La meta fundamental que Dios tiene para con todos sus hijos es una vida
abundante. Él nunca tuvo la intención de que nosotros viviéramos enfocados
en nuestros pecados y fracasos. La buena noticia es que servimos a un Dios de
amor absoluto – un Dios de misericordias el cual desea llevar a sus amados
hijos a un lugar superior a todas sus angustias. Pero nosotros no podemos tomar
nuestro lugar, sentados con Cristo en los lugares celestiales, hasta que nos
identifiquemos totalmente con su muerte y resurrección.
No puede haber una brecha hacia una vida ascendida sin haber experimentado
primero la muerte en la cruz. El Espíritu Santo ha puesto dentro de nosotros
el conocimiento de que no podemos vivir verdaderamente hasta que muramos por
completo. Pareciera que tenemos entendimiento acerca de nuestra cita con la
muerte, un destino que tiene que ver con la cruz de Cristo.
Observe dónde nos encontramos actualmente, nuestros temores, vacíos, soledad,
fracasos, y cómo estamos cediendo al pecado. Considere cuán poco realmente
poseemos de la paz que el Señor nos prometió. Nos hemos quedado muy lejos de
lo que un cristiano victorioso debiera ser. Sin embargo, sabemos que la Palabra
de Dios habla claramente de victoria, paz y liberación del dominio del pecado.
Hemos visto algunos cristianos que han podido lograr entrar a esa hermosa vida
de seguridad y quisiéramos preguntarles: ¿Cómo pudo usted llegar a esa
victoria? Y luego nos preguntamos cómo podemos nosotros lograrlo.
El Espíritu Santo debe traernos a la cruz y hacernos enfrentar la realidad de
morir al mundo y al pecado. El momento en que comencemos a buscar al Señor
diligentemente con un deseo de someternos a su señorío en todas las cosas,
entonces seremos atraídos irresistiblemente por el Espíritu. Seremos llevados
hasta el final de nosotros mismos, despojados, debilitados, y sin confianza en
nuestra carne.
Yo estoy convencido que el Espíritu Santo está trayendo a su iglesia de
vuelta a las gloriosas verdades de identificarse con la vida de Cristo en
muerte, resurrección y ascensión.
La muerte puede ser muy aterradora, especialmente si usted no puede ver la
gloria al otro lado de ella. Pero Cristo nos asegura de su amor perpetuo a
pesar de nuestros fracasos, y nos da paz y el gozo de su vida de resucitada.
David Wilkerson
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