Creo que si un cristiano tiene un deseo intenso por llevar una vida santa, si
anhela darle todo al Señor, entonces solamente existe una razón por la cual
él fallará en disfrutar la bendición y la libertad prometida a través de la
presencia del Espíritu Santo dentro de él. Esta razón es la incredulidad.
Así como Jesús no pudo obrar debido a la presencia de incredulidad, el
Espíritu Santo no puede hacer nada en nuestras vidas cuando le abrimos la
puerta a la incredulidad.
Es vital para todo seguidor de Jesús no juzgar las promesas de Dios conforme a
sus experiencias pasadas. Si nos agarramos completamente de sus promesas,
creyéndolas con todo nuestro ser, confiando en que él nos dará fe, y si nos
aferramos a lo que el mismo Espíritu testifica, entonces podremos saber que
los resultados obtenidos provienen del compromiso de Dios hacia nosotros. De
esta manera, seremos capaces de pararnos en el día del juicio habiendo
permanecido fieles. Simplemente, no podemos renunciar a nuestro deseo de entrar
a las bendiciones prometidas.
Hubo un momento en mi vida cuando tuve que entregar mi futuro eterno en las
promesas de Dios. Estuve determinado a confiar en su Palabra poniendo en riesgo
a mi propia alma. Le presenté este gran desafío al Señor Todo Poderoso:
“Señor, voy a creer que tú me has dado a tu Espíritu Santo. Creo en que
él solamente puede librarme de toda cadena que me ata. Creo en que él me trae
convicción, me guía y me da el poder para vencer. Creo en que él causa en mí
el obedecer tu Palabra. Y creo en que él nunca se apartará de mí, ni me
dejará apartarme de tí. No limitaré a tu Espíritu en mi. Viva o muera,
esperaré en él, clamaré a él, y confiaré en él.”
“Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: "¡Huesos secos,
oíd palabra de Jehová!” (Ezequiel 37:4). Debemos de hacer lo que Ezequiel,
orar la Palabra de Dios. Debemos recordar las promesas que nos fueron dadas
sobre el Santo Espíritu de Dios. Debemos decirle “Espíritu Santo, el Padre
que está en el cielo me prometió que te pondría en mi corazón, y yo me he
apropiado de esta promesa. Yo cederé y cooperaré, pues quiero ser santo. Tú
dices que provocarás en mí el andar en sus caminos y obedecer cada una de sus
palabras. No sé cómo planeas hacer todo esto pero tú hiciste un juramento y
no puedes mentir. Todo esto se encuentra escrito en la Palabra, Espíritu
Santo. Así que ven, has tu obra en mí. Te he depositado mi propia alma en tu
promesa.”
DAVID WILKERSON
jueves, 30 de junio de 2011
miércoles, 29 de junio de 2011
EL RESTABLECIMIENTO DE LA FE
Le tengo una palabra especial a todos los que enfrentan imposibilidades: el
restablecimiento de la fe depende de una revelación más plena del amor de
nuestro Padre celestial hacia nosotros.
“Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti
con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos”
(Sofonías 3:17). Aquí está una gloriosa revelación de la firmeza del amor
de Dios por sus hijos. Las Escrituras nos dicen que él calla y se regocija en
su amor por nosotros.
La palabra hebrea que aquí se traduce como “callará”, significa que Dios
no tiene ninguna duda o pregunta concerniente a su amor por nosotros. En otras
palabras, él ha fijado o asegurado su amor por nosotros, y él nunca lo
quitará. De hecho, se nos dice que Dios está tan satisfecho en su amor por
nosotros que él canta.
¿Puede usted imaginar eso? Esta es una manifestación celestial del deleite
que Dios tiene por usted. El escritor John Owen interpreta este pasaje de la
siguiente manera: “Dios brinca, con alegría exuberante.”
Aunado a esto, Pablo nos dice que todo lo que está fuera del orden divino –
todo lo que está relacionado con incredulidad y confusión – es cambiado
cuando aparece el amor de Dios. “Mas cuando se manifestó la bondad de Dios
nuestro Salvador, y su amor para con los hombres” (Tito 3:4).
En el versículo anterior Pablo dice, “Porque también éramos nosotros
necios en otro tiempo, rebeldes, extraviados” (3:3). En otras palabras:
“Todo estaba fuera de orden. Nuestra fe no era vencedora. Pero la bondad y el
amor de Dios aparecieron, los cuales Dios derramó abundantemente sobre nosotros
a través de Cristo.”
Cuando Pablo dice que el amor de Dios “se manifestó”, él está usando una
palabra cuya raíz griega significa “imponer.” En suma, el Señor nos miró
y nos vio pobres, con almas en conflicto, llenos de temores y preguntas, y él
impuso esta revelación: “Mi amor te librará. Descansa y deléitate en mi
amor por ti.”
Agradezco a Dios por el día en que su amor “se manifestó” en mí. No hay
fe que pueda permanecer ante las imposibilidades a no ser que todo – cada
problema, cada aflicción – sea entregado al cuidado amoroso de nuestro
Padre. Cuando mis situaciones están en su peor momento, yo debo descansar en
una simple fe.
David Wilkerson
restablecimiento de la fe depende de una revelación más plena del amor de
nuestro Padre celestial hacia nosotros.
“Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti
con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos”
(Sofonías 3:17). Aquí está una gloriosa revelación de la firmeza del amor
de Dios por sus hijos. Las Escrituras nos dicen que él calla y se regocija en
su amor por nosotros.
La palabra hebrea que aquí se traduce como “callará”, significa que Dios
no tiene ninguna duda o pregunta concerniente a su amor por nosotros. En otras
palabras, él ha fijado o asegurado su amor por nosotros, y él nunca lo
quitará. De hecho, se nos dice que Dios está tan satisfecho en su amor por
nosotros que él canta.
¿Puede usted imaginar eso? Esta es una manifestación celestial del deleite
que Dios tiene por usted. El escritor John Owen interpreta este pasaje de la
siguiente manera: “Dios brinca, con alegría exuberante.”
Aunado a esto, Pablo nos dice que todo lo que está fuera del orden divino –
todo lo que está relacionado con incredulidad y confusión – es cambiado
cuando aparece el amor de Dios. “Mas cuando se manifestó la bondad de Dios
nuestro Salvador, y su amor para con los hombres” (Tito 3:4).
En el versículo anterior Pablo dice, “Porque también éramos nosotros
necios en otro tiempo, rebeldes, extraviados” (3:3). En otras palabras:
“Todo estaba fuera de orden. Nuestra fe no era vencedora. Pero la bondad y el
amor de Dios aparecieron, los cuales Dios derramó abundantemente sobre nosotros
a través de Cristo.”
