Cuando el profeta Oseas describe la terrible cosecha recogida como resultado de
destronar a Dios de su señorío y, volverse hacia el brazo de la carne; el
profeta se estaba dirigiendo a un pueblo al que el Señor había llevado en Sus
brazos durante años.
Dios había bendecido y prosperado a Israel dándoles casas que no habían
construido y viñedos que no habían plantado. Él había levantado hombres
piadosos para hablar como profetas y había dado al pueblo claras palabras de
dirección; durante años el pueblo había probado la fidelidad de Dios. Ellos
escucharon su consejo: nunca recurran a la carne. Cuando Dios les habló, ellos
obedecieron, y milagrosamente fueron liberados de poderosos enemigos.
Pero ahora una apostasía había venido sobre Israel y el Señor les acusa de
ser culpables de una maldad terrible: "Se han corrompido profundamente..."
(Oseas 9:9). "Todos sus príncipes son rebeldes" (versículo 15).
¿Cuál era ese terrible pecado que habían cometido? ¿Era la embriaguez, la
perversión sexual, la codicia, el adulterio, el asesinato? No, Dios dijo que
su maldad fue alejarse de su consejo, haciendo caso omiso de su Palabra y en su
lugar, obedecer al hombre: "Dios los desechará, porque ellos no quisieron
escucharlo" (v. 17). En los ojos de Dios, la mayor maldad que un creyente puede
cometer es dejar de depender de Él.
El Señor le estaba diciendo a Israel: "Tú ya no pones tu confianza en mí, ya
no soy tu guía, tu fuente de sabiduría. Ahora te estás volviendo a la
sabiduría del hombre y estás corriendo de regreso a Egipto en busca de ayuda;
devolviéndote al mismo lugar de donde yo te saqué. Has rechazado mi palabra y
te apartaste de mí."
Un gran profeta puritano escribió una vez: "El poder puro nunca está ansioso
por su cooperación, simplemente exige." En otras palabras, Dios no nos dicen:
"Haz tu parte y yo haré la mía. Sólo échame un vistazo de vez en cuando."
¡No! Dios es poder puro y total, Él exige que lo sigamos sobre todo y en
primer lugar. Debemos ser totalmente dependientes de Él y algo menos que esto
calumnia Su reinado sobre nuestras vidas.
DAVID WILKERSON
miércoles, 27 de marzo de 2013
martes, 26 de marzo de 2013
TENER AMOR
“Porque esto merece aprobación, si alguno a causa de la conciencia delante
de Dios, sufre molestias padeciendo injustamente… el cual no hizo pecado, ni
se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con
maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que
juzga justamente” (1 Pedro 2:19-23).
Pedro describió la forma en que Jesús manejaba cada situación en la vida.
Cuando la gente lo hería y lo maldecía, Él no contraatacaba ni los
amenazaba. Cuando ellos querían discutir con Él, Él no se involucraba, al
contrario, simplemente se alejaba.
“Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por
nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas” (versículo 21).
Pedro lo deja claro: Jesús es nuestro ejemplo de conducta.
El apóstol Pablo añade: “Si no tengo amor - es decir, el amor de Cristo-
nada soy”. De acuerdo con 1 Corintios 13, el amor significa mostrar bondad a
todos sin excepciones, no tener celos de ninguna forma, no jactarse o
promoverse uno mismo, buscar el beneficio de los demás por encima del tuyo
propio, no irritarse fácilmente, no pensar mal de nadie, no regocijarse cuando
alguien cae, aunque sea un enemigo.
Tanto Pedro como Pablo dejan bien claro en estos pasajes: "Nuestro mandamiento
es que no debe existir revancha, ni venganza, ni amenazas entre ustedes. Al
contrario, entreguen todas sus inquietudes, temores y amarguras a Cristo”.
Nuestros corazones pueden responder: “Señor, eso es lo que quiero”. Puede
que obtengamos algunas victorias a nuestro haber y nos empecemos a sentir
confiados. Entonces, de la nada, alguien dice o hace algo que clava una fea,
inesperada y ácida flecha dentro de nosotros, y se nos viene una rápida
avalancha de pensamientos de enojo. Antes de darnos cuenta, estamos lanzando de
vuelta flechas venenosas al que nos molestó.
