Nuestra iglesia pasa mucho tiempo en oración. Acabamos de concluir una cadena
de oración de 24 horas al día, por 30 días. ¿Por qué exactamente
estábamos orando? ¿Qué estábamos buscando?
Yo crecí en la iglesia pentecostal, y todo lo que mi padre y mi abuelo siempre
hablaban era acerca del gran avivamiento que vendría. Los evangelistas hablaban
de eso en las reuniones de campamento: “¡Viene un avivamiento. Dios va a
traer multitudes a su reino!”
Sin embargo, en el corazón de toda esta charla de avivamiento había un
pensamiento básico: “Nosotros no tendremos que salir a las calles, podemos
simplemente quedarnos aquí y orar ¡y el Espíritu Santo traerá a la
gente!”
Pero, la definición de avivamiento es: “El despertar o resurrección de lo
que está a punto con convertirse en cadáver” Significa “despertar a la
iglesia muerta, revivirla, resucitarla, para que así el impío sienta ganas de
entrar por sus puertas”.
Amados, la iglesia no debe necesitar ser resucitada de la muerte. No
deberíamos estar orando por un gran avivamiento. Mientras hemos estado orando
por un avivamiento, cosas horribles han pasado en nuestro país.
Nuestras ciudades están a punto de estallar en llamas, la nación está
saciada con sexo, placer y la idolatría de los deportes. Uno de cada dos
matrimonios termina en divorcio. Hemos perdido toda una generación de gente
joven por el cinismo, dureza y la desilusión
Los sonidos de los sollozos de hambre, de niños maltratados ahora se levantan
como truenos en nuestras ciudades. Los homosexuales exigen derechos
matrimoniales. Padres desesperados deambulan por las calles por centenares,
buscando trabajo.
¿Qué debería estar haciendo la iglesia acerca de estas cosas? La biblia dice
que si estamos cubriendo las necesidades de la humanidad, si estamos obedeciendo
al mandamiento de ser compasivos con el mundo, y estamos dándonos por completo
a las necesidades de otros, entonces seremos como huerto de riego: “Si partes
tu pan con hambriento…si cubres al desnudo…si no te escondes de tu
hermano…. Si no apartas tu alma del hambriento, y sacias al alma
afligida…entonces el Señor te pastoreará siempre, y saciará tu alma”
(vea Isaías 58: 5-12). “Serás como huerto de riego, y como manantial de
aguas, cuyas aguas nunca faltan” (Verso 11).
Dios quiere que cada uno de nosotros sea parte de Su corazón de compasión
hacia el mundo.
DAVID WILKERSON
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