jueves, 14 de noviembre de 2013
AHORA QUE SE OBTUVO LA VICTORIA
Como cristianos sabemos que Jesús ganó la victoria para nosotros en el
Calvario. Él venció a la muerte, a Satanás y al poder del pecado. La
pregunta que queda para los creyentes es: "¿Y ahora qué? Sé que Jesús ganó
mi victoria en la cruz, pero ¿qué pasa con mis luchas en el presente? ¿Dónde
está Su victoria de la batalla que se está llevando a cabo en mi vida en este
momento?"
Ésta es una pregunta importante y La Palabra tiene una respuesta para cada
cristiano. Comienza con esta escena: "Los filisteos juntaron sus ejércitos
para la guerra…en Soco, que es de Judá"(1 Samuel 17:1). Esta imagen presenta
una verdad espiritual que nunca cambia: Las fuerzas de la oscuridad están en
contra el pueblo de Dios.
Cuando Jesús vino a ser tu Salvador, Él te hizo una nueva creación y aunque
tú has cambiado, el mundo no lo hizo. A causa de ello, hay poderes que se
alinean en tu contra: el mundo, el diablo e incluso tu propia carne, que
batalla contra tu espíritu.
Algunas veces, tus batallas contra estas fuerzas son externas; ataques a tu
matrimonio, a tu economía, a tus hijos y a veces son internos. Nos agobian las
preocupaciones: "¿Podrá mi matrimonio sobrevivir a esta largo y frío
silencio?"
"¿Entregará mi hijo, su vida al Señor algún día?"
"¿Soy siquiera digno de llamarme cristiano?" Todas estas presiones nos empujan
hacia la duda y la desesperación, haciendo que nos preguntemos: "¿Dónde está
Dios en todo esto? No puedo verlo más allá de mis batallas diarias".
A veces clamamos: "¡Basta!" Y trazamos una línea en la arena. Nos decimos a
nosotros mismos: "Estoy cansado de ser golpeado por el enemigo", pero el diablo
continúa cruzando esa línea. Esto le sucedió a Israel cuando enfrentaba a los
filisteos. "Y los filisteos estaban sobre un monte a un lado, e Israel estaba
sobre otro monte al otro lado, y el valle entre ellos" (17:3). ¿Detuvo esto al
enemigo? No, en absoluto. Los filisteos trajeron un arma más grande en forma de
Goliat, un hombre gigante.
David sabía que no era rival para Goliat, pero también sabía que la batalla
no era suya sino de Dios. Cuando escuchó las burlas de Goliat, él testificó:
"Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré…y toda la tierra
sabrá que hay Dios en Israel…porque de Jehová es la batalla, y él os
entregará en nuestras manos"(17:46-47).
La victoria espiritual nunca es nuestra, viene de nuestro Libertador.
DAVID WILKERSON
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