Nos damos cuenta de que fallamos, a pesar de que nos esforzamos mucho, orando,
buscando a Dios, aferrándonos a la verdad, y disfrutamos también de muchas
victorias. Pero cuando el enemigo vino como río, fracasamos completamente en
nuestro intento de ser como Jesús.
“Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante” (Hebreos 12:1).
Simplemente debes tener paciencia contigo mismo y con tu crecimiento. Después
de todo, la carrera continúa hasta que Jesús regrese. Sí, te tropezarás,
trastabillarás y quedarás sin aliento, pero si fallas, te levantarás y
continuarás.
DAVID WILKERSON
de Dios, sufre molestias padeciendo injustamente… el cual no hizo pecado, ni
se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con
maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que
juzga justamente” (1 Pedro 2:19-23).
Pedro describió la forma en que Jesús manejaba cada situación en la vida.
Cuando la gente lo hería y lo maldecía, Él no contraatacaba ni los
amenazaba. Cuando ellos querían discutir con Él, Él no se involucraba, al
contrario, simplemente se alejaba.
“Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por
nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas” (versículo 21).
Pedro lo deja claro: Jesús es nuestro ejemplo de conducta.
El apóstol Pablo añade: “Si no tengo amor - es decir, el amor de Cristo-
nada soy”. De acuerdo con 1 Corintios 13, el amor significa mostrar bondad a
todos sin excepciones, no tener celos de ninguna forma, no jactarse o
promoverse uno mismo, buscar el beneficio de los demás por encima del tuyo
propio, no irritarse fácilmente, no pensar mal de nadie, no regocijarse cuando
alguien cae, aunque sea un enemigo.
Tanto Pedro como Pablo dejan bien claro en estos pasajes: "Nuestro mandamiento
es que no debe existir revancha, ni venganza, ni amenazas entre ustedes. Al
contrario, entreguen todas sus inquietudes, temores y amarguras a Cristo”.
Nuestros corazones pueden responder: “Señor, eso es lo que quiero”. Puede
que obtengamos algunas victorias a nuestro haber y nos empecemos a sentir
confiados. Entonces, de la nada, alguien dice o hace algo que clava una fea,
inesperada y ácida flecha dentro de nosotros, y se nos viene una rápida
avalancha de pensamientos de enojo. Antes de darnos cuenta, estamos lanzando de
vuelta flechas venenosas al que nos molestó.
Nos damos cuenta de que fallamos, a pesar de que nos esforzamos mucho, orando,
buscando a Dios, aferrándonos a la verdad, y disfrutamos también de muchas
victorias. Pero cuando el enemigo vino como río, fracasamos completamente en
nuestro intento de ser como Jesús.
“Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante” (Hebreos 12:1).
Simplemente debes tener paciencia contigo mismo y con tu crecimiento. Después
de todo, la carrera continúa hasta que Jesús regrese. Sí, te tropezarás,
trastabillarás y quedarás sin aliento, pero si fallas, te levantarás y
continuarás.
DAVID WILKERSON
lunes, 25 de marzo de 2013
¿ESTÁS ENOJADO CON DIOS?
Creo que no hay nada más peligroso para un cristiano que llevar consigo un
resentimiento contra Dios. Estoy impactado por el cada vez mayor número de
creyentes que guardan algún tipo de rencor contra Él. ¿Por qué? Están
convencidos de que a Dios no le importan, porque no ha respondido a una
oración en particular o no ha actuado en beneficio de ellos.
Jonás tuvo un llamado misionero de parte Dios y fue a Nínive a predicar el
mensaje de juicio que había recibido. Después de entregar el mensaje, Jonás
se sentó en una colina, a la espera de que Dios comience el juicio. Pero
habían transcurrido cuarenta días y nada había pasado. ¿Por qué? ¡Porque
Nínive se había arrepentido y Dios había cambiado de opinión acerca de
destruirlos!