Cuando Pablo dice que el amor de Dios “se manifestó”, él está usando una
palabra cuya raíz griega significa “imponer.” En suma, el Señor nos miró
y nos vio pobres, con almas en conflicto, llenos de temores y preguntas, y él
impuso esta revelación: “Mi amor te librará. Descansa y deléitate en mi
amor por ti.”
Agradezco a Dios por el día en que su amor “se manifestó” en mí. No hay
fe que pueda permanecer ante las imposibilidades a no ser que todo – cada
problema, cada aflicción – sea entregado al cuidado amoroso de nuestro
Padre. Cuando mis situaciones están en su peor momento, yo debo descansar en
una simple fe.
David Wilkerson
martes, 28 de junio de 2011
PLENAMENTE CONVENCIDO
Abraham no dudó en su fe. En lugar de eso, él estaba “plenamente convencido
de que todo lo que (Dios) había prometido, era también poderoso para
hacerlo” (Romanos 4:21). Él reconoció que Dios era capaz de trabajar con la
nada. Verdaderamente, nuestro Dios crea del vacío. Considere lo que nos dice
Génesis: de la nada, Dios creó el mundo. Con tan sólo una palabra, él crea.
Y de la nada él puede crear milagros para nosotros.
Cuando todo lo demás falla – cuando todos sus planes y sus esquemas se han
agotado – este es el tiempo para que usted entregue todo a Dios. Este es el
momento para que usted le dé al Señor su confianza de encontrar respuesta en
cualquier otro lugar. Una vez que usted esté listo para creer, usted deberá
de ver a Dios no como un alfarero que necesita barro, sino como un Creador que
trabaja a partir de la nada. Y de la nada de lo que está hecho este mundo y
sus recursos, Dios obrará de maneras y formas que usted nunca pudo haber
concebido.
¿Cuán serio es el Señor respecto a su deseo de que le creamos a él cuando
enfrentamos nuestras imposibilidades? Encontramos la respuesta a esta pregunta
en la historia de Zacarías, el padre de Juan el Bautista. Zacarías fue
visitado por un ángel, quien le dijo que su esposa Elisabet daría a luz a un
niño especial. Pero Zacarías entrado en años al igual que Abraham, rehusó
creerle. La sola promesa de Dios no fue suficiente para él.
Zacarías le respondió al ángel, “¿En qué conoceré esto?, porque yo soy
viejo y mi mujer es de edad avanzada” (Lucas 1:18). En otras palabras,
Zacarías consideró las imposibilidades y dijo, “Esto no es posible. Tienes
que probarme cómo lo harás.” No le pareció que era algo razonable.
Las dudas de Zacarías no le agradaron al Señor. El ángel le respondió,
“Ahora, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su
tiempo, quedarás mudo y no podrás hablar hasta el día que esto suceda”
(1:20).
El mensaje es claro: Dios espera que le creamos cuando él habla. De igual
manera, Pedro escribe: “De modo que los que padecen según la voluntad de
Dios, encomienden sus almas al fiel Creador y hagan el bien” (1 Pedro 4:19,
mis cursivas).
DAVID WILKERSON
de que todo lo que (Dios) había prometido, era también poderoso para
hacerlo” (Romanos 4:21). Él reconoció que Dios era capaz de trabajar con la
nada. Verdaderamente, nuestro Dios crea del vacío. Considere lo que nos dice
Génesis: de la nada, Dios creó el mundo. Con tan sólo una palabra, él crea.
Y de la nada él puede crear milagros para nosotros.
Cuando todo lo demás falla – cuando todos sus planes y sus esquemas se han
agotado – este es el tiempo para que usted entregue todo a Dios. Este es el
momento para que usted le dé al Señor su confianza de encontrar respuesta en
cualquier otro lugar. Una vez que usted esté listo para creer, usted deberá
de ver a Dios no como un alfarero que necesita barro, sino como un Creador que
trabaja a partir de la nada. Y de la nada de lo que está hecho este mundo y
sus recursos, Dios obrará de maneras y formas que usted nunca pudo haber
concebido.
¿Cuán serio es el Señor respecto a su deseo de que le creamos a él cuando
enfrentamos nuestras imposibilidades? Encontramos la respuesta a esta pregunta
en la historia de Zacarías, el padre de Juan el Bautista. Zacarías fue
visitado por un ángel, quien le dijo que su esposa Elisabet daría a luz a un
niño especial. Pero Zacarías entrado en años al igual que Abraham, rehusó
creerle. La sola promesa de Dios no fue suficiente para él.
Zacarías le respondió al ángel, “¿En qué conoceré esto?, porque yo soy
viejo y mi mujer es de edad avanzada” (Lucas 1:18). En otras palabras,
Zacarías consideró las imposibilidades y dijo, “Esto no es posible. Tienes
que probarme cómo lo harás.” No le pareció que era algo razonable.
Las dudas de Zacarías no le agradaron al Señor. El ángel le respondió,
“Ahora, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su
tiempo, quedarás mudo y no podrás hablar hasta el día que esto suceda”
(1:20).
El mensaje es claro: Dios espera que le creamos cuando él habla. De igual
manera, Pedro escribe: “De modo que los que padecen según la voluntad de
Dios, encomienden sus almas al fiel Creador y hagan el bien” (1 Pedro 4:19,
mis cursivas).
DAVID WILKERSON
viernes, 17 de junio de 2011
CUANDO ENCARAMOS LAS IMPOSIBILIDADES
“Y (Abraham) no se enflaqueció en la fe, ni consideró su cuerpo ya muerto
(siendo ya de casi cien años), ni la matriz muerta de Sara” (Romanos 4:19).
La esencia de la verdadera fe se encuentra en este versículo. Dios le acaba de
prometer a Abraham que tendría un hijo, el cual sería la semilla de muchas
naciones. Asombrosamente, Abraham no se turbó al recibir esta promesa, aún
sabiendo que ya había pasado la edad de procrear hijos. En lugar de eso,
cuando Abraham recibió esta palabra de Dios, la Palabra nos dice que “no
consideró su cuerpo como muerto (ni)… la matriz muerta de Sara.”
Para la mente natural, era imposible que esta promesa se cumpliera. Pero
Abraham no se resguardó en ninguna de estas imposibilidades. Según Pablo, el
patriarca no se preocupó en cómo Dios haría para mantener su promesa. Él no
razonó con Dios, “Pero Señor, no tengo semillas para plantar. Y Sara no
tiene vida en su matriz para poder concebir. Mi esposa ya no tiene la habilidad
para tener hijos. Así que, ¿cómo le harás Señor?” En lugar de hacerse
esas preguntas, Abraham simplemente “no las consideró.”
