jueves, 19 de abril de 2012
CUANDO NO TENEMOS ESPERANZA
Elíseo heredó de Elías el rol de profeta en la tierra. En 2 Reyes 4, Elíseo
se enfrentó a una de sus primeras grandes pruebas cuando se le acercó una
mujer sunamita cuyo hijo justo había fallecido. En desesperación, ella le
dijo a Elíseo, “Yo he orado y ayunado, he llorado y suplicado pero no he
recibido nada de parte del Señor. Con la partida de mi hijo, yo no tengo la
fortaleza para seguir adelante. Simplemente no sé qué es lo que Dios está
haciendo. Esto es más de lo que puedo soportar.”
Elíseo respondió haciendo algo inusual, “ Elíseo dijo entonces a Giezi [su
siervo]: —Ciñe tu cintura.” En otras palabras “ciñe tus entrañas.”
Entonces él continuó, “toma mi bastón en tu mano y ve. Si te encuentras
con alguien, no lo saludes, y si alguien te saluda, no le respondas. Luego
pondrás mi bastón sobre el rostro del niño.” (2 Reyes 4:29, RV 1995)
Prestando atención a la instrucción de Elíseo, Giezi fue a la casa de la
familia y puso el bastón sobre el rosto del niño muerto. No hubo señal de
vida, por tanto, Giezi regresó con Elíseo diciendo, “El niño no
despierta” (v. 31).
He aquí una pregunta para usted: ¿Qué hace usted cuando todo lo que intenta
no da resultado? ¿Hacia dónde se dirige cuando cada esfuerzo que usted hace
para salir adelante no logra su propósito?
Existen momentos cuando no tenemos otro recurso mas que Cristo. En esta
historia, Elíseo es un tipo de Cristo. Él fue con la familia sunamita se
acercó al cuerpo del niño muerto. Cuando él se tendió sobre el niño,
poniendo su pie sobre los del niño, su mano sobre la mano del niño, él le
infundió aliento. ¿Qué sucedió entonces? Las Escrituras dicen que el niño
estornudó siete veces (v. 35). ¡Él estaba vivo!
¿Qué produjo esta vida? Jesús mismo sopló vida en esta situación. Cuando
nosotros no tenemos esperanza, recursos, habilidades, Cristo respira vida
sobrenatural en nuestras circunstancias.
Haga suya esta oración: “Señor, yo no tengo nada pero tú tienes todo y te
necesito a ti ahora. Si tú no soplas sobre mi problema, no voy a salir
adelante. ¡Yo no puedo hacerlo, sólo tú, Señor!”
GARY WILKERSON
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