Generalmente la ira contra Dios comienza con una decepción. Dios puede
llamarnos, darnos su carga y enviarnos. Entonces, cuando las cosas no salen
como habíamos planeado, nos podemos sentir engañados o traicionados. Dios
entiende nuestro clamor de dolor y confusión. Después de todo, nuestro clamor
es humano. Y no es diferente del clamor de Jesús en la cruz: “Padre, ¿Por
qué me has desamparado?”
Si seguimos alimentando un espíritu molesto, éste se transformará en rabia.
Y Dios nos hará la misma pregunta que le hizo a Jonás: “¿Tanto te
enojas?” (Jonás 4:9). En otras palabras, “¿Crees que tienes el derecho de
estar tan enojado?”
Jonás respondió: “Mucho me enojo, hasta la muerte" (mismo versículo). Este
profeta estaba tan lleno de rabia hacia Dios, que dijo: "No me importa si vivo o
muero. Mi ministerio es un fracaso. Tengo todo el derecho de estar enojado con
Él".
La Palabra de Dios dice que hay esperanza. “Reprime del llanto tu voz, y de
las lágrimas tus ojos; porque salario hay para tu trabajo, dice Jehová”
(Jeremías 31:16). En otras palabras, “Deja de quejarte. Voy a premiar tu
fidelidad”.
“Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la
obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en
vano” (1 Corintios 15:58).
Amado, tu clamor y tus oraciones no han sido en vano. Todo tu dolor y tus
lágrimas tienen un propósito. Dios te está diciendo: “¿Crees que todo ha
terminado? Tú solamente ves fracaso y ruina, no hay resultados. Así que
dices: ‘Este es el fin’ Pero Yo digo que éste es el principio. Veo la
recompensa que estoy a punto de derramar sobre ti. Tengo en mente buenas cosas
para ti, cosas maravillosas. Así que, ¡Deja de llorar!”.
DAVID WILKERSON
resentimiento contra Dios. Estoy impactado por el cada vez mayor número de
creyentes que guardan algún tipo de rencor contra Él. ¿Por qué? Están
convencidos de que a Dios no le importan, porque no ha respondido a una
oración en particular o no ha actuado en beneficio de ellos.
Jonás tuvo un llamado misionero de parte Dios y fue a Nínive a predicar el
mensaje de juicio que había recibido. Después de entregar el mensaje, Jonás
se sentó en una colina, a la espera de que Dios comience el juicio. Pero
habían transcurrido cuarenta días y nada había pasado. ¿Por qué? ¡Porque
Nínive se había arrepentido y Dios había cambiado de opinión acerca de
destruirlos!
Generalmente la ira contra Dios comienza con una decepción. Dios puede
llamarnos, darnos su carga y enviarnos. Entonces, cuando las cosas no salen
como habíamos planeado, nos podemos sentir engañados o traicionados. Dios
entiende nuestro clamor de dolor y confusión. Después de todo, nuestro clamor
es humano. Y no es diferente del clamor de Jesús en la cruz: “Padre, ¿Por
qué me has desamparado?”
Si seguimos alimentando un espíritu molesto, éste se transformará en rabia.
Y Dios nos hará la misma pregunta que le hizo a Jonás: “¿Tanto te
enojas?” (Jonás 4:9). En otras palabras, “¿Crees que tienes el derecho de
estar tan enojado?”
Jonás respondió: “Mucho me enojo, hasta la muerte" (mismo versículo). Este
profeta estaba tan lleno de rabia hacia Dios, que dijo: "No me importa si vivo o
muero. Mi ministerio es un fracaso. Tengo todo el derecho de estar enojado con
Él".
La Palabra de Dios dice que hay esperanza. “Reprime del llanto tu voz, y de
las lágrimas tus ojos; porque salario hay para tu trabajo, dice Jehová”
(Jeremías 31:16). En otras palabras, “Deja de quejarte. Voy a premiar tu
fidelidad”.
“Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la
obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en
vano” (1 Corintios 15:58).
