jueves, 16 de junio de 2011

GRACIA Y PAZ PARA USTED DE PARTE DE DIOS, NUESTRO PADRE

“Por nada estés angustiados, sino sean conocidas vuestras peticiones
delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses
4:6).

Yo creo que la oración mezclada con fe es la respuesta para todo. Pablo dice
aquí, “en toda oración” - que significa, “oren por todo. Y den gracias
que vuestras peticiones serán escuchadas y respondidas.” Se nos dice que
oremos como nuestra primera opción, no después de que hemos intentado todo lo
demás en vano. “Buscad primero el Reino de Dios” (Mateo 6:33, mis
cursivas).

Muchos cristianos hoy día están siendo saqueados por Satanás. Sus hogares
están siendo agitados. Muchos están siendo inundados de miedo y culpa, y se
encuentran con problemas por todos lados. Los conflictos que leemos en las
cartas que son enviadas a nuestro ministerio son abrumadores.

Sin embargo, la realidad es que muy pocos creyentes que están enfrentando
dificultades buscan al Señor en ferviente oración. Actualmente no muchas
personas dedican un tiempo exclusivo, consistente y diario de oración con
Dios. Muy a menudo, la desesperación se establece en ellos debido a que no van
al lugar secreto a descargar sus almas y a vaciar sus penas ante el Señor. En
lugar de esto, les cuentan todos sus problemas a sus amigos, pastores,
consejeros – y descuidan al Señor, quien los espera para estar a solas con
ellos. Oramos como último recurso.

¿Podrá Dios estar entristecido con esta generación de la misma manera que lo
estaba con Israel? Él dijo sobre ellos, “Mi pueblo se ha olvidado de mí por
innumerables días” (Jeremías 2:32).

Dios se complace cuando corremos a él primero, cuando nos damos un tiempo
especial para estar con él, derramando nuestros sentimientos profundos y
exponiendo nuestras peticiones delante de él. No tenemos derecho a decir que
amamos al Señor si no pasamos tiempo regularmente con él. Él escuchará
nuestras oraciones y las contestará. Pero él necesita que usted esté con él
a solas para que él pueda hablarle en un momento de silencio.

Mientras voy diariamente a la santa presencia del Señor, mi petición más
constante es que el Espíritu Santo me abra a la Palabra de Dios con el fin de
ser un verdadero oráculo para él. Yo confío en él, en que mis mensajes
dirigidos a su cuerpo serán edificantes, convincentes y que provocarán a los
creyentes a caminar en justicia.

Dedique un tiempo de calidad con él, confiándole a él todas sus peticiones.

DAVID WILKERSON

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