viernes, 15 de noviembre de 2013
EL ESPÍRITU DE DESÁNIMO
"Estoy encorvado, estoy humillado en gran manera, ando enlutado todo el
día…Estoy debilitado y molido en gran manera; gimo a causa de la conmoción
de mi corazón…Mi corazón está acongojado, me ha dejado mi vigor, y aun la
luz de mis ojos me falta ya…Mas yo, como si fuera sordo, no oigo; y soy como
mudo que no abre la boca. Soy, pues, como un hombre que no oye, Y en cuya boca
no hay reprensiones" (Salmos 38:6, 8, 10, 13-14).
Mientras leo este salmo, me imaginaba a David cayendo en la desesperación. Tal
vez lo que más le preocupaba era que no podía entender por qué repentinamente
fue echado tan bajo. Este hombre tenía hambre del Señor, derramaba su corazón
diariamente en oración. Reverenciaba a Dios y escribía Salmos exaltando Su
gloria. Pero ahora, en un estado depresivo, lo único que podía hacer era
clamar: "Señor, estoy al final de mi camino y ¡no tengo ni idea de porqué
está sucediendo esto!".
Al igual que muchos cristianos desanimados, David trató de averiguar por qué
se sentía tan vacío y quebrantado en espíritu. Probablemente revivió cada
fracaso, pecado y acto necio en su vida y pensó: "Oh, Señor, ¿acaso todos
los actos imprudentes que hice en mi vida, me dejaron tan herido que ya no
tengo esperanza?"
Finalmente, David llegó a la conclusión de que Dios lo estaba castigando.
Clamó: "Jehová, no me reprendas en tu furor, ni me castigues en tu ira"
(versículo 1).
Permíteme señalar que David no estaba escribiendo sólo acerca de su propia
condición en este Salmo. Él estaba describiendo algo que todos los amantes
devotos de Jesús enfrentan en algún momento de sus vidas: estar bajo el
ataque de un espíritu devastador de desánimo, que proviene directamente de
las entrañas del infierno. Ningún cristiano lo trae a sí mismo, tampoco el
Señor lo envía; y tal ataque, por lo general, no tiene nada que ver con
algún pecado o defecto específico del creyente.
Simplemente, el espíritu de desánimo es el arma más potente de Satanás
contra los escogidos de Dios. Muy a menudo, él la utiliza para tratar de
convencernos de que hemos atraído la ira de Dios sobre nosotros mismos por no
cumplir con Sus santas normas. Pero el apóstol Pablo nos exhorta a no caer en
la trampa del diablo: "Para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros;
pues no ignoramos sus maquinaciones" (2 Corintios 2:11).
DAVID WILKERSON
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