martes, 29 de enero de 2013

FAVOR PARA TODA LA VIDA

¿Da Dios su favor y pródiga su gracia al hambriento corazón que espera en
Él?, ¿Le da Dios su bendición abundante? La respuesta es sí, y nos
encontramos con esta muestra en el primer capítulo de Lucas.    

Un ángel se le apareció a María para anunciar los eventos sorprendentes que
tendrían lugar en su vida: "Dios mandó al ángel Gabriel a Nazaret, un pueblo
de la región de Galilea. El ángel llevaba un mensaje para una joven llamada
María. Ella estaba comprometida para casarse con José, quien era descendiente
del rey David. El ángel entró a donde estaba María, la saludó y le dijo:
¡Dios te ha bendecido de manera especial! El Señor está contigo. María se
sorprendió mucho al oír un saludo tan extraño, y se preguntaba qué
significaba eso."(Lucas 1:26-29).    

Eruditos de la Biblia dicen que María era muy joven, probablemente un
adolescente. Imagínese lo extraño que este encuentro debió ser para ella. He
aquí una chica sencilla de una familia y aldea humilde, y un ángel se aparece
ante ella diciendo « No tengas miedo, María; Dios te ha concedido su favor.
Quedarás encinta y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.
"(Lucas 1:30-31, NVI).    

María no estaba segura de lo que estaba oyendo, lo cual es fácil de entender:
Viviendo en una cultura dominada por los hombres, ella tenía muy poca
influencia y probablemente muy pocas expectativas para su vida. Ella tendría
todos los privilegios de ser una buena esposa y madre, pero nada más.    

Muchos de nosotros somos como María. Nos gustaría ver nuestras circunstancias
transformadas. Queremos ver que nuestro familiar enfermo es sanado; anhelamos
que nuestro hijo con problemas encuentre un propósito en Cristo o que  nuestro
matrimonio con dificultades sea restaurado a su antiguo gozo. Al igual que
María, pensamos: “Señor, mi vida no refleja en absoluto tu favor. ¡Por
favor trae tu luz a mi vida!”. ¿Cómo nos sentiríamos si escuchamos una voz
del cielo que nos dice: "Tú tienes el favor de Dio "?

¡Anímese! realmente Dios está cuidándole para favorecerle, especialmente si
usted clama como María: "¡Señor, quiero verte glorificado en mi vida!"


GARY WILKERSON

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