El hecho es que cuando Dios está trabajando para producir en nosotros una fe
que es probada y que es mejor que el oro, primero él pone una sentencia de
muerte a todos los recursos humanos. Él cierra la puerta a todo razonamiento
humano, dejando a un lado cada manera de liberación racional.
La fe que agrada a Dios nace en un lugar de mortandad. Estoy hablando aquí de
la mortandad de todas las posibilidades humanas. Es un lugar donde los planes
hechos por los hombres florecen en un principio pero luego mueren. Es un lugar
donde las esperanzas humanas traen un alivio temporal pero luego se derrumban,
aumentando el sentimiento de desesperación.
¿Ha estado usted en ese lugar de mortandad? ¿Le ha parecido que ya no habían
opciones? En ese lugar usted no puede llamar a nadie para que lo aconseje. Los
cielos parecen ser de bronce cuando ora y sus peticiones se caen al suelo.
Yo le confirmo que ese es Dios trabajando. Su Espíritu está trabajando para
que usted deje de considerar las imposibilidades – para que deje de mirar las
maneras y los recursos humanos – para que deje de usar su astucia para salir
de su situación. El Espíritu Santo le está exhortando urgentemente por medio
de las siguientes palabras: “Deja de buscar la ayuda de algún hombre. Y deja
de enfocarte en cuán desesperante crees que es tu situación. Estos son
obstáculos para tu fe.”
David Wilkerson
(siendo ya de casi cien años), ni la matriz muerta de Sara” (Romanos 4:19).
La esencia de la verdadera fe se encuentra en este versículo. Dios le acaba de
prometer a Abraham que tendría un hijo, el cual sería la semilla de muchas
naciones. Asombrosamente, Abraham no se turbó al recibir esta promesa, aún
sabiendo que ya había pasado la edad de procrear hijos. En lugar de eso,
cuando Abraham recibió esta palabra de Dios, la Palabra nos dice que “no
consideró su cuerpo como muerto (ni)… la matriz muerta de Sara.”
Para la mente natural, era imposible que esta promesa se cumpliera. Pero
Abraham no se resguardó en ninguna de estas imposibilidades. Según Pablo, el
patriarca no se preocupó en cómo Dios haría para mantener su promesa. Él no
razonó con Dios, “Pero Señor, no tengo semillas para plantar. Y Sara no
tiene vida en su matriz para poder concebir. Mi esposa ya no tiene la habilidad
para tener hijos. Así que, ¿cómo le harás Señor?” En lugar de hacerse
esas preguntas, Abraham simplemente “no las consideró.”
El hecho es que cuando Dios está trabajando para producir en nosotros una fe
que es probada y que es mejor que el oro, primero él pone una sentencia de
muerte a todos los recursos humanos. Él cierra la puerta a todo razonamiento
humano, dejando a un lado cada manera de liberación racional.
La fe que agrada a Dios nace en un lugar de mortandad. Estoy hablando aquí de
la mortandad de todas las posibilidades humanas. Es un lugar donde los planes
hechos por los hombres florecen en un principio pero luego mueren. Es un lugar
donde las esperanzas humanas traen un alivio temporal pero luego se derrumban,
aumentando el sentimiento de desesperación.
¿Ha estado usted en ese lugar de mortandad? ¿Le ha parecido que ya no habían
opciones? En ese lugar usted no puede llamar a nadie para que lo aconseje. Los
cielos parecen ser de bronce cuando ora y sus peticiones se caen al suelo.
Yo le confirmo que ese es Dios trabajando. Su Espíritu está trabajando para
que usted deje de considerar las imposibilidades – para que deje de mirar las
maneras y los recursos humanos – para que deje de usar su astucia para salir
de su situación. El Espíritu Santo le está exhortando urgentemente por medio
de las siguientes palabras: “Deja de buscar la ayuda de algún hombre. Y deja
de enfocarte en cuán desesperante crees que es tu situación. Estos son
obstáculos para tu fe.”
David Wilkerson
jueves, 16 de junio de 2011
GRACIA Y PAZ PARA USTED DE PARTE DE DIOS, NUESTRO PADRE
“Por nada estés angustiados, sino sean conocidas vuestras peticiones
delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses
4:6).
Yo creo que la oración mezclada con fe es la respuesta para todo. Pablo dice
aquí, “en toda oración” - que significa, “oren por todo. Y den gracias
que vuestras peticiones serán escuchadas y respondidas.” Se nos dice que
oremos como nuestra primera opción, no después de que hemos intentado todo lo
demás en vano. “Buscad primero el Reino de Dios” (Mateo 6:33, mis
cursivas).
Muchos cristianos hoy día están siendo saqueados por Satanás. Sus hogares
están siendo agitados. Muchos están siendo inundados de miedo y culpa, y se
encuentran con problemas por todos lados. Los conflictos que leemos en las
cartas que son enviadas a nuestro ministerio son abrumadores.
Sin embargo, la realidad es que muy pocos creyentes que están enfrentando
dificultades buscan al Señor en ferviente oración. Actualmente no muchas
personas dedican un tiempo exclusivo, consistente y diario de oración con
Dios. Muy a menudo, la desesperación se establece en ellos debido a que no van
al lugar secreto a descargar sus almas y a vaciar sus penas ante el Señor. En
lugar de esto, les cuentan todos sus problemas a sus amigos, pastores,
consejeros – y descuidan al Señor, quien los espera para estar a solas con
ellos. Oramos como último recurso.
¿Podrá Dios estar entristecido con esta generación de la misma manera que lo
estaba con Israel? Él dijo sobre ellos, “Mi pueblo se ha olvidado de mí por
innumerables días” (Jeremías 2:32).
Dios se complace cuando corremos a él primero, cuando nos damos un tiempo
especial para estar con él, derramando nuestros sentimientos profundos y
exponiendo nuestras peticiones delante de él. No tenemos derecho a decir que
amamos al Señor si no pasamos tiempo regularmente con él. Él escuchará
nuestras oraciones y las contestará. Pero él necesita que usted esté con él
a solas para que él pueda hablarle en un momento de silencio.
Mientras voy diariamente a la santa presencia del Señor, mi petición más
constante es que el Espíritu Santo me abra a la Palabra de Dios con el fin de
ser un verdadero oráculo para él. Yo confío en él, en que mis mensajes
dirigidos a su cuerpo serán edificantes, convincentes y que provocarán a los
creyentes a caminar en justicia.
Dedique un tiempo de calidad con él, confiándole a él todas sus peticiones.
DAVID WILKERSON
delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses
4:6).
Yo creo que la oración mezclada con fe es la respuesta para todo. Pablo dice
aquí, “en toda oración” - que significa, “oren por todo. Y den gracias
que vuestras peticiones serán escuchadas y respondidas.” Se nos dice que
oremos como nuestra primera opción, no después de que hemos intentado todo lo
demás en vano. “Buscad primero el Reino de Dios” (Mateo 6:33, mis
cursivas).
