“Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis
llamados en un solo cuerpo. Y sed agradecidos.” (Colosenses 3:15)
Este versículo contiene un mandato increíble: ¡Dios llama a su cuerpo en
Cristo Jesús a permitirle que Su paz gobierne en sus corazones, mentes y
cuerpos! La paz de Dios tiene que ser el árbitro de nuestras vidas,
estableciéndose sobre todo. Si alguna vez ha habido un tiempo en el que este
llamado necesita ser escuchado es hoy, ¡en este tiempo de agitación y
confusión!
¿Por qué el Señor le pide a su primera iglesia que permita que Su paz
gobierne en sus vidas? Ello se debe a que Él sabía lo que vendría y quería
prepararlos! En tan solo pocos años, gran agitación vendría sobre ellos.
Éstos serían torturados y perseguidos. Enfrentarían tiempos difíciles,
perderían sus hogares, sus bienes terrenales serían confiscados, inclusive
sufrirían ataques de hombres viciosos quienes pensaron que le harían a Dios
un favor aniquilándolos. Dios los estaba previniendo, preprarando,
“¡Ustedes tienen que ser cimentados en Mi paz porque solamente ésta les
permitirá enfrentar los cambios que vienen!”
“Lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis y visteis en mí, esto haced; y
el Dios de paz estará con vosotros.” (Filipenses 4:9).
Actualmente existe una paz falsa en muchas iglesias. Una paz que fallará en
los días venideros. ¡Esta es la paz que tienen los cristianos necios y ciegos
del pecado! Moisés llamó a esos creyentes “auto-bendecidos”, queriendo
decir, “auto-engañados.” Él le advirtió a Israel de la maldición que
caería sobre los malvados e hijos desobedientes de Dios que caminaron en
idolatría. Él les dijo que serían cubiertos sobre su pecado con un falso
sentido de paz: “y después de oir las palabras de esta maldición, él se
congratule en su corazón, diciendo: "Tendré paz, aunque ande en la dureza de
mi corazón, puesto que con la embriaguez se aplaca la sed. " (Deuteronomio
29:19).
¡Moisés estaba describiendo al hijo de Dios que decide satisfacer su lujuria
por la maldad! Este creyente encuentra una doctrina cómoda que le dice que
está bien, que es salvo, y que está atado al cielo, mientras continúa en
pecado. Él se dice a sí mismo, “Haré como me plazca y aún no perderé la
paz en mi corazón.”
No importa lo que le suceda a América o a las naciones del mundo, ¡no hay
poder en el infierno que pueda robar la paz de Dios a través de Jesucristo, y
la cual es implatada en nuestra alma! Dios tendrá a su gente gobernada por su
paz. “Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones.”
DAVID WILKERSON
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