miércoles, 28 de noviembre de 2012

YO TE ESFUERZO

Quiero hablar de la esclavitud del pecado, es decir, su batalla con la carne.
Bajo el nuevo pacto, Dios permitirá situaciones que le muestren cómo usted es
totalmente dependiente de Él para liberarle por la fe.

Dios nunca lo meterá en tentación sino que le permitirá llegar hasta el
final de sus posibilidades. Si tiene un pecado que le asedia, Satanás vendrá
contra usted continuamente con sus mentiras: "¡Eres demasiado débil nunca lo
vas a lograr!".

Se oye el ruido de las cadenas con que Satanás trata de atarle a su hábito
una vez más y usted se pregunta: "Señor, ¿cómo voy a levantarme de esto?
¡He caído tan bajo!"

¿Qué puede hacer? Usted sabe que no puede correr más rápido que el enemigo
y no es rival para él en una pelea, por lo que se acobarda ante él, temblando
de miedo.

Usted puede decirse a sí mismo: "Voy a volver a mis viejas costumbres. Por lo
menos voy a estar a salvo de toda esta guerra espiritual ¡Esto es demasiado
para mí!" Pero usted sabe que no puede volver a su viejo amo. Si se vuelves
atrás ahora y deserta de Cristo, le costará la vida.

Muchos cristianos se quedan atrapados en el ciclo infernal de pecar y confesar,
pecar y confesar. Corren a los amigos, consejeros, cualquiera que les escuche
como lloran y oran. Tales creyentes hacen todo menos quedarse quietos y confiar
en el Señor para traer su liberación.

El Antiguo Testamento nos da ejemplo tras ejemplo de cómo no tenemos poder en
nuestra carne para librar batallas espirituales. Nuestro viejo hombre es
completamente débil e impotente, pero tenemos un nuevo hombre dentro de
nosotros. Este hombre nuevo entiende que no hay forma salida humana, que Dios
tiene que hacer todo el combate. Nos resistimos al diablo no en nuestras
fuerzas, sino por el poder del Espíritu Santo, que se revela en nosotros por
la fe.

"No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te
esfuerzo" (Isaías 41:10).
  DAVID WILKERSON

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