Muchos cristianos hoy día están siendo saqueados por Satanás. Sus hogares
están siendo agitados. Muchos están siendo inundados de miedo y culpa, y se
encuentran con problemas por todos lados. Los conflictos que leemos en las
cartas que son enviadas a nuestro ministerio son abrumadores.
Sin embargo, la realidad es que muy pocos creyentes que están enfrentando
dificultades buscan al Señor en ferviente oración. Actualmente no muchas
personas dedican un tiempo exclusivo, consistente y diario de oración con
Dios. Muy a menudo, la desesperación se establece en ellos debido a que no van
al lugar secreto a descargar sus almas y a vaciar sus penas ante el Señor. En
lugar de esto, les cuentan todos sus problemas a sus amigos, pastores,
consejeros – y descuidan al Señor, quien los espera para estar a solas con
ellos. Oramos como último recurso.
¿Podrá Dios estar entristecido con esta generación de la misma manera que lo
estaba con Israel? Él dijo sobre ellos, “Mi pueblo se ha olvidado de mí por
innumerables días” (Jeremías 2:32).
Dios se complace cuando corremos a él primero, cuando nos damos un tiempo
especial para estar con él, derramando nuestros sentimientos profundos y
exponiendo nuestras peticiones delante de él. No tenemos derecho a decir que
amamos al Señor si no pasamos tiempo regularmente con él. Él escuchará
nuestras oraciones y las contestará. Pero él necesita que usted esté con él
a solas para que él pueda hablarle en un momento de silencio.
Mientras voy diariamente a la santa presencia del Señor, mi petición más
constante es que el Espíritu Santo me abra a la Palabra de Dios con el fin de
ser un verdadero oráculo para él. Yo confío en él, en que mis mensajes
dirigidos a su cuerpo serán edificantes, convincentes y que provocarán a los
creyentes a caminar en justicia.
Dedique un tiempo de calidad con él, confiándole a él todas sus peticiones.
DAVID WILKERSON
miércoles, 15 de junio de 2011
DIOS NUNCA, NUNCA NOS HA FALLADO
No importa lo que pase con la economía, no importa la crisis que enfrentemos,
no importa qué pena o problema venga a nuestro camino – NUESTRO BENDITO
SEÑOR NOS ESTÁ GUIANDO Y CUIDANDO DE NOSOTROS EN CADA PASO QUE DAMOS.
Dios finalmente repudió a aquellos que rescató de Egipto, porque ellos
dudaron y lo limitaron después de haber sido milagrosamente abrazados en sus
brazos amorosos. No es que simplemente Dios quiera que confiemos en él durante
los tiempos difíciles – él lo demanda. Por eso es que las Escrituras nos
advierten tan fuertemente sobre la incredulidad. Se nos dice que entristece al
Señor y nos cierra la puerta a cada bendición y buenas obras que él nos ha
prometido. Nuestra incredulidad, convierte cada promesa en “inefectiva.”
Para nosotros en la ciudad de Nueva York, esto no es una teología muerta.
Tenemos que practicar lo que predicamos para poder sobrevivir cada día. Si no
confiáramos plenamente en las promesas del Señor y dependiésemos de Jesús
con todo lo que hay en nosotros, nos paralizaríamos de miedo y pánico. Las
calles aquí son como zonas de guerra; las personas viven en constante temor y
peligro, y los transeúntes son asesinados a diestra y siniestra. Los costos
para cuidar a los que ministramos son pesados, y las necesidades de las
personas dolientes son enormes. SI NO DESCANSÁRAMOS EN LAS PROMESAS
INQUEBRANTABLES DE DIOS, ESTARÍAMOS ABRUMADOS.
Pero no estamos abrumados – no tenemos miedo. Mientras los problemas se hacen
peores, nosotros nos volvemos más fuertes en el poder del Espíritu Santo.
David Wilkerson
no importa qué pena o problema venga a nuestro camino – NUESTRO BENDITO
SEÑOR NOS ESTÁ GUIANDO Y CUIDANDO DE NOSOTROS EN CADA PASO QUE DAMOS.
Dios finalmente repudió a aquellos que rescató de Egipto, porque ellos
dudaron y lo limitaron después de haber sido milagrosamente abrazados en sus
brazos amorosos. No es que simplemente Dios quiera que confiemos en él durante
los tiempos difíciles – él lo demanda. Por eso es que las Escrituras nos
advierten tan fuertemente sobre la incredulidad. Se nos dice que entristece al
Señor y nos cierra la puerta a cada bendición y buenas obras que él nos ha
prometido. Nuestra incredulidad, convierte cada promesa en “inefectiva.”
Para nosotros en la ciudad de Nueva York, esto no es una teología muerta.
Tenemos que practicar lo que predicamos para poder sobrevivir cada día. Si no
confiáramos plenamente en las promesas del Señor y dependiésemos de Jesús
con todo lo que hay en nosotros, nos paralizaríamos de miedo y pánico. Las
calles aquí son como zonas de guerra; las personas viven en constante temor y
peligro, y los transeúntes son asesinados a diestra y siniestra. Los costos
para cuidar a los que ministramos son pesados, y las necesidades de las
personas dolientes son enormes. SI NO DESCANSÁRAMOS EN LAS PROMESAS
INQUEBRANTABLES DE DIOS, ESTARÍAMOS ABRUMADOS.
Pero no estamos abrumados – no tenemos miedo. Mientras los problemas se hacen
peores, nosotros nos volvemos más fuertes en el poder del Espíritu Santo.
David Wilkerson
martes, 14 de junio de 2011
Salmos 68
Que se levante Dios,
que sean dispersados sus enemigos,
que huyan de su presencia los que le odian.
Que desaparezcan del todo,
como humo que se disipa con el viento;
que perezcan ante Dios los impíos,
como cera que se derrite en el fuego.
Pero que los justos se alegren y se regocijen;
que estén felices y alegres delante de Dios.
que sean dispersados sus enemigos,
que huyan de su presencia los que le odian.
Que desaparezcan del todo,
como humo que se disipa con el viento;
que perezcan ante Dios los impíos,
como cera que se derrite en el fuego.
Pero que los justos se alegren y se regocijen;
que estén felices y alegres delante de Dios.
YO ORO QUE USTED ESTÉ DISFRUTANDO DE LA PRESENCIA DEL SEÑOR
Hay un texto en el hebreo original que me ha bendecido grandemente, y quiero
compartirlo con usted. “Se acercaron a la maldad los que me persiguen; se
alejaron de tu ley. Cercano estás tú, oh Jehová, y todos tus mandamientos
son verdad” (Salmo 119:150-151). Hellen Spurrell lo traduce así: “Cuando
los perseguidores se me acercaron, eran de los que estaban lejos de tu ley;
entonces tú, oh Jehová, estabas cerca con todos tus fieles mandamientos.”
