jueves, 22 de septiembre de 2011

¡DIOS QUIERE HABLARLE!

Dios desea hablar con usted como si estuviera sentado cenando con Él. Él
quiere conversar con usted sobre todo, sobre cualquier asunto, de corazón a
corazón. La Biblia dice: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo. Si alguno
oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo "
(Apocalipsis 3:20).

Este versículo a menudo se ha utilizado para referirse a los inconversos.
Hablamos de Jesús parado a la puerta del corazón del pecador, buscando
entrar. Pero no, aquí ¡Cristo les está hablando a los creyentes!

El contexto muestra que Cristo les está hablando a aquellos que están
vestidos de ropas blancas (la justicia), que han comprado oro probado en el
fuego, cuyos ojos están ungidos (tienen una revelación), que son amados,
reprobados y castigados (ver Apocalipsis 3:15-19). Éstas son personas
arrepentidas, ¡gente santa que quiere conocer la voz de Dios!

Al leer y releer el versículo 20 en este pasaje, tres palabras me resaltaban:
"¡Abre la puerta! ¡Abre la puerta!" Y el Espíritu de Dios habló claramente
a mi corazón:"¡David, la razón por la cual no me has oído como quiero ser
escuchado es porque no estás totalmente abierto en tu espíritu para
escuchar!"

Desde mi perspectiva, esta puerta representa un compromiso -que muchos
cristianos aún no han hecho por completo- La mayoría de los creyentes oran:
"Señor, todo lo que necesito es un pequeño consejo, unas palabras de
dirección, un recordatorio de que me amas. Sólo déjame saber si estoy
haciendo bien o mal. ¡Ve delante de mí y abre las puertas!"

Pero Jesús nos responde: "Si todo lo que quieres de mí es dirección, puedo
enviarte un profeta. Si sólo quieres saber a dónde ir y qué hacer, puedo
enviar a alguien que haga las veces de guía. Pero ¡me estás perdiendo!"

Jesús quiere su cercanía, sus emociones más profundas, su lugar secreto.
Quiere sentarse con usted y compartir todo lo que está en Su corazón, hablar
con usted cara a cara. Apocalipsis 3 es un cuadro maravilloso de esto. Habla
del amor y de la intimidad, de compartir secretos con entonaciones suaves y
tiernas.

Cuando Jesús entra, trae alimento y pan, en otras palabras, Él mismo ingresa.
Cuando se alimente de Él ¡usted estará satisfecho por completo!

DAVID WILKERSON

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