viernes, 29 de noviembre de 2013
UNA PALABRA BUENA
Nuestro Señor tiene un plan maravilloso para cada uno de sus hijos que le ama
y ningún ataque satánico contra Sus hijos podrá alterar jamás esos planes.
Dios sabe las penas, luchas y aflicciones que podemos estar enfrentando hoy,
pero también sabe las cosas gloriosas que Él ha preparado para nosotros. Él
sabe la revelación que recibiremos, cuan útiles seremos, el fruto que
veremos, el gozo y la paz que poseeremos. ¡Él tiene una “palabra buena”
para todo aquel que le ama!
“…Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu” (1 Corintios 2:10).
El Señor desea mostrarnos Su “palabra buena” acerca de lo que ha preparado
para nosotros, y Su Espíritu es el mensajero que entrega esa palabra buena.
¡El Espíritu Santo dará alas a nuestro espíritu decaído con la revelación
de Dios para nosotros y volaremos como águilas saliendo de la trampa de
Satanás!
Escucha estas palabras maravillosas de Isaías:
“¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó
los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su
entendimiento no hay quien lo alcance. El da esfuerzo al cansado, y multiplica
las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los
jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas
fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán;
caminarán, y no se fatigarán.” (Isaías 40:28-31).
La obra del Espíritu Santo es alentarnos y nuestro trabajo es simplemente
confiar que Él cumplirá lo que el Padre le ha mandado a hacer.
Ve a tu habitación secreta ahora mismo, aún en tu estado de desaliento, y
guarda silencio ante el Señor. Aunque no tengas las fuerzas suficientes para
hablar, lo puedes alcanzar en espíritu con esta oración:
“Señor, yo sé que tu Espíritu habita en mí y sé que lo enviaste para
alentarme, fortalecerme y revelarme la mente de Cristo. Así que acudo a Ti
ahora mismo con la fe simple de un niño. Habla a mi corazón palabras de
consuelo porque ya no me quedan más fuerzas. Levántame y dirígeme.”
¡No vas a desmayar! Vas a salir de tu prueba victorioso, porque tu fe habrá
sido probada y tratada como oro. ¡Verás que el Señor cumplirá cada promesa
que te ha hecho!
DAVID WILKERSON
jueves, 28 de noviembre de 2013
BAJO ATAQUE
Cuando te está atacando el enemigo a través de un espíritu de desánimo, no
sentirás ganas de orar. Pero aun así debes ir al lugar secreto y estar en la
presencia de Jesús. No te preocupes por tratar de orar y forzar tu solución a
la desesperación. Este es el tiempo en el que el Espíritu de Dios obrará en
ti para sacarte del pozo.
Cuando te acerques al Señor, sé honesto con él acerca de lo débil e
impotente que te sientes. Hazle saber: "Jesús, estoy seco. No me quedan
fuerzas. Si alguna vez voy a salir de esta depresión, Tú tendrás que hacer
que suceda".
En esos momentos “bajos”, el Señor es muy paciente con nosotros. Él no
espera que tú y yo ejecutemos algún esfuerzo intenso y ferviente en la
oración. Él conoce nuestra condición, y él se identifica con nosotros.
Sólo siéntate en su presencia y confía que Su Espíritu hará lo que fue
enviado a hacer. No importa cuán derribado estés, ¡Él nunca te abandonará!
Tenemos la idea de que cada vez que fallamos al Señor, el Espíritu Santo
revolotea, alejándose como un ave, porque Él está ofendido. Pero, ¿cómo
podría el Espíritu de Dios abandonarme cuando más lo necesito? Si él me
dejara cada vez que fallo y caigo profundamente en desánimo, ¿cómo podría
ser mi Consolador?
Jesús nos prometió: " Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para
que esté con vosotros para siempre… No os dejaré huérfanos; vendré a
vosotros" (Juan 14:16, 18).
