lunes, 16 de abril de 2012
DIOS TIENE RECURSOS ILIMITADOS
Cuando su esposo falleció, una pobre viuda se enfrentó a una difícil
situación con dos niños a quien cuidar. Incapaz de responder a sus
obligaciones, ella fue amenazada por acreedores.
Esta mujer se encontraba desesperada y apeló a Eliseo: “Una de las mujeres
de los hijos de los profetas clamó a Eliseo diciendo: "—Tu siervo, mi
marido, ha muerto, y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová. Pero el
acreedor ha venido para llevarse a dos hijos míos como siervos.” (2 Reyes
4:1, RV1995).
El hecho es que Dios utiliza nuestros dilemas para glorificar Su nombre. Por
esta razón, nuestra propia historia con Dios puede conformarse a través del
dolor y la demora. Uno de cada diez americanos está desempleado y los demás
han tenido una reducción en su salario. En algunos hogares los dos esposos
trabajan en dos empleos para no perder lo que poseen.
Tal vez usted ha meditado sobre su propio dilema, “Si no encuentro una
solución pronto, todo se acabará. Necesito un milagro para sólo
sobrevivir.” Yo me imagino a esta viuda teniendo esos mismos pensamientos.
Elíseo le preguntó: “—¿Qué puedo yo hacer por ti? Dime qué tienes en tu
casa.” (4:2, RV1995). Él no le estaba pidiendo que vendiera sus pertenencias
de valor para obtener dinero a cambio. Inclusive ella no tenía nada más de
valor. En esencia, Elíseo le estaba diciendo, “Dios puede encontrarte justo
donde estás. Si tienes fe, Él puede multiplicar hasta la más mínima cosa
que tengas.”
La viuda contestó, “Tu sierva no tiene ninguna cosa en la casa, sino una
vasija de aceite.” Nosotros sabemos que en las Escrituras el aceite
representa la bendición y la provisión de Dios. En este punto, Elíseo le dió
una rara instrucción: “Sal y pide a tus vecinos que te presten sus vasijas;
consigue todas las que puedas.” (4:3, NVI).
Ella hizo lo que el profeta le dijo. Entonces Elíseo exclamó: “Luego entra
en la casa con tus hijos y cierra la puerta. Echa aceite en todas las vasijas
y, a medida que las llenes, ponlas aparte.” (4:4, NVI). Una vez más ella
siguió las instrucciones de Elíseo. Ella derramó el aceite de su propia
vasija en otra prestada. Lo mismo hizo con las demás vasijas prestadas.
¡Había aceite sin límite!
Este es el punto: Cuando Dios nos dice que Él tiene el abasto que necesitamos,
esto no significa una cantidad mínima. Dios tiene todo lo que necesitamos. Su
habilidad para encontrarnos en nuestra necesidad es infinita.
Gary Wilkerson
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