viernes, 6 de septiembre de 2013

ESTARÉIS TRANQUILOS

¿Te despiertas todos los días en angustia por una lujuria o hábito que te asedia? ¿Vives en tormento, pensando: “Esta cosa horrible todavía está viva en mí?” Dios sabe todo sobre el pecado que permanece en tu corazón. Y Él sabe cómo lo odias y cómo has llorado acerca de eso. Ahora Él quiere que oigas esta palabra: “Jehová es mi fortaleza y mi escudo; En él confió mi corazón, y fui ayudado” (Salmo 28:7). David sabía esto, por eso podía decir, “No temeré mal alguno” (Salmo 23:4). Satanás obtendría la victoria si tan sólo hubiese podido convencer a David para que tuviera miedo y ésa es la forma en que trabaja el enemigo contra ti. Él quiere que tengas miedo de que nunca serás libertado. Pero Dios dice a todos los santos afligidos y heridos: “¡No temas! Veo y conozco todos tus sufrimientos. ¡Y no permitiré que Satanás te destruya!” Puedes preguntar, “Pero ¿qué voy a hacer? ¿Cómo puedo tener la paz y el descanso del Señor en todo esto?” La respuesta se encuentra en la palabra de Dios a Moisés e Israel. Con un mar ante ellos, un enemigo detrás de ellos y ningún lugar donde dirigirse, Dios les ordenó: “...No temáis, estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros...Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos” (Éxodo 14:13-14). ¿Qué significa esta última frase: “estaréis tranquilos”? Significa no más preocupación, no más intentos de resolver todo, y en cambio, confiar en que Dios haga un camino para ti. Es allí cuando Él te da su palabra de dirección, como la dio a Israel: “...marchen” (Versículo 15). Josué también enfrentó enemigos imposibles. Él y su cansada tropa de soldados inexpertos tuvieron que marchar toda la noche a Gabaón, dónde enfrentaron una gigantesca fuerza militar. Cuando Josué miró hacia el campo de batalla, vio el valle lleno de carros poderosos y soldados bien entrenados. La Escritura dice: “Y Jehová dijo a Josué, No tengas temor de ellos; porque yo los he entregado en tu mano, y ninguno de ellos prevalecerá delante de ti” (Josué 10:8). Dios pronunció la victoria aun antes que Josué entrara en la batalla. Él dijo, “¡La victoria ya está ganada! Ninguno de estos soldados enemigos quedará de pie después de la batalla. ¡Ahora, ve y pelea, sabiendo que te he prometido la victoria!” ¡Ése es el mensaje de la cruz! La victoria ya está ganada para nosotros. DAVID WILKERSON

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