Esaú saldría primero del vientre de su madre -un bebé cubierto de pelo (su
nombre significa "velludo”). Sin embargo, Jacob, su hermano gemelo, tomó su
talón mientras todavía estaba en el vientre. ¡Qué sorpresa debe haber
tenido la partera cuando vio venir a Esaú con una pequeña mano agarrándole
el talón!
“En el seno materno agarró a su hermano por el talón, y cuando creció
luchó con un ángel y logró vencerlo. Luego lloró, y cuando lo encontró en
Betel le rogó. Allí él habló con nosotros;" (Oseas 12:3-4).
¡En este pasaje muy breve acerca de Jacob, el profeta Oseas resume la manera
de vencer y prevalecer con Dios!
El mensaje de Oseas fue: "¡Aquí estaba un hombre ávido de Dios, con hambre
de todo lo que Dios tenía para él!" Jacob salió de la matriz con espíritu
de lucha, ¡anhelando las bendiciones de Dios! Había algo así como un
instinto divino en este niño. Era como si le dijera a Esaú: "Hermano, si
usted no quiere la plenitud de Dios, Yo sí. ¡Fuera de mi camino! ¡No me voy
a quedar atrás de las bendiciones de Dios!"
La primogenitura y la bendición que Jacob deseó a lo largo de su vida
¡representan todas las bendiciones que están en Cristo Jesús! Sin embargo,
Jacob no iba detrás de la doble porción de la riqueza de su padre, ni tampoco
detrás de la promesa de la tierra. No, Jacob quería algo más. Él quería la
bendición de Dios para que ¡él pudiera estar en el linaje del Mesías! Él
quería la bendición del sacerdocio. Esto significa no sólo ser sacerdote del
clan, sino también ¡ser capaz de bendecir a otros!
Vemos este ministerio sacerdotal a través de Génesis 27, cuando Isaac impuso
sus manos sobre Jacob y lo bendijo: "… que tu alma me bendiga "(Génesis
27:19); esto significaba el gran honor de tener la mano de Dios sobre él y
¡poder para bendecir a otros!
Amados, ¡esto es lo que se requiere de los creyentes en estos últimos días!
Dios quiere levantar a un pueblo que no se preocupe sólo de su propio
sustento, de tener una casa o de conducir un buen auto. Él está buscando a
aquellos que están ávidos de las bendiciones de Dios, no para su propio
beneficio ¡sino para que sean usadas por Él para bendecir a otros!
DAVID WILKERSON
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