Amado, tu clamor y tus oraciones no han sido en vano. Todo tu dolor y tus
lágrimas tienen un propósito. Dios te está diciendo: “¿Crees que todo ha
terminado? Tú solamente ves fracaso y ruina, no hay resultados. Así que
dices: ‘Este es el fin’ Pero Yo digo que éste es el principio. Veo la
recompensa que estoy a punto de derramar sobre ti. Tengo en mente buenas cosas
para ti, cosas maravillosas. Así que, ¡Deja de llorar!”.
DAVID WILKERSON
viernes, 22 de marzo de 2013
UN CORAZÓN ATRIBULADO
Jesús dijo, "No se turbe vuestro corazón, ni tengan miedo" (Juan 14:27). Pero
el hecho es que muchos cristianos tienen corazones inquietos y viven con miedo.
Jesús también dijo en el mismo versículo: "La paz os dejo, mi paz os doy".
Sin embargo, pocos creyentes pueden decir honestamente que disfrutan de
constante paz mental. Para muchos, la paz viene y se va dejándoles
preocupados, inquietos y maltratados por el estrés.
Esto es lo que Zacarías profetizó acerca de la venida del Mesías: "Hemos
sido rescatados de nuestros enemigos para poder servir a Dios sin temor, en
santidad y justicia, mientras vivamos" (Lucas 1:74-75).
Amado, Jesús vino a esta tierra y murió por el hombre pecador, para que
pudiéramos caminar con Dios sin miedo, disfrutando de Su paz todos los días
de nuestras vidas.
Vivir sin temor, con la paz de la mente y el corazón todos nuestros días,
incluye los días buenos y malos, los días de sufrimiento, de confusión, de
prueba e incertidumbre. No importa lo que se nos presente, vamos a disfrutar de
la paz en todo momento.
Zacarías añadió estas palabras acerca de Jesús: "Para dar luz a los que
habitan en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el
camino de la paz" (v. 79). Él estaba diciendo que Jesús iba a guiar a todos
sus hijos en el camino de la paz, no de la inquietud, el vacío o el miedo.
Jesús es el Príncipe de Paz. En ocasión de su nacimiento los ángeles
cantaron: "¡Paz en la tierra!" Su evangelio es llamado el Evangelio de la paz
y Él prometió acerca de sí mismo: " Estas cosas les he hablado para que en
mí tengan paz. " (Juan 16:33). Paz es de lo que se trata el evangelio. “Dios
envió su mensaje al pueblo de Israel, anunciando las buenas nuevas de la paz
por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos." (Hechos 10:36).
En este mundo vamos a enfrentar tribulación, persecución y pruebas de fuego
"desde afuera, conflictos; desde adentro, temores.", según Pablo (2 Corintios
7:5). Vamos a ser tentados, vamos a sufrir por causa de Cristo y los vientos
de la adversidad van a tratar de derribar la casa de la fe que hemos construido
sobre la roca de nuestra salvación: Jesús. Pero por Él, nosotros caminamos en
paz.
DAVID WILKERSON
el hecho es que muchos cristianos tienen corazones inquietos y viven con miedo.
Jesús también dijo en el mismo versículo: "La paz os dejo, mi paz os doy".
Sin embargo, pocos creyentes pueden decir honestamente que disfrutan de
constante paz mental. Para muchos, la paz viene y se va dejándoles
preocupados, inquietos y maltratados por el estrés.
Esto es lo que Zacarías profetizó acerca de la venida del Mesías: "Hemos
sido rescatados de nuestros enemigos para poder servir a Dios sin temor, en
santidad y justicia, mientras vivamos" (Lucas 1:74-75).
Amado, Jesús vino a esta tierra y murió por el hombre pecador, para que
pudiéramos caminar con Dios sin miedo, disfrutando de Su paz todos los días
de nuestras vidas.
Vivir sin temor, con la paz de la mente y el corazón todos nuestros días,
incluye los días buenos y malos, los días de sufrimiento, de confusión, de
prueba e incertidumbre. No importa lo que se nos presente, vamos a disfrutar de
la paz en todo momento.
