y mira Mi
gloria!" Este conocimiento de Su gloria me llevó a través de todo, hasta un
lugar de descanso total y Dios me reivindicó por todos lados.
Amado, una vez que tienes esta revelación de la gloria de Dios, nunca más
tendrás temor de que Él te vaya a corregir en ira. Él lleva su vara en una
mano tierna y amorosa. Él te va a disciplinar, pero sólo en compasión de
gracia. Él nunca te hará daño ni te echará a un costado. ¿No debiera esto
hacer que nuestros corazones se derritan ante Él en adoración?
"Porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere"
(Proverbios 3:12).
DAVID WILKERSON
miércoles, 5 de marzo de 2014
JESÚS ES EL PACTO
Isaías se refería a Jesús cuando profetizó estas palabras: "Así dijo
Jehová: En tiempo aceptable te oí, y en el día de salvación te ayudé; y te
guardaré, y te daré POR PACTO AL PUEBLO, para que restaures la tierra, para
que heredes asoladas heredades" (Isaías 49:8, énfasis mío).
Como iglesia de Jesucristo, celebramos el anuncio profético de Isaías cada
Navidad. El profeta declara que Dios está a punto de enviar a Su Hijo como la
respuesta a cada clamor y oración. Pero este versículo implica más de lo que
usualmente asociamos con la historia del bebé en el pesebre. Se nos dice que
Jesús fue enviado en forma humana para revelar el pacto de Dios con el hombre:
"Te daré por pacto al pueblo".
Cuando Dios nos dio Su Nuevo Pacto, Él no estableció un nuevo sistema con un
conjunto nuevo de reglas. En lugar de ello, Él nos envió a una persona:
Jesús, como El Pacto.
El Antiguo Pacto era un conjunto de reglas basado en condiciones. Éste
declaraba: "Si tú haces esto o aquéllo, entonces Dios te dará vida. Pero si
no lo haces, te perderás la bendición de Dios". Por supuesto, el pueblo nunca
alcanzaba el estándar de Dios. No fueron capaces de guardar Su ley, la cual era
santa y pura, y, como resultado, sus vidas eran acosadas por la culpa, la
vergüenza y la desesperación.
En algún momento, decidimos que el Antiguo Pacto de Dios debía ser
modificado. Pero Jesús no vino para modificar un Pacto: Él vino como El
Pacto. Él no vino a mostrarnos las bendiciones de la gracia: Él es la
bendición de la gracia.
A lo largo de la historia de la iglesia, hombres como Lutero y Wesley han
enfatizado cuán importante es para el pueblo de Dios entender el Nuevo Pacto.
Ellos lo vieron como una cuestión de dividir correctamente la Palabra de Dios,
entendiendo lo que es la ley y lo que es la gracia. Si no somos capaces de
comprender esta materia, dijeron ellos, estamos condenados a una vida de
desesperación. Lutero y Wesley sabían que esto era verdad porque ellos mismos
habían experimentado dicha desesperación.
Esta es la diferencia: Bajo el Nuevo Pacto, la ley de Dios ya no era una norma
externa por la cual luchar. En cambio, Su ley sería escrita en nuestros
corazones a través del Espíritu Santo: "…el amor de Dios ha sido derramado
en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado" (Romanos 5:5).
Somos llenos del Espíritu Santo, la vida misma de Dios, para ayudarnos a
obedecer Su Santa Palabra. Cristo nos amó y se entregó por nosotros para que
podamos tener esta novedad de vida.
GARY WILKERSON
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