Cuando el pesado espíritu de desánimo del diablo se asienta sobre su vida,
puedes estar tan angustiado que ni siquiera puedes susurrar una oración. Pero
aun así, tú puedes hablarle a Jesús en tu espíritu. Sólo dile suavemente:
"Señor, ayúdame. Este ataque es demasiado para mí. No puedo hacer otra cosa
que sentarme aquí en fe. Confío que tu Espíritu me lo quitará de encima"
DAVID WILKERSON
miércoles, 27 de noviembre de 2013
LA PRUEBA DE FUEGO
En sus momentos de desánimo, David no podía entender por qué estaba tan
abatido. Se preguntó: "¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro
de mí?" (Salmo 42:5). Sin embargo, sus preguntas no eran dudas acerca de Dios.
De hecho, David comienza el salmo expresando su profunda sed del Señor: "Como
el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el
alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿cuándo vendré y me
presentaré delante de Dios?" (Versículos 1-2).
En medio de su desánimo, David clamó por una revelación del Señor. Él
decía: "Dios, nunca ha habido un momento en que yo te haya amado más, así
que ¿por qué estoy sufriendo de este desánimo abrumador?"
A veces David experimentaba desesperación y depresión a causa de su pecado.
Él soportó el castigo del Señor por su orgullo cuando contó sus guerreros,
lo cual era contra de la ley de Dios. Y sintió el dolor de la vara de Dios
cuando cometió adulterio con Betsabé y dispuso que su marido muera asesinado.
Su corazón se quebrantó a causa del juicio que trajo sobre su familia a causa
de estos pecados.
Hoy en día, muchos creyentes están deprimidos porque el Espíritu Santo ha
querido llevarlos a la victoria, pero ellos se resistieron. Eligieron el camino
de la carne y éste siempre conduce al dolor y al desaliento.
Sin embargo, me estoy dirigiendo a los creyentes arrepentidos, aquéllos que
buscan a Dios con todo su corazón. Estos siervos fieles han sido presa de un
tipo diferente de desánimo, el tipo que viene sobre ellos repentinamente, de
la nada, sin ninguna razón aparente.
Cuando llegue el ataque, no pienses que es algo inusual. Dios permite este tipo
de pruebas de fuego en todos sus santos. Pedro escribe: "Amados, no os
sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa
extraña os aconteciese" (1 Pedro 4:12).
Si éste es tu caso, puedes estar absolutamente seguro de que estás bajo
ataque. Satanás ha enviado una nube de desánimo para agobiarte. Ésta ha sido
el arma favorita del enemigo durante siglos contra los elegidos de Dios, ¡pero
Él (Dios) siempre tiene la victoria!
DAVID WILKERSON
martes, 26 de noviembre de 2013
EL ESPÍRITU DE ANARQUÍA
“Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad” (2 Tesalonicenses
2:7).
La palabra griega que Pablo usa para “iniquidad” en este pasaje, significa
literalmente, "anarquía". Por lo tanto, es un misterio de anarquía, lo que
significa que multitudes van a actuar sin restricción o ley.
Sin embargo, esta anarquía no es simplemente una rebelión contra el gobierno
del hombre. No se trata de una rebelión contra la autoridad civil o cometer
robo, violación o asesinato. Estas cosas sí provocan la ira de Dios, pero el
misterio de iniquidad es mucho más profundo. Es un rechazo total de la verdad
que está en Cristo, un rechazo a la Santa Palabra de Dios y ¡es una rebelión
contra las restricciones de la Escritura!
Este espíritu de anarquía está muy extendido en nuestro país hoy en día.
Es el poder detrás de la ley que busca eliminar a Dios de nuestra sociedad y
es el mismo espíritu que Satanás utilizó para engañar a Eva cuando le dijo,
en pocas palabras: "Dios es suave, Él no te castigará por desobedecer. Tú
puedes comer el fruto y satisfacer tu lujuria ¡y no tendrás que pagar por
ello!"
Hoy Satanás está usando esta misma mentira para convencer a las masas de
creyentes de que pueden disfrutar de sus pecados sin pagar ninguna penalidad.
Se trata de una artimaña demoníaca para pervertir el Evangelio de la gracia
de Cristo y convertirlo en un mensaje de libertinaje. Trágicamente, muchos
cristianos tibios están sucumbiendo a este espíritu de anarquía.
Pablo dice que el Anticristo llegará al poder porque la gente estará cegada y
engañada por su propio pecado: "…por obra de Satanás, con gran poder y
señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que
se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos" (2
Tesalonicenses 2:9-10).
