La Biblia declara enfáticamente que ni una lágrima de los hijos de Dios cae
al suelo. David dijo, "pon mis lágrimas en tu redoma: ¿no están ellas en tu
libro?” (Salmo 56:8). Para Dios, las lágrimas de los santos son tan
preciadas que las conserva. Si Dios preserva mis lágrimas, entonces ¿no me
protegerá a mí?
El hecho de que Dios guarde todas nuestras lágrimas suena demasiado
maravilloso como para creerlo. Y lo que me impresiona aún más de ello es
pensar que si Él cuenta cada una de mis lágrimas, entonces cuán preciosa
será mi sangre para Él, mi vida y mis necesidades.
Hasta que contemos con la convicción en nuestras mentes de que Dios se percata
de manera especial de todas y cada una de las aflicciones que sufrimos, será
imposible obtener la confianza necesaria para creer que Él tiene nuestras
lágrimas en su redoma. ¿Podemos creer esta verdad: que el Dios que ha contado
los cabellos de nuestra cabeza y conserva cada una de nuestras lágrimas se
interpondrá a favor nuestro?
Escuche esta palabra en su espíritu: Cada lágrima que ha derramado sobre los
pecados del pasado, cada lágrima derramada en tiempos de tribulación y
estrés; cada lágrima derramada por las almas perdidas está escrita en su
libro.
Usted puede decir, "Yo no lloro, rara vez derramo una lágrima". Creo en las
lágrimas del alma que sólo Dios ve en nuestro interior, lágrimas silenciosas
a menudo encubiertas en momentos de dificultad y necesidad.
¡Ni uno sola de sus lágrimas se ha perdido! Ni una sola ha sido en vano.
¡Creer en Dios es creer en esta increíble verdad!
DAVID WILKERSON
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