Jesús nos dice: "De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra y cree al
que me envió, tiene vida eterna y no vendrá a condenación, mas ha pasado de
muerte a vida" (Juan 5:24). La palabra griega que Jesús usa aquí para
condenación es juicio. Él está diciendo, "Si crees en mí, no vendrás a
juicio, sino que pasarás de la muerte a la vida."
En efecto, la Escritura nos dice de principio a fin que una vez que el Señor
perdona nuestros pecados, Él los borra de su memoria.
"Yo, Yo Soy el que borro tus rebeliones por amor de mí, y no me acordaré de
tus pecados" (Isaías 43:25).
"Yo deshice como a una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados: vuelve a
mí, porque yo te redimí" (Isaías 44:22).
"Yo les perdonaré su iniquidad, y no me acordaré más de su pecado"
(Jeremías 31:34).
"Yo seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré sus pecados ni
de sus iniquidades" (Hebreos 8:12).
"Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice Jehová
el Señor. Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré,
y de sus pecados e iniquidades no me acordaré más "(Hebreos 10:16-17).
"El volverá, a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras
iniquidades, y echará todos nuestros pecados a las profundidades del mar"
(Miqueas 7:19).
Aquí hay abundancia de buenas noticias para todos los cristianos que alguna
vez hayan sudado, que se hayan esforzado y trabajado para morir a las obras de
la carne en sus propias fuerzas. ¿Esto lo incluye a usted? ¿Cuántas promesas
le ha hecho a Dios sólo para romperlas? ¿Cuántas veces ha tratado de
complacer al Señor luchando para abandonar su propia lujuria y hábitos para
fallar una vez más?
En el libro de Miqueas encontramos una buena noticia para usted: "Yo, El
Señor, someteré todas tus iniquidades." Dios nos da ejemplos tras ejemplos de
cómo Él borra los pecados de su memoria. Él los elimina, no se acuerda más
de ellos, los entierra en el mar. Cuando Dios dice que Él los "somete"
significa que los persigue y captura.
Isaías incluso nos dice que Dios toma nuestros pecados y los lanza por encima
de su hombro. "Porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados" (Isaías
38:17). Esto significa que Dios nunca mirará nuestros pecados o los
reconocerá otra vez.
Ahora déjeme preguntarle, si Dios se olvida de nuestros pecados, ¿por qué
nosotros no? ¿por qué siempre le permitimos al diablo desenterrar algo del
estiércol o del fango de nuestro pasado y ondearlo en nuestra cara, cuando
todos nuestros pecados ya han sido cubiertos por la sangre de Cristo?
La limpieza y el poder de perdonar en la sangre de Cristo lo abarca todo.
¡Cubre nuestra vida entera!
David Wilkerson
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