Mi silencio es de donde parte lo que yo soy, lo que vivo y lo que deseo dar a los otros. Ese espacio es el tesoro preciado que tantas veces buscamos, es el diamante que en tantas ocasiones queremos… ¿por qué? por su inmenso valor, por lo que ello significa.
En mi silencio me encuentro conmigo misma, con todo lo que me preocupa y me hace sufrir, además de todas las alegrías y momentos de amistad y fraternidad que puedan existir. Es aquí donde valoro y donde me encuentro con Dios, donde comienza mi relación personal e íntima con el Dios de mi vida; es un espacio que sólo Él y yo conocemos, y es el lugar que Él mismo ha creado para el encuentro personal.
El silencio de nuestra vida no está apartado del quehacer de la persona, al contrario, siendo algo donde sólo uno mismo tiene cabida, sirve como medio para llegar al otro. No significa “borrarte” del mundo y hacer otro paralelamente, precisamente es tomar perspectiva para estar en nuestro mundo de hoy. Cuidar los espacios personales para poder darte aún más a la gente que te rodea. El silencio nos ayuda a escuchar con más facilidad, nos hace estar más atentos porque antes hemos aprendido a estar en silencio, hemos aprendido a escuchar a Dios.
Cuidar estos espacios nos ayudan a poder dar con más fuerza y credibilidad, no abandonemos y nos dejemos llevar por el bullicio del mundo; aprovechemos lo que tenemos para darle un giro y alimentar todo lo que verdaderamente tiene valor en nuestra vida. Texto: Hna. Conchi García.
2 comentarios:
También amo el silencio.
Y -como dice ahí- no significa “borrarte” del mundo y hacer otro paralelamente para no escucharte ni tenerte presente.
Es un silencio donde quizás aprenda a oirte mejor y a recibirte mejor. Un silencio incluso de mi ruido interno, que es mucho, hoy mismo, esta noche.
Grandes besos para Alicia, Angel de los Sanatorios
Gracias linda ,Te quiero!!
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