martes, 3 de septiembre de 2013

LA PUERTA DE LA GRACIA

Isaías profetizó: “Reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones.” (Isaías 61:4). Los oyentes de Isaías no podían comprender la clase de libertad y las hazañas que él estaba describiendo aquí. Durante generaciones el pueblo de Dios había sido aplastado bajo la Ley, devastado por su carga. Lo mismo puede decirse de la gente en los días de Jesús. Eran duros con ellos mismos y aceptaban las cargas legalistas puestas en ellos por los líderes religiosos. Es por eso que las palabras de Cristo fueron tan revolucionarias cuando citó directamente a Isaías para anunciar su ministerio: “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel” (Isaías 61:1). Jesús sabía que el don de la gracia nos haría completamente libres y Su mensaje no era sólo para los inconversos. Cuando habló de liberar a los cautivos, Él estaba hablando a los creyentes: “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.” (Juan 8:36). Hoy día somos tan duros con nosotros mismos como lo era el pueblo de los tiempos de Jesús. Pensamos en la gracia como suave, fácil, permisiva. Pero la gracia es la potencia más poderosa que puedas ver trabajar en tu vida. También es el único poder que trae fruto real en tu caminar con Dios, tu vida de oración, tu testimonio, tus buenas obras en Su nombre. Sólo al entrar plenamente en la gracia de Dios su iglesia será conmovida y llena de poder para caminar en las obras gloriosas que Él ha puesto delante de nosotros. Después de leer esto, ¿sigues esforzándote para ser perfecto? Sólo hay una entrada al camino de la perfección: la puerta de la gracia. Tú ya eres perfecto a los ojos de Dios por la justicia de su Hijo, Jesucristo. Ahora, ésta es tu responsabilidad: deja de esforzarte. Tus esfuerzos sólo te llevan hacia atrás, no hacia adelante, y son la causa de que te pierdas por completo la gracia de Dios, gracia que trae libertad, gozo y poder para hacer todo lo que Dios te ha llamado a hacer. El hecho es que tú vas a necesitar gracia sobre gracia a medida que avanzas con Jesús. Así que ahora no es el momento de redoblar tus esfuerzos. Es el momento de confiar en que Cristo ha provisto toda la gracia que necesitas, a cada paso, para caminar en el llamado único que Él tiene para ti. GARY WILKERSON

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