Satanás engañará a las masas de personas, convenciéndolas de una sutil pero
poderosa mentira, como convenció a Eva: "¡Dios no castiga por el pecado!"
Pablo dice que este engaño vendrá "con todo engaño…por cuanto no
recibieron el amor de la verdad para ser salvos" (versículo 10). Luego añade:
"Por esto [motivo] Dios les envía un poder engañoso, para que crean la
mentira" (versículo 11).
El apóstol dice: "Aquellos que se niegan a obedecer o respetar la Palabra de
Dios caerán bajo el poder engañoso. Al principio le sonreirán a su pecado y
lo justificarán. Pero pronto buscarán activamente un mensaje de gracia
fácil. Inventarán una gracia que es mucho más de lo que Dios pretendió. Su
gracia nunca conduce al libertinaje, siempre lleva al arrepentimiento".
DAVID WILKERSON
viernes, 15 de noviembre de 2013
EL ESPÍRITU DE DESÁNIMO
"Estoy encorvado, estoy humillado en gran manera, ando enlutado todo el
día…Estoy debilitado y molido en gran manera; gimo a causa de la conmoción
de mi corazón…Mi corazón está acongojado, me ha dejado mi vigor, y aun la
luz de mis ojos me falta ya…Mas yo, como si fuera sordo, no oigo; y soy como
mudo que no abre la boca. Soy, pues, como un hombre que no oye, Y en cuya boca
no hay reprensiones" (Salmos 38:6, 8, 10, 13-14).
Mientras leo este salmo, me imaginaba a David cayendo en la desesperación. Tal
vez lo que más le preocupaba era que no podía entender por qué repentinamente
fue echado tan bajo. Este hombre tenía hambre del Señor, derramaba su corazón
diariamente en oración. Reverenciaba a Dios y escribía Salmos exaltando Su
gloria. Pero ahora, en un estado depresivo, lo único que podía hacer era
clamar: "Señor, estoy al final de mi camino y ¡no tengo ni idea de porqué
está sucediendo esto!".
Al igual que muchos cristianos desanimados, David trató de averiguar por qué
se sentía tan vacío y quebrantado en espíritu. Probablemente revivió cada
fracaso, pecado y acto necio en su vida y pensó: "Oh, Señor, ¿acaso todos
los actos imprudentes que hice en mi vida, me dejaron tan herido que ya no
tengo esperanza?"
Finalmente, David llegó a la conclusión de que Dios lo estaba castigando.
Clamó: "Jehová, no me reprendas en tu furor, ni me castigues en tu ira"
(versículo 1).
Permíteme señalar que David no estaba escribiendo sólo acerca de su propia
condición en este Salmo. Él estaba describiendo algo que todos los amantes
devotos de Jesús enfrentan en algún momento de sus vidas: estar bajo el
ataque de un espíritu devastador de desánimo, que proviene directamente de
las entrañas del infierno. Ningún cristiano lo trae a sí mismo, tampoco el
Señor lo envía; y tal ataque, por lo general, no tiene nada que ver con
algún pecado o defecto específico del creyente.
Simplemente, el espíritu de desánimo es el arma más potente de Satanás
contra los escogidos de Dios. Muy a menudo, él la utiliza para tratar de
convencernos de que hemos atraído la ira de Dios sobre nosotros mismos por no
cumplir con Sus santas normas. Pero el apóstol Pablo nos exhorta a no caer en
la trampa del diablo: "Para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros;
pues no ignoramos sus maquinaciones" (2 Corintios 2:11).
DAVID WILKERSON
jueves, 14 de noviembre de 2013
AHORA QUE SE OBTUVO LA VICTORIA
Como cristianos sabemos que Jesús ganó la victoria para nosotros en el
Calvario. Él venció a la muerte, a Satanás y al poder del pecado. La
pregunta que queda para los creyentes es: "¿Y ahora qué? Sé que Jesús ganó
mi victoria en la cruz, pero ¿qué pasa con mis luchas en el presente? ¿Dónde
está Su victoria de la batalla que se está llevando a cabo en mi vida en este
momento?"