Principados y poderes demoníacos habían cercado a David, tratando de traer
ruina y destrucción a él y a Israel. Pero este hombre de Dios testificó que
mientras el enemigo se acercaba, él confió que Dios se acercaba aún más a
él. David dijo que Dios lo sostuvo de su mano derecha y caminó con él
guiándolo a través de cada asalto del enemigo.
Aquí en el testimonio de David hay una promesa maravillosa para usted y para
mí. Podemos estar seguros que Satanás quiere destruirnos, molestarnos, y
derribar a todo al que ama al Señor. El enemigo hará todo lo que está en su
poder para arrastrarnos a su pozo de desesperación, confusión, culpa y
condenación.
¿Tiene usted algunos “perseguidores” satánicos que están viniendo contra
usted ahora mismo? ¿Tentaciones abrumadoras? ¿Pruebas? ¿Cargas financieras?
¿Problemas matrimoniales o familiares? ¿Problemas en sus negocios? Cuando sus
perseguidores se le acerquen para destruirlo, anime su corazón, el Señor Dios
Todopoderoso está aún más cerca de usted que ellos – y si él está cerca,
él actuará en su ayuda. Yo no puedo imaginar que Dios esté cerca de algún
hijo suyo y que no haga nada, permitiéndole al diablo abusar o corromper a su
amado hijo de alguna manera.
Lea el Salmo 68:1-4 y vea lo que Dios ha prometido hacer por usted si tan sólo
confía en él. Usted puede proclamar estos cuatro versos ahora y durante todo
el año. Memorice estos versos, párese firme en ellos, y Dios hará huir a sus
enemigos.
compartirlo con usted. “Se acercaron a la maldad los que me persiguen; se
alejaron de tu ley. Cercano estás tú, oh Jehová, y todos tus mandamientos
son verdad” (Salmo 119:150-151). Hellen Spurrell lo traduce así: “Cuando
los perseguidores se me acercaron, eran de los que estaban lejos de tu ley;
entonces tú, oh Jehová, estabas cerca con todos tus fieles mandamientos.”
Principados y poderes demoníacos habían cercado a David, tratando de traer
ruina y destrucción a él y a Israel. Pero este hombre de Dios testificó que
mientras el enemigo se acercaba, él confió que Dios se acercaba aún más a
él. David dijo que Dios lo sostuvo de su mano derecha y caminó con él
guiándolo a través de cada asalto del enemigo.
Aquí en el testimonio de David hay una promesa maravillosa para usted y para
mí. Podemos estar seguros que Satanás quiere destruirnos, molestarnos, y
derribar a todo al que ama al Señor. El enemigo hará todo lo que está en su
poder para arrastrarnos a su pozo de desesperación, confusión, culpa y
condenación.
¿Tiene usted algunos “perseguidores” satánicos que están viniendo contra
usted ahora mismo? ¿Tentaciones abrumadoras? ¿Pruebas? ¿Cargas financieras?
¿Problemas matrimoniales o familiares? ¿Problemas en sus negocios? Cuando sus
perseguidores se le acerquen para destruirlo, anime su corazón, el Señor Dios
Todopoderoso está aún más cerca de usted que ellos – y si él está cerca,
él actuará en su ayuda. Yo no puedo imaginar que Dios esté cerca de algún
hijo suyo y que no haga nada, permitiéndole al diablo abusar o corromper a su
amado hijo de alguna manera.
Lea el Salmo 68:1-4 y vea lo que Dios ha prometido hacer por usted si tan sólo
confía en él. Usted puede proclamar estos cuatro versos ahora y durante todo
el año. Memorice estos versos, párese firme en ellos, y Dios hará huir a sus
enemigos.
miércoles, 8 de junio de 2011
LOS SECRETOS DEL SEÑOR
Mateo nos dice que Jesús hablaba a las multitudes con parábolas: “Todo esto
habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba, para
que se cumpliera lo que dijo el profeta: Abriré en parábolas mi boca;
declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo.” (Mateo
13:34–35).
Hoy en día a muchos cristianos las parábolas les parecen muy simples. Sin
embargo, de acuerdo con Cristo, cada parábola contiene un increíble secreto.
Existe una verdad oculta sobre el reino en cada parábola que Jesús mencionó.
Y esta verdad es descubierta solamente por aquellos que diligentemente la
buscan.
Muchos creyentes leen las parábolas superficial y rápidamente. Ellos piensan
que están leyendo una lección evidente y por lo tanto, la leen rápidamente y
siguen adelante; o también desestiman el significado de la parábola al no
aplicarla a sus vidas.
La Biblia afirma claramente que hay secretos de parte del Señor: “Mas su
comunión íntima es con los justos” (Proverbios 3:32). Estos secretos han
sido desconocidos desde la fundación del mundo, pero Mateo nos dice que fueron
ocultados en las parábolas de Jesús. Estas verdades encubiertas tienen el
poder de verdaderamente liberar a los cristianos. No obstante pocos tienen el
deseo de pagar el alto costo para descubrirlas.
Examine conmigo una de las parábolas del Señor.
“También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas
perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que
tenía, y la compró” (Mateo 13:45–46). ¿Quién es el mercader en esta
parábola? De acuerdo con la raíz griega, este hombre era un viajero mercader
de artículos al por mayor. Dicho comerciante también hacía avalúos. En
otras palabras, su mayor ingreso provenía de evaluar costosas perlas por su
calidad y valor.
Sabemos que Jesús es la perla de gran precio que este mercader encuentra. Él
es muy costoso, tiene un valor incalculable pues el mercader vende todas sus
posesiones para poseerlo. Creo que encontramos el valor de la perla en los
propósitos eternos de Dios. Evidentemente, la perla le perteneció al Padre.
El poseyó a Cristo como todo padre posee a su propio hijo. Inclusive, Jesús
es la posesión más valiosa y atesorada del Padre. Solamente una cosa podría
provocar al Padre renunciar a esta preciosa perla. Y él lo hizo como producto
de su amor.
Cristo es el cofre del tesoro en el madrigal. Y en él, yo he encontrado todo
lo que necesito. No hay más necesidad de tratar de encontrar un propósito en
el ministerio. No hay más necesidad de buscar mi propia realización en mi
familia y amistades. No hay más necesidad de construir algo para Dios, de
buscar éxito o de hacerme sentir útil. No hay más necesidad de tratar de
manejar a las multitudes o de probarles algo. No hay más búsqueda por agradar
a la gente. No hay más intentos para razonar o pensar medios para salir de mis
adversidades.
