En el capítulo 47 de Ezequiel, se le estaba mostrando al profeta lo siguiente:
En los últimos días, la iglesia de Jesucristo será más gloriosa, más
victoriosa, que en cualquier otra época de su historia. El verdadero cuerpo
del Señor no se va a debilitar ni va a fallar. No va a menguar en número, o
disminuir en poder o autoridad espiritual. No, su iglesia se irá en un
resplandor de poder y gloria. Y disfrutará de la revelación más plena de
Jesús que nadie antes pudo haber conocido.
Ezequiel escribe, “Y los peces, según su especie, serán tan abundantes como
los peces del Mar Grande” (Ezequiel 47:10). Esta viniendo un cuerpo de
creyentes que nadarán en las aguas ascendientes de la presencia del Señor.
Eso es lo que Dios nos está mostrando en la visión de Ezequiel de las aguas
que aumentan (ver Ezequiel 47:3-4).
Ezequiel está hablando aquí de un aumento del Espíritu Santo. En los
últimos días, habrá un aumento de la presencia de Dios entre su pueblo.
El único manantial y fundamento de este río es la cruz. Vemos una imagen
literal de esto en el siguiente verso; “Pero uno de los soldados le abrió el
costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua” (Juan 19:34).
El nivel de agua que va creciendo en el río es la imagen de Pentecostés,
cuando el Espíritu Santo fue dado a los discípulos. Junto con este don del
Espíritu, a los seguidores de Cristo se les dio la promesa de que él sería
un río de vida que brotaría desde dentro de ellos. Y ese río fluiría hacia
todo el mundo (ver Juan 7:38-39).
El río de vida llegará a su máxima altura justo antes del retorno del
Señor. Esto fue dicho en la visión dada a Ezequiel. Dios lo llevó al profeta
en un viaje fabuloso. Llevando un cordel de medir, el Señor midió 1.000 codos
lo cual mide más o menos medio kilómetro. A esa distancia, el Señor y
Ezequiel comenzaron a caminar en el agua que en ese punto llegaba de altura
hasta los tobillos.
Ezequiel testifica, “me hizo pasar por las aguas” (Ezequiel 47:3). Y el
Señor siguió animando al profeta a seguir hacia delante, a entrar más
profundamente y más lejos en el agua. Después de otros 1.000 codos, el agua
les llegó hasta las rodillas. Y seguía subiendo el nivel.
¿Ve usted lo que está sucediendo aquí? Ezequiel estaba caminando hacia el
futuro, hasta llegar a nuestro tiempo. Los Cristianos hoy día viven en los
últimos 1.000 codos del río en esta visión. Estamos en la última medida del
agua. Y Ezequiel dice que cuando él puso su pié en el borde de esta medida, el
agua estaba muy profunda para él, muy arrolladora. “Y era ya un río que yo
no podía pasar, porque las aguas habían crecido de manera que el río no se
podía pasar sino a nado” (47:5).
Yo sólo puedo imaginar el asombro de este hombre cuando el Señor le pregunta,
“Ezequiel, ¿qué es este mar que ha crecido? Si este río representa la vida
y el poder de la resurrección, ¿quiénes serán aquellos tan bendecidos de
nadar en tal gloria?” El sólo podía imaginarse lo que nosotros ahora
disfrutamos.
Tal vez usted ha disfrutado abundantemente de la presencia de Jesús. Puede ser
que usted esté exuberante por la revelación que tiene de Cristo ahora. Pero,
le digo, usted no ha visto nada en comparación al incremento que está
viniendo para los justos. Cristo va a abrir nuestros ojos y aparecerá
maravillosamente entre nosotros. El se revelará a nosotros, derramando en
nosotros la cantidad de su vida que nosotros podamos soportar sin estar
todavía en nuestros cuerpos glorificados.
DAVID WILKERSON
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