“Por tanto, nosotros todos, mirando con el rostro descubierto y reflejando
como en un espejo la Gloria del Señor, somos transformados de Gloria en Gloria
en su misma imagen, por la acción del Espíritu del Señor” (2 Corintios
3:18). ¡Nos convertimos en lo que observamos! El foco de nuestra atención
esparce su influencia durante toda nuestra vida. Lo que contemplamos con
nuestros ojos espirituales, nos obsesiona - ¡se apodera! Pablo eligió ser
obsesionado con Cristo. El Salvador llegó a ser objeto exclusivo de sus
pensamientos, de su prédicación, de su doctrina. “Pues me propuse no saber
entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a este crucificado” (1
Corintios 2:2). Él mantuvo sus ojos en la cabeza del cuerpo y no en los
problemas del mismo.
El deseo de Dios para nosotros es que nos vistamos con la presencia de Cristo.
¿Quiere usted victoria sobre el pecado y ser librado de todo el poder del
enemigo? Entonces ore diligentemente por una manifestación de la presencia de
Cristo. Si usted lo hace en serio, los amorosos ojos de Cristo lo derretirán y
lo llevarán a un lugar de quebrantamiento y contrición.
Esa misma presencia tierna del Señor llegará a ser el corazón y la vida de
su propia alma. Usted no querrá salir de Su presencia. Usted se recostará
sobre Su brazo y todo temor desaparecerá, y será reemplazado por un descanso
y una paz perfecta. Revestido del glorioso poder de Su presencia, usted puede
enfrentar al pecado y a Satanás. La Palabra de Dios promete, “El vencedor
será vestido de vestiduras blancas, y no borraré su nombre del libro de la
vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles”
(Apocalipsis 3:5).
La iglesia va en los últimos días como “una mujer vestida del sol…”
(Apocalipsis 12:1). ¡Este es Cristo, nuestro vestido blanco! Nos hemos vestido
de Cristo y estamos permaneciendo en Su presencia por encima de todo principado
y potestades.
En realidad esto no es complicado. De hecho, podemos resumirlo en cuatro
palabras: ¡PERMANEZCA CERCA DE JESUS! Viva en su presencia y por fe tome
asiento junto a Él en los lugares celestiales. Contémplelo mientras Él
permanece a la diestra del Padre para beneficio suyo y nada le podrá ser un
estorbo. Usted estará por encima de todo y así como Esteban, usted podrá
contemplarlo en el cielo (ver Hechos 7:56).
“Por tanto, nosotros todos, mirando con el rostro descubierto y reflejando
como en un espejo la Gloria del Señor, somos transformados de Gloria en Gloria
en su misma imagen, por la acción del Espíritu del Señor” (2 Corintios
3:18). ¡Nos convertimos en lo que observamos! El foco de nuestra atención
esparce su influencia durante toda nuestra vida. Lo que contemplamos con
nuestros ojos espirituales, nos obsesiona - ¡se apodera! Pablo eligió ser
obsesionado con Cristo. El Salvador llegó a ser objeto exclusivo de sus
pensamientos, de su prédicación, de su doctrina. “Pues me propuse no saber
entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a este crucificado” (1
Corintios 2:2). Él mantuvo sus ojos en la cabeza del cuerpo y no en los
problemas del mismo.
El deseo de Dios para nosotros es que nos vistamos con la presencia de Cristo.
¿Quiere usted victoria sobre el pecado y ser librado de todo el poder del
enemigo? Entonces ore diligentemente por una manifestación de la presencia de
Cristo. Si usted lo hace en serio, los amorosos ojos de Cristo lo derretirán y
lo llevarán a un lugar de quebrantamiento y contrición.
Esa misma presencia tierna del Señor llegará a ser el corazón y la vida de
su propia alma. Usted no querrá salir de Su presencia. Usted se recostará
sobre Su brazo y todo temor desaparecerá, y será reemplazado por un descanso
y una paz perfecta. Revestido del glorioso poder de Su presencia, usted puede
enfrentar al pecado y a Satanás. La Palabra de Dios promete, “El vencedor
será vestido de vestiduras blancas, y no borraré su nombre del libro de la
vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles”
(Apocalipsis 3:5).
La iglesia va en los últimos días como “una mujer vestida del sol…”
(Apocalipsis 12:1). ¡Este es Cristo, nuestro vestido blanco! Nos hemos vestido
de Cristo y estamos permaneciendo en Su presencia por encima de todo principado
y potestades.
En realidad esto no es complicado. De hecho, podemos resumirlo en cuatro
palabras: ¡PERMANEZCA CERCA DE JESUS! Viva en su presencia y por fe tome
asiento junto a Él en los lugares celestiales. Contémplelo mientras Él
permanece a la diestra del Padre para beneficio suyo y nada le podrá ser un
estorbo. Usted estará por encima de todo y así como Esteban, usted podrá
contemplarlo en el cielo (ver Hechos 7:56).
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