Al igual que Pablo, yo no le tengo ninguna confianza en la carne. Algunas de
las personas de Dios que yo he conocido le han fallado a Dios miserablemente
por depositar su confianza en la carne. Esto me hace pensar en la terrible
tentación y en el fracaso de David, un hombre acorde al corazón de Dios.
David fue grandemente tentado, cayó en adulterio, mintió y asesinó a un
hombre inocente. Estoy seguro que cuando el profeta Natán lo expuso, Satanás
estaba convencido que David sería abandonado. Él pensó que este hombre
diría: “¿Ahora para qué soy útil? ¡He avergonzado a Dios! He pecado en
contra de la luz y he cometido los mismos pecados de los que he predicado
estar en contra. Dios nunca más me usará. Mi corazón es demasiado oscuro. He
sido dominado por el pecado.”
¡Qué equivocado Satanás estaba! Escuche el clamor de David al arrepentirse:
“Me castigó gravemente Jah, pero no me entregó a la muerte.(Salmo 118:18).
David dijo, “Yo fui tentado y puesto a prueba pero Dios no me dejó bajo el
dominio del poder de Satanás.”
Amado, si el diablo viene a usted con sus poderosas tentaciones, esto no
siempre sucede porque su corazón es malvado. Él puede atacarlo a usted porque
ha regresado al camino del Señor. Él está trayendo feroces pruebas de lujuria
y tentaciones en contra suya para destruir su fe.
“Amados, no os sorprendáis del fuego de la prueba que os ha sobrevenido,
como si alguna cosa extraña os aconteciera.” (1 Pedro 4:12).
“No os ha sobrevenido ninguna prueba que no sea humana; pero fiel es Dios,
que no os dejará ser probados más de lo que podéis resistir, sino que dará
también juntamente con la prueba la salida, para que podáis soportarla.” (1
Corintios 10:13).
No hay nada extraño en lo que usted se encuentra viviendo. Usted puede
sentirse desanimado porque su enemigo ha venido en contra suya como un diluvio.
El ataque puede ser a través de tentación, lujuria, problemas maritales,
crisis financieras. Usted podrá decirse a sí mismo, “ Estoy tratando de
servirle al Señor, haciendo lo mejor para amarle y serle fiel. Pero las cosas
solamente están empeorando. ¿ Hay algo malo en mí? ¿Por qué no puedo salir
de este hoyo? ¿Por qué mis problemas siguen amontonándose?”
Le exhorto a que mire a su derecha, a su izquierda, hacia al frente y detrás
de usted. Todos están pasando por algo. Detrás de las sonrisas de sus amados
hermanos y hermanas en Cristo hay muchas lágrimas. Ellos están sufriendo por
pruebas de las cuales usted no tiene conocimiento.
No, usted no está sólo en su sufrimiento y su prueba no es ajena o una
circunstancia inusual. Lo que usted está viviendo le es común a multitudes.
DAVID WILKERSON
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