Zacarías añadió estas palabras acerca de Jesús: "Para dar luz a los que
habitan en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el
camino de la paz" (v. 79). Él estaba diciendo que Jesús iba a guiar a todos
sus hijos en el camino de la paz, no de la inquietud, el vacío o el miedo.
Jesús es el Príncipe de Paz. En ocasión de su nacimiento los ángeles
cantaron: "¡Paz en la tierra!" Su evangelio es llamado el Evangelio de la paz
y Él prometió acerca de sí mismo: " Estas cosas les he hablado para que en
mí tengan paz. " (Juan 16:33). Paz es de lo que se trata el evangelio. “Dios
envió su mensaje al pueblo de Israel, anunciando las buenas nuevas de la paz
por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos." (Hechos 10:36).
En este mundo vamos a enfrentar tribulación, persecución y pruebas de fuego
"desde afuera, conflictos; desde adentro, temores.", según Pablo (2 Corintios
7:5). Vamos a ser tentados, vamos a sufrir por causa de Cristo y los vientos
de la adversidad van a tratar de derribar la casa de la fe que hemos construido
sobre la roca de nuestra salvación: Jesús. Pero por Él, nosotros caminamos en
paz.
DAVID WILKERSON
jueves, 21 de marzo de 2013
LA ÚNICA MANERA DE LLEGAR A SER SANTO
Es imposible para cualquiera de nosotros alcanzar santidad a los ojos de Dios
por nuestro propio esfuerzo o fuerza de voluntad. Debemos llegar a Él,
diciendo: “Señor, no tengo nada para darte. Tú tienes que hacerlo todo”
Aun así seguimos convencidos: “Si tan sólo pudiera conseguir la victoria
sobre este último pecado que queda, sería capaz de ser santo”. Así que
empuñamos la espada de la fuerza de voluntad, las promesas y las buenas
intenciones y nos disponemos a matar al enemigo en nuestros corazones. Pero
nunca podremos ser santos mientras creamos firmemente en la
auto-justificación.
Tú y yo nos enfrentamos a la misma zarza ardiente que Moisés. Y esa zarza es
un tipo del celo ardiente de Dios contra todo lo carnal que se trae ante su
presencia disfrazado de santidad. Él nos dice: “No puedes estar de pie
delante de Mí sobre ese tipo de tierra carnal. Sólo hay una tierra santa y es
la fe en Mi Hijo y Su obra en la cruz”.
Esta es la única manera en que Dios podría haber salvado y reconciliado a
todo el mundo. Si nuestras obras merecieran nuestra salvación, sólo un
número selecto serían candidatos para la salvación, pero yo creo que Cristo
murió por todos.
Podemos contemplar el peor ladrón, violador, asesino, drogadicto o
alcohólico, personas que no tienen buenas obras en lo absoluto, y testificar
que: “A través del arrepentimiento y la fe, pueden presentarse como justos
en Cristo Jesús”.
Ese es el verdadero poder salvador de Dios. Sin embargo, muchos cristianos
viven como si sus obras fuesen suficientes. En el día del juicio, ellos
estarán de pie delante de Dios en su carne, diciendo: “Mira todo lo que he
hecho por ti, Señor. He trabajado para mantenerme limpio y santo. He
profetizado, alimenté a los pobres, sané a los enfermos, eché fuera
demonios. ¡Y todo lo hice para complacerte!”
Pero Dios le contestará, “No hiciste ninguna de esas cosas a través del
poder de Mi Espíritu. Las hiciste todas con sus propias fuerzas. Yo solamente
acepto la justicia de un hombre: Mi Hijo. Y no veo a Mi Hijo en ti”
“Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por
Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como
está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor”. (1ra Corintios
1:30-31).
DAVID WILKERSON
por nuestro propio esfuerzo o fuerza de voluntad. Debemos llegar a Él,
diciendo: “Señor, no tengo nada para darte. Tú tienes que hacerlo todo”
Aun así seguimos convencidos: “Si tan sólo pudiera conseguir la victoria
sobre este último pecado que queda, sería capaz de ser santo”. Así que
empuñamos la espada de la fuerza de voluntad, las promesas y las buenas
intenciones y nos disponemos a matar al enemigo en nuestros corazones. Pero
nunca podremos ser santos mientras creamos firmemente en la
auto-justificación.
