viernes, 26 de julio de 2013
ÉL NOS ADOPTÓ
Creo que las dificultades a menudo nos sirven para llevarnos a la madurez y
sacarnos de ataduras infantiles. Considera como reaccionan los niños: un
minuto están riendo, y al otro están gritando. Son heridos con facilidad y
lloran en demasía. Pero a pesar de esto, los padres piadosos aman y confortan
a sus hijos a través de todas las experiencias de la vida.
De igual manera, como cristianos, algunas veces hacemos pucheros o rabietas
carnales cuando enfrentamos tiempos difíciles. Exclamamos: “Esta bien, Dios,
si esa es la manera en que vas a tratarme, si tu vas a seguir permitiendo que me
pasen cosas malas, entonces, ¿por qué tendría que seguir orando a Ti?
Sin embargo, nuestro Padre celestial nos ama y conforta a través de cada
rabieta, cada preocupación, cada uno de nuestros altibajos infantiles. Su gran
deseo es que en medio de nuestras pruebas comencemos a echar mano del
conocimiento de quiénes somos y de qué poseemos como Sus hijos. Él sabe que
cuando somos sacudidos por el viento y las olas de nuestras emociones, a menudo
olvidamos que somos Sus hijos y comenzamos a vivir muy por debajo de nuestros
privilegios. ¡Sin embargo, su Palabra nos dice que somos Sus herederos y
coherederos con nuestro hermano mayor, Jesús!
“Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere
del esclavo, aunque es señor de todo;” (Gálatas 4:1). Pablo estaba hablando
de una costumbre Romana de la época. Un niño podía ser adoptado por un hombre
rico y entonces era puesto bajo un tutor hasta que cumpliera los ocho años de
edad. Desde de los ocho hasta los veinticinco años, el niño era puesto bajo
la autoridad de un guardián. Durante todos esos años, el niño era heredero
de una fortuna, sin embargo, virtualmente no tenía control o poder sobre su
vida.
Pablo dice que este niño es una ilustración de aquellos que están bajo la
ley. La ley es el tutor que nos instruye en los mandamientos de Dios. Pero
llega el tiempo en que la escuela termina y tenemos que ocupar nuestro lugar
como herederos de las riquezas de Dios por medio de la gracia de Cristo. Sin
embargo, muchos cristianos siguen viviendo de acuerdo a las buenas obras y
reglas sin comprender su posición como hijos de Dios. “Cuando éramos
niños, estábamos en esclavitud” (Versículo 3). Ellos aún están sirviendo
a Dios como esclavos, atados por el temor, la culpa y la desesperación, porque
no entienden su adopción.
Pablo le dice a tales creyentes: “Aun eres niño en tus pensamientos,
esforzándote bajo la esclavitud de leyes que tú mismo estableciste. ¿No ves
que ahora eres señor sobre todas las cosas, capaz de participar en todo lo que
tu Padre posee? Él te adoptó, te amó y te puso en la escuela para
prepararte”.
DAVID WILKERSON
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