jueves, 11 de diciembre de 2008

Alabanza a Dios por una esperanza viva

¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia,
nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que
tengamos una esperanza viva y recibamos una herencia indestructible, incontaminada e inmarchitable. Tal herencia está reservada en el cielo para ustedes,
a quienes el poder de Dios protege mediante la fe hasta que llegue la salvación que se ha de revelar en los últimos tiempos.
Esto es para ustedes motivo de gran alegría, a pesar de que hasta ahora han tenido que sufrir diversas *pruebas por un tiempo.
El oro, aunque perecedero, se acrisola al fuego. Así también la fe de ustedes, que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se revele.
Ustedes lo aman a pesar de no haberlo visto; y aunque no lo ven ahora, creen en él y se alegran con un gozo indescriptible y glorioso,
pues están obteniendo la meta de su fe, que es su salvación.

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