miércoles, 28 de octubre de 2009

Salmos 28: 7 al 9

Bendito sea el Señor,
que ha oído mi voz suplicante.
El Señor es mi fuerza y mi escudo;
mi corazón en él confía;
de él recibo ayuda.
Mi corazón salta de alegría,
y con cánticos le daré gracias.

El Señor es la fortaleza de su pueblo,
y un baluarte de *salvación para su ungido.
Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad,
y cual pastor guíalos por siempre.

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