martes, 14 de junio de 2011

Salmos 68

Que se levante Dios,
que sean dispersados sus enemigos,
que huyan de su presencia los que le odian.
Que desaparezcan del todo,
como humo que se disipa con el viento;
que perezcan ante Dios los impíos,
como cera que se derrite en el fuego.
Pero que los justos se alegren y se regocijen;
que estén felices y alegres delante de Dios.

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