viernes, 19 de octubre de 2012

ÍDOLOS EN EL CORAZÓN

Ciertos ancianos de Israel fueron al profeta Ezequiel buscando orientación del
Señor. Estos hombres no eran como muchos de los Israelitas, quienes doblaban
sus rodillas ante los ídolos públicamente. No los encontrabas en algún
templo de ídolos, ofreciendo allí sacrificios a los falsos dioses. Ellos eran
líderes del pueblo y querían aparentar ser hombres piadosos delante  de todos.

Por fuera, estos ancianos tenían la apariencia de hombres que tenían un
corazón para Dios y querían conocer  Su palabra para sus vidas. Esa es la
manera en la cual ellos se acercaron a Ezequiel, pero Dios le reveló a
Ezequiel lo que había en sus corazones.  Y le dijo al profeta: “Hijo de
hombre, estos hombres han puesto sus ídolos en su corazón, y han establecido
el tropiezo de su maldad delante de su rostro” (Ezequiel 14:3). El Señor
estaba diciendo: “Estos hombres han venido a ti diciendo que quieren oír una
palabra mía y que quieren caminar en obediencia a mis mandamientos. ¡Pero
están mintiendo! Tienen pecados ocultos en sus vidas”

Todos estos ancianos  tenían una idolatría oculta, secreta. Sus corazones
estaban esclavizados con pecados que ellos consentían a puertas cerradas.
Nadie podría notar esto por sus apariencias. Por el contrario, ellos no daban
la impresión de ser paganos o adoradores de ídolos, sino de ser respetados
hombres de Dios que se ocupaban de sus ministerios.

Un tropezadero de iniquidad es cualquier cosa maligna que se interpone entre
tú y Dios, cualquier tentación que te priva de caminar firme con Él. Es
cualquier pecado habitual que causa que vaciles en tu fe, cualquier deseo que
traiga vergüenza a tu corazón y al nombre de Cristo, cualquier pecado que se
aferra a ti cada vez que vienes al Señor buscando su guía. Puedes venir a la
casa de Dios, levantar tus manos, adorarlo en voz alta, y todavía tener un
tropezadero de iniquidad en tu corazón.

Solamente apartándote de tu ídolo con sincero arrepentimiento puedes oír la
verdadera palabra del Señor y recibir orientación divina y clara. Cuando te
arrepientes, la primera cosa que vuelve a ti es tu discernimiento, y mientras
más te alejes de tu pecado, verás más claramente y escucharás la voz de
Dios. Su voz llegará a ser inconfundible, clara, que habla con la autoridad de
la verdad.
DAVID WILKERSON 

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