Ésta es una pregunta importante y La Palabra tiene una respuesta para cada
cristiano. Comienza con esta escena: "Los filisteos juntaron sus ejércitos
para la guerra…en Soco, que es de Judá"(1 Samuel 17:1). Esta imagen presenta
una verdad espiritual que nunca cambia: Las fuerzas de la oscuridad están en
contra el pueblo de Dios.
Cuando Jesús vino a ser tu Salvador, Él te hizo una nueva creación y aunque
tú has cambiado, el mundo no lo hizo. A causa de ello, hay poderes que se
alinean en tu contra: el mundo, el diablo e incluso tu propia carne, que
batalla contra tu espíritu.
Algunas veces, tus batallas contra estas fuerzas son externas; ataques a tu
matrimonio, a tu economía, a tus hijos y a veces son internos. Nos agobian las
preocupaciones: "¿Podrá mi matrimonio sobrevivir a esta largo y frío
silencio?"
"¿Entregará mi hijo, su vida al Señor algún día?"
"¿Soy siquiera digno de llamarme cristiano?" Todas estas presiones nos empujan
hacia la duda y la desesperación, haciendo que nos preguntemos: "¿Dónde está
Dios en todo esto? No puedo verlo más allá de mis batallas diarias".
A veces clamamos: "¡Basta!" Y trazamos una línea en la arena. Nos decimos a
nosotros mismos: "Estoy cansado de ser golpeado por el enemigo", pero el diablo
continúa cruzando esa línea. Esto le sucedió a Israel cuando enfrentaba a los
filisteos. "Y los filisteos estaban sobre un monte a un lado, e Israel estaba
sobre otro monte al otro lado, y el valle entre ellos" (17:3). ¿Detuvo esto al
enemigo? No, en absoluto. Los filisteos trajeron un arma más grande en forma de
Goliat, un hombre gigante.
David sabía que no era rival para Goliat, pero también sabía que la batalla
no era suya sino de Dios. Cuando escuchó las burlas de Goliat, él testificó:
"Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré…y toda la tierra
sabrá que hay Dios en Israel…porque de Jehová es la batalla, y él os
entregará en nuestras manos"(17:46-47).
La victoria espiritual nunca es nuestra, viene de nuestro Libertador.
DAVID WILKERSON
miércoles, 13 de noviembre de 2013
PODEMOS ESCUCHAR HOY SU VOZ
Millones se han convertido porque un hombre se tomó el tiempo necesario hasta
escuchar la voz de Dios. Saulo “cayendo en tierra oyó una voz” (Hechos
9:4). Y cuando él llegó a ser Pablo, seguía oyendo esa voz. El Señor habló
con él, hombre a hombre.
Pedro permitió que la voz del Salvador llegara a él. “Pedro subió a la
azotea para orar…Y le vino una voz” (Hechos 10:9,13).
Las puertas del reino se abrieron a causa de un hombre que obedeció a una voz.
Estamos viviendo en los mismos tiempos del Nuevo Testamento que vivieron Pablo y
Pedro. Nosotros también, debemos permitir que Su voz venga a nosotros. ¡Lo que
Dios podría hacer con los cristianos que aprendan a oír del cielo!
En lugar de esperar que Su voz venga a nosotros, corremos buscando consejeros y
psicólogos cristianos. Corremos de una sesión a otra, leyendo libros,
escuchando grabaciones, anhelando oír de Dios. Queremos una palabra clara de
dirección para nuestras vidas y buscamos que los pastores nos digan lo que
está bien y lo que está mal.
Deseamos un líder a quien seguir, un diagrama para el futuro. Pero son pocos
los que saben cómo ir al Señor y oír su voz. Muchos saben cómo llamar la
atención de Dios, cómo tocar verdaderamente a Dios, pero no tienen idea de
cómo Dios los puede alcanzar.
“El que tiene oídos para oír, oiga” (Mateo 11:15).
Dios quiere sacudir la tierra una vez más. “Mirad que no desechéis al que
habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en
la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los
cielos. La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido,
diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el
cielo” (Hebreos 12:25-26).
A la última iglesia, la iglesia de Laodicea, el Señor le dice: “He aquí,
yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a
él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20).
DAVID WILKERSON
Suscribirse a:
Entradas (Atom)