lunes, 21 de octubre de 2013

EL ESPÍRITU Y EL PODER DE ELÍAS

El Antiguo Testamento se cierra con esta increíble profecía de Malaquías: “He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.” (Malaquías 4:5-6) Esta profecía fue cumplida en gran medida en el ministerio de Juan el Bautista. Un ángel se le apareció a Zacarías y le profetizó que su hijo Juan haría volver a muchos en Israel al Señor, y que “[iría] delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.” (Lucas 1:17) Jesús, hablando a Sus discípulos acerca de Juan el Bautista, dijo: “Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir” (Mateo 11:14). Y añadió: “El que tiene oídos para oír, oiga” (11:15). Yo creo que Jesús les estaba pidiendo que vean el significado espiritual de la venida de Juan, como fue profetizado, en el espíritu y poder de Elías. El mismo Juan negó enfáticamente que él haya sido Elías resucitado de entre los muertos. Cuando los Judios le preguntaron explícitamente: “¿Eres tú Elías?... Y respondió: No. Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.” (Juan 1:21-23). Esta es la razón por la cual Jesús dijo a Sus discípulos que sólo los ojos y oídos espirituales entenderían que Juan el Bautista era del mismo tipo de ministerio que Elías el profeta. Juan era un predicador de la justicia, al igual que Elías, enviado para despertar a la gente a preparar un camino recto y estrecho de santidad. Juan, ungido con el mismo espíritu intrépido y el poder que estaba sobre Elías, vociferaba contra los pecados de los Judíos desobedientes, codiciosos, y amantes del placer. Cristo estaba pronto a aparecer y este poderoso hombre de la verdad repentinamente vino a preparar a un pueblo para el Señor. Este profeta del desierto fue enviado para hacer volver los corazones de las personas, lo cual es la definición verdadera del arrepentimiento. Juan predicó el arrepentimiento, la restitución, la pureza del corazón, la justicia, y un camino de practicar la santidad para corresponder con una abierta confesión de pecados. Creo que el profeta Malaquías (así como otros profetas del Antiguo Testamento) hablan de un grupo de personas santas que será levantado justo antes de segunda venida de Cristo. Ellos ministrarán bajo el mismísimo espíritu y poder que estaba sobre Elías y Juan el Bautista. Este grupo de creyentes de los últimos días prestará atención a la profecía de Isaías: “Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado.” (Isaías 58:1). DAVID WILKERSON

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