viernes, 25 de octubre de 2013
LA DOCTRINA DE JEZABEL
Lee Apocalipsis 2:18-29 y verás que Cristo advirtió a la Iglesia en contra de
la doctrina de Jezabel: “…que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice
profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas
sacrificadas a los ídolos.” (Apocalipsis 2:20). La palabra griega para
Jezabel aquí es sinónimo de “falso maestro”. Ella claramente representa
falsas doctrinas, y Jesús lo aclara a continuación: “a cuantos no tienen
esa doctrina”. (Apocalipsis 2:24)
Aquí se muestra a un grupo del pueblo de Dios, lleno de buenas obras y amor,
que tienen una forma de fe y paciencia. Pero con todo lo bueno y loable que
sea, algo muy peligroso esta sucediendo, algo tan seductor, que Cristo advierte
que enviará juicio y hará de ellos un ejemplo para todas las iglesias. Algunos
miembros de las iglesias estaban vendiéndose a Satanás. Sus buenas obras,
amor, servicio, fe y paciencia fueron opacadas por la seducción de una falsa
doctrina. Estaban bajo el encanto de una falsa enseñanza, enseñanza que vino
disfrazada como la verdadera Palabra, pero era, de hecho, maligna.
Es peligroso sentarse a escuchar una doctrina errada y Cristo no toma este
asunto ligeramente. Sus ojos están penetrando a la Iglesia, y Él mismo ha
venido a advertir, exponer y salvar a Su pueblo de esta terrible seducción. A
qué iglesia vas, a quién estás escuchando y qué enseñanza se adueñó de
tu corazón, son asuntos muy, muy serios.
La marca de un cristiano seducido es que “es llevado de una parte a otra”
buscando enseñanzas nuevas, diferentes y extrañas. La Biblia advierte: “No
os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas” (Hebreos 13:9). Estamos
hablando de correr de un lugar a otro, de seminarios a convenciones, de iglesia
en iglesia, sin tener raíces en ningún lugar. Los oídos de tales personas
están siempre ansiosos de oír algo nuevo, sensacional, entretenido y
placentero a la carne. También llegan a la iglesia de Times Square aquí en
Nueva York: buscadores que deambulan sin destino, cabalgando en los vientos de
doctrinas. Ellos se asemejan a los atenienses quienes: “…en ninguna otra
cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo.” (Hechos 17:21).
Pablo advirtió a Timoteo: “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana
doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme
a sus propias concupiscencias.” (2 Timoteo 4:3)
DAVID WILKERSON
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