Yo he encontrado lo que he estado buscando. Mi tesoro, mi perla, es Cristo. Y
todo lo que el Dueño requiere de mi es “David, te amo. Déjame adoptarte. Yo
ya he firmado los documentos requeridos con la sangre de mi propio hijo. Ahora
ya eres coheredero con él de todo lo que yo poseo.”
¡Qué oferta!. Yo renuncio a mis sucios andrajos de autosuficiencia y buenas
obras. Hago a un lado mis zapatos rotos por tanto luchar. Dejo atrás mis
noches sin sueño y deambulando en las calles del miedo y la duda. Y a cambio,
soy adoptado por un rey. Esto es lo que sucede cuando busco la perla, el tesoro
hasta que lo encuentro a él. Jesús le ofrece a usted todo lo que él es. Él
le trae gozo, paz, propósito y santidad. Él se convierte en su todo -su
caminar, su dormir, sus mañanas, sus tardes y sus noches.
David Wilkerson
habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba, para
que se cumpliera lo que dijo el profeta: Abriré en parábolas mi boca;
declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo.” (Mateo
13:34–35).
Hoy en día a muchos cristianos las parábolas les parecen muy simples. Sin
embargo, de acuerdo con Cristo, cada parábola contiene un increíble secreto.
Existe una verdad oculta sobre el reino en cada parábola que Jesús mencionó.
Y esta verdad es descubierta solamente por aquellos que diligentemente la
buscan.
Muchos creyentes leen las parábolas superficial y rápidamente. Ellos piensan
que están leyendo una lección evidente y por lo tanto, la leen rápidamente y
siguen adelante; o también desestiman el significado de la parábola al no
aplicarla a sus vidas.
La Biblia afirma claramente que hay secretos de parte del Señor: “Mas su
comunión íntima es con los justos” (Proverbios 3:32). Estos secretos han
sido desconocidos desde la fundación del mundo, pero Mateo nos dice que fueron
ocultados en las parábolas de Jesús. Estas verdades encubiertas tienen el
poder de verdaderamente liberar a los cristianos. No obstante pocos tienen el
deseo de pagar el alto costo para descubrirlas.
Examine conmigo una de las parábolas del Señor.
“También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas
perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que
tenía, y la compró” (Mateo 13:45–46). ¿Quién es el mercader en esta
parábola? De acuerdo con la raíz griega, este hombre era un viajero mercader
de artículos al por mayor. Dicho comerciante también hacía avalúos. En
otras palabras, su mayor ingreso provenía de evaluar costosas perlas por su
calidad y valor.
Sabemos que Jesús es la perla de gran precio que este mercader encuentra. Él
es muy costoso, tiene un valor incalculable pues el mercader vende todas sus
posesiones para poseerlo. Creo que encontramos el valor de la perla en los
propósitos eternos de Dios. Evidentemente, la perla le perteneció al Padre.
El poseyó a Cristo como todo padre posee a su propio hijo. Inclusive, Jesús
es la posesión más valiosa y atesorada del Padre. Solamente una cosa podría
provocar al Padre renunciar a esta preciosa perla. Y él lo hizo como producto
de su amor.
Cristo es el cofre del tesoro en el madrigal. Y en él, yo he encontrado todo
lo que necesito. No hay más necesidad de tratar de encontrar un propósito en
el ministerio. No hay más necesidad de buscar mi propia realización en mi
familia y amistades. No hay más necesidad de construir algo para Dios, de
buscar éxito o de hacerme sentir útil. No hay más necesidad de tratar de
manejar a las multitudes o de probarles algo. No hay más búsqueda por agradar
a la gente. No hay más intentos para razonar o pensar medios para salir de mis
adversidades.
Yo he encontrado lo que he estado buscando. Mi tesoro, mi perla, es Cristo. Y
todo lo que el Dueño requiere de mi es “David, te amo. Déjame adoptarte. Yo
ya he firmado los documentos requeridos con la sangre de mi propio hijo. Ahora
ya eres coheredero con él de todo lo que yo poseo.”
¡Qué oferta!. Yo renuncio a mis sucios andrajos de autosuficiencia y buenas
obras. Hago a un lado mis zapatos rotos por tanto luchar. Dejo atrás mis
noches sin sueño y deambulando en las calles del miedo y la duda. Y a cambio,
soy adoptado por un rey. Esto es lo que sucede cuando busco la perla, el tesoro
hasta que lo encuentro a él. Jesús le ofrece a usted todo lo que él es. Él
le trae gozo, paz, propósito y santidad. Él se convierte en su todo -su
caminar, su dormir, sus mañanas, sus tardes y sus noches.
David Wilkerson
martes, 7 de junio de 2011
QUE LA PAZ DE DIOS GOBIERNE EN SU CORAZÓN
El Espíritu me ha estado poniendo muy en claro que todas mis oraciones son
totalmente en vano a no ser que ore en fe. Yo puedo llorar, ayunar, interceder,
agonizar y afanarme en oración, y no hacer ningún impacto en el Señor – a
no ser que haga todo esto con una fe simple, como la de un niño.
Sin fe, Dios no actuará en nuestro beneficio. La Palabra dice, “No piense,
pues, quien tal haga [el que duda], que recibirá cosa alguna del Señor”
(Santiago 1:7).
El Señor nos manda a confiar en él. Pero muy a menudo tenemos muy poca
confianza en él, limitada fe en su buena disposición y deseo de contestar el
clamor de nuestro corazón. Cuando lleguemos al cielo, estaremos asombrados de
descubrir todas las bendiciones, paz y poder que teníamos a nuestra
disposición pero que no llegamos a apropiarnos por nuestra débil fe.
ESTOY SIENDO MOVIDO GRANDEMENTE POR EL ESPÍRITU SANTO A DESAFIARLO A AUMENTAR
SU FE. Pídale al Señor que perdone su incredulidad y que llene su alma con
confianza en la disposición que él tiene de responder abundantemente a sus
sinceras oraciones.
¿Quiere usted una fe aumentada? Cuando vaya a orar nuevamente, use las
siguientes Escrituras para entrar en razón con el Señor. Él no negará su
propia Palabra. Aprópiese de éstas:
Salmo 62:8
Salmo 91:4
Salmo 56:3
Proverbios 30:5
Jeremías 29:10-14
¡Siga agarrándose de su fe! Él le contestará y pronto.
David Wilkerson
totalmente en vano a no ser que ore en fe. Yo puedo llorar, ayunar, interceder,
agonizar y afanarme en oración, y no hacer ningún impacto en el Señor – a
no ser que haga todo esto con una fe simple, como la de un niño.