Tú y yo nos enfrentamos a la misma zarza ardiente que Moisés. Y esa zarza es
un tipo del celo ardiente de Dios contra todo lo carnal que se trae ante su
presencia disfrazado de santidad. Él nos dice: “No puedes estar de pie
delante de Mí sobre ese tipo de tierra carnal. Sólo hay una tierra santa y es
la fe en Mi Hijo y Su obra en la cruz”.
Esta es la única manera en que Dios podría haber salvado y reconciliado a
todo el mundo. Si nuestras obras merecieran nuestra salvación, sólo un
número selecto serían candidatos para la salvación, pero yo creo que Cristo
murió por todos.
Podemos contemplar el peor ladrón, violador, asesino, drogadicto o
alcohólico, personas que no tienen buenas obras en lo absoluto, y testificar
que: “A través del arrepentimiento y la fe, pueden presentarse como justos
en Cristo Jesús”.
Ese es el verdadero poder salvador de Dios. Sin embargo, muchos cristianos
viven como si sus obras fuesen suficientes. En el día del juicio, ellos
estarán de pie delante de Dios en su carne, diciendo: “Mira todo lo que he
hecho por ti, Señor. He trabajado para mantenerme limpio y santo. He
profetizado, alimenté a los pobres, sané a los enfermos, eché fuera
demonios. ¡Y todo lo hice para complacerte!”
Pero Dios le contestará, “No hiciste ninguna de esas cosas a través del
poder de Mi Espíritu. Las hiciste todas con sus propias fuerzas. Yo solamente
acepto la justicia de un hombre: Mi Hijo. Y no veo a Mi Hijo en ti”
“Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por
Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como
está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor”. (1ra Corintios
1:30-31).
DAVID WILKERSON
miércoles, 20 de marzo de 2013
SANTAS RAMAS
Al leer 1 Pedro 1:15, "Sed santos, porque yo soy santo", es posible que se
alarme. "¿Quiere decir que voy a ser tan santo como lo fue Jesús?
¡Imposible! Él era impecable, perfecto. ¿Cómo puede alguien vivir de
acuerdo con esa norma en la tierra?"
El verdadero propósito de la ley era mostrarnos que es imposible para nosotros
estar a la altura de los estándares de santidad de Dios. Ninguna cantidad de
fuerza de voluntad humana, fortaleza o habilidad podría hacernos santos. Por
lo tanto, sólo puede haber un camino para llegar a ser santos: Debemos estar
en Cristo y su santidad debe ser nuestra santidad.
"Si la raíz es santa, también lo son las ramas" (Romanos 11:16). Pablo dice
que debido a que Jesús, la raíz es santa, entonces nosotros, las ramas, somos
santas también. Y Juan escribe: "Yo soy la vid, vosotros los pámpanos" (Juan
15:5). En otras palabras, porque estamos en Cristo, somos hechos santos en
virtud de su santidad.
El hecho es que Dios sólo reconoce un hombre santo: Jesucristo. Y a los ojos
de Dios, sólo ha habido dos hombres representativos a lo largo de la historia:
el primero, literalmente Adán y el segundo Adán, que es Jesús. Toda la
humanidad estaba envuelta en el primer Adán y cuando él pecó, todos se
convirtieron en pecadores. Entonces Jesús vino como un hombre nuevo y por su
reconciliación en la cruz, toda la humanidad potencialmente ha venido a ser
recogida en él. Hoy Dios sólo reconoce este hombre, Jesús, y Él es santo.
Al igual que Adán, apartados de la redención en Cristo no podemos ser santos.
No importa cuánto tiempo vivamos o cuán duro tratemos, no importa cuántas
oraciones pronunciemos o con qué frecuencia leamos la Biblia, y no importa
cuánta lujuria podamos dominar, nunca seremos perfectamente santos.
Jesús se levanta único en perfecta santidad. Si alguna persona está siempre
en pie delante del Padre celestial y es recibido por Él, esa persona tiene que
estar en