Sin fe, Dios no actuará en nuestro beneficio. La Palabra dice, “No piense,
pues, quien tal haga [el que duda], que recibirá cosa alguna del Señor”
(Santiago 1:7).
El Señor nos manda a confiar en él. Pero muy a menudo tenemos muy poca
confianza en él, limitada fe en su buena disposición y deseo de contestar el
clamor de nuestro corazón. Cuando lleguemos al cielo, estaremos asombrados de
descubrir todas las bendiciones, paz y poder que teníamos a nuestra
disposición pero que no llegamos a apropiarnos por nuestra débil fe.
ESTOY SIENDO MOVIDO GRANDEMENTE POR EL ESPÍRITU SANTO A DESAFIARLO A AUMENTAR
SU FE. Pídale al Señor que perdone su incredulidad y que llene su alma con
confianza en la disposición que él tiene de responder abundantemente a sus
sinceras oraciones.
¿Quiere usted una fe aumentada? Cuando vaya a orar nuevamente, use las
siguientes Escrituras para entrar en razón con el Señor. Él no negará su
propia Palabra. Aprópiese de éstas:
Salmo 62:8
Salmo 91:4
Salmo 56:3
Proverbios 30:5
Jeremías 29:10-14
¡Siga agarrándose de su fe! Él le contestará y pronto.
David Wilkerson
jueves, 2 de junio de 2011
SU BATALLA ES DEL SEÑOR (2Crónicas 30:15)
La razón por la cual estoy escribiendo esto, es para recordarle que la batalla
que usted está enfrentando no es suya, sino del Señor. Si usted es un hijo de
Dios, puede estar seguro que Satanás se “enfurecerá contra ustedes.”
En 2 Crónicas 20, una gran multitud vino contra el pueblo de Dios. El rey
Josafat y su gente propusieron en sus corazones buscar a Dios y ayunar. El rey
clamó a Dios con una oración que la mayoría de nosotros ha orado en nuestro
caminar espiritual: “En nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que
viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos”
(20:12). “Vino el Espíritu de Jehová en medio de la reunión…Jehová os
dice así: No temáis ni os amedrentéis…porque no es vuestra la guerra, sino
de Dios” (20:14-15).
Isaías dio esta advertencia a todas las fuerzas satánicas: “¿A quién
vituperaste, y a quién blasfemaste? ¿Contra quién has alzado tu
voz?...Contra el Santo de Israel” (Isaías 37:23).
Dios le dijo a su pueblo Israel, y él nos dice hoy día: “La batalla no es
contra ustedes. Es la furia de Satanás contra mí, el Señor que habita en
vosotros”. Dios le dijo a Satanás, “He conocido tu condición, tu salida y
tu entrada, y tu furor contra mí” (37:28).
Yo le pregunto a usted: ¿Dónde está su batalla? ¿En su matrimonio? ¿En su
negocio o en su trabajo? ¿En sus finanzas? ¿En su salud? ¿Se intensifica la
batalla día tras día? Si usted tiene un corazón devoto a Jesús y un deseo
de aferrarse a él, usted enfrentará la rabia del infierno. Pero ésta sigue
no siendo su batalla.
Usted puede terminar su batalla rápidamente si así lo decide – simplemente
rindiendose o entregándose a sus miedos y temores. Satanás no molestará a
aquellos que pierden su confianza en el Señor.
Sí, la batalla es del Señor, pero nosotros tenemos una parte en ella – y
ésta es confiar y creer en sus promesas cuando enfrentamos desesperanza y lo
que parece ser imposible. “¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel:
Mi camino está escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi juicio?” (Isaías
40:27).
La fe demanda que yo entregue todos mis problemas – todas mis situaciones
críticas, todos mis miedos, todas mis ansiedades – en las manos del Señor.
Cuando he hecho todo lo que puedo hacer y cuando sé que mi batalla va más
allá de mi poder, yo debo someter todo en sus manos.
Nuestro Señor sabe de la furia de Satanás y debemos verdaderamente creer que
él actuará. Él nos ayudará a pasar por las muchas aguas y por los fuegos, y
hará huir a todos nuestros enemigos espirituales. Esta es la Palabra de Dios
acerca de lo que él hará: “Porque contra mí te airaste…y ha subido a mis
oídos; pondré, pues mi garfio en tu nariz, y mi freno en tus labios, y te
haré volver por el camino por donde viniste” (Isaías 37:29).
Si usted permanece agarrado de su fe – confiando en él, descansando en sus
promesas, rechazando todas las mentiras de Satanás que vengan a su mente –
entonces esté a la expectativa que Dios vendrá con su Espíritu a su
situación, y pondrá un fin esperado a su batalla en particular. Él moverá
cielos y tierra para librarlo y hacer un camino. El camino de salida es
¡confiar, confiar, confiar! Él es quien “hace cesar las guerras” (Salmo
46:9).
DAVID WILKERSON
que usted está enfrentando no es suya, sino del Señor. Si usted es un hijo de
Dios, puede estar seguro que Satanás se “enfurecerá contra ustedes.”
En 2 Crónicas 20, una gran multitud vino contra el pueblo de Dios. El rey
Josafat y su gente propusieron en sus corazones buscar a Dios y ayunar. El rey
clamó a Dios con una oración que la mayoría de nosotros ha orado en nuestro
caminar espiritual: “En nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que
viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos”
(20:12). “Vino el Espíritu de Jehová en medio de la reunión…Jehová os
dice así: No temáis ni os amedrentéis…porque no es vuestra la guerra, sino
de Dios” (20:14-15).
Isaías dio esta advertencia a todas las fuerzas satánicas: “¿A quién
vituperaste, y a quién blasfemaste? ¿Contra quién has alzado tu
voz?...Contra el Santo de Israel” (Isaías 37:23).
Dios le dijo a su pueblo Israel, y él nos dice hoy día: “La batalla no es
contra ustedes. Es la furia de Satanás contra mí, el Señor que habita en
vosotros”. Dios le dijo a Satanás, “He conocido tu condición, tu salida y
tu entrada, y tu furor contra mí” (37:28).
Yo le pregunto a usted: ¿Dónde está su batalla? ¿En su matrimonio? ¿En su
negocio o en su trabajo? ¿En sus finanzas? ¿En su salud? ¿Se intensifica la
batalla día tras día? Si usted tiene un corazón devoto a Jesús y un deseo
de aferrarse a él, usted enfrentará la rabia del infierno. Pero ésta sigue
no siendo su batalla.
Usted puede terminar su batalla rápidamente si así lo decide – simplemente
rindiendose o entregándose a sus miedos y temores. Satanás no molestará a
aquellos que pierden su confianza en el Señor.
Sí, la batalla es del Señor, pero nosotros tenemos una parte en ella – y
ésta es confiar y creer en sus promesas cuando enfrentamos desesperanza y lo
que parece ser imposible. “¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel:
Mi camino está escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi juicio?” (Isaías
40:27).
La fe demanda que yo entregue todos mis problemas – todas mis situaciones
críticas, todos mis miedos, todas mis ansiedades – en las manos del Señor.
Cuando he hecho todo lo que puedo hacer y cuando sé que mi batalla va más
allá de mi poder, yo debo someter todo en sus manos.
Nuestro Señor sabe de la furia de Satanás y debemos verdaderamente creer que
él actuará. Él nos ayudará a pasar por las muchas aguas y por los fuegos, y
hará huir a todos nuestros enemigos espirituales. Esta es la Palabra de Dios
acerca de lo que él hará: “Porque contra mí te airaste…y ha subido a mis
oídos; pondré, pues mi garfio en tu nariz, y mi freno en tus labios, y te
haré volver por el camino por donde viniste” (Isaías 37:29).
Si usted permanece agarrado de su fe – confiando en él, descansando en sus
promesas, rechazando todas las mentiras de Satanás que vengan a su mente –
entonces esté a la expectativa que Dios vendrá con su Espíritu a su
situación, y pondrá un fin esperado a su batalla en particular. Él moverá
cielos y tierra para librarlo y hacer un camino. El camino de salida es
¡confiar, confiar, confiar! Él es quien “hace cesar las guerras” (Salmo
46:9).
DAVID WILKERSON
miércoles, 1 de junio de 2011
PROMESAS
Nuestra gran necesidad de paciencia se repite a lo largo del libro de Hebreos:
• “Cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por
otro mayor, juró por sí mismo diciendo....Y habiendo esperado con paciencia,
alcanzó la promesa. (Hebreos 6:13-15, itálicas mías).
• “A fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de
aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas” (6:12).
• “Pues os es necesaria la paciencia, para que, habiendo hecho la
voluntad de Dios, obtengáis la promesa” (10:36).
Dios nos ha dado maravillosas promesas -romper toda atadura del pecado, darnos
poder para vencer todo dominio del pecado, darnos un nuevo corazón, limpiarnos
y santificarnos, conformarnos a la imagen de Cristo. Su palabra nos asegura,
“A aquel que es poderoso para guardaros sin caída y presentaros sin mancha
delante de su gloria con gran alegría”(Judas 24).
No obstante, Dios hace todas estas cosas en su tiempo, acorde a su itinerario
divino. Él no tiene fechas límite que lo presionen. Él ignora todas las
demandas que apelan a una cura instantánea y total. En resumen, la verdadera
fe demanda de nuestra parte que pacientemente esperemos en el Señor. Nuestra
respuesta a Él debiera ser, “Señor, yo creo que tú eres fiel a tu Palabra.
Y por el poder de tu Espíritu dentro de mi, voy a esperar pacientemente hasta
que hagas que estas cosas sucedan en mi vida. Mi responsabilidad es permanecer
en la fe, esperando en ti.”
Tal vez usted soportará terribles tribulaciones y tentaciones. E incluso usted
podrá escuchar horribles mentiras que Satanás le suspirará al oído. En
ocasiones, usted podrá fallar. Es más, usted podrá preguntarse si algún
día alcanzará la meta. Sin embago, mientras usted soporte sus aflicciones, si
usted simplemente se agarra de su fe con paciencia -confiando en que Dios está
obrando, guardando su Palabra, siendo Jehová Tsidkenu—Él lo verá como
justo. Él ha hecho un juramento, “Por fe, usted recibirá la promesa.”
Pablo nos brinda lo que Dios define como justo en Romanos 4:20-23: “[Abraham]
Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció
por la fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también
poderoso para hacer todo lo que había prometido.Por eso, también su fe le fue
contada por justicia. Pero no solo con respecto a él se escribió que le fue
contada.”
La Biblia no lo puede dejar más claro. La justicia es creer en las promesas de
Dios, estar completamente convencidos de que Él cumplirá su palabra. De manera
contraria, la incredulidad es tambalearse ante sus promesas, dudar que Dios
hará lo que prometió.
David Wilkerson
• “Cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por
otro mayor, juró por sí mismo diciendo....Y habiendo esperado con paciencia,
alcanzó la promesa. (Hebreos 6:13-15, itálicas mías).
• “A fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de
aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas” (6:12).
• “Pues os es necesaria la paciencia, para que, habiendo hecho la
voluntad de Dios, obtengáis la promesa” (10:36).
Dios nos ha dado maravillosas promesas -romper toda atadura del pecado, darnos
poder para vencer todo dominio del pecado, darnos un nuevo corazón, limpiarnos
y santificarnos, conformarnos a la imagen de Cristo. Su palabra nos asegura,
“A aquel que es poderoso para guardaros sin caída y presentaros sin mancha
delante de su gloria con gran alegría”(Judas 24).
No obstante, Dios hace todas estas cosas en su tiempo, acorde a su itinerario
divino. Él no tiene fechas límite que lo presionen. Él ignora todas las
demandas que apelan a una cura instantánea y total. En resumen, la verdadera
fe demanda de nuestra parte que pacientemente esperemos en el Señor. Nuestra
respuesta a Él debiera ser, “Señor, yo creo que tú eres fiel a tu Palabra.
Y por el poder de tu Espíritu dentro de mi, voy a esperar pacientemente hasta
que hagas que estas cosas sucedan en mi vida. Mi responsabilidad es permanecer
en la fe, esperando en ti.”
Tal vez usted soportará terribles tribulaciones y tentaciones. E incluso usted
podrá escuchar horribles mentiras que Satanás le suspirará al oído. En
ocasiones, usted podrá fallar. Es más, usted podrá preguntarse si algún
día alcanzará la meta. Sin embago, mientras usted soporte sus aflicciones, si
usted simplemente se agarra de su fe con paciencia -confiando en que Dios está
obrando, guardando su Palabra, siendo Jehová Tsidkenu—Él lo verá como
justo. Él ha hecho un juramento, “Por fe, usted recibirá la promesa.”
Pablo nos brinda lo que Dios define como justo en Romanos 4:20-23: “[Abraham]
Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció
por la fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también
poderoso para hacer todo lo que había prometido.Por eso, también su fe le fue
contada por justicia. Pero no solo con respecto a él se escribió que le fue
contada.”
La Biblia no lo puede dejar más claro. La justicia es creer en las promesas de
Dios, estar completamente convencidos de que Él cumplirá su palabra. De manera
contraria, la incredulidad es tambalearse ante sus promesas, dudar que Dios
hará lo que prometió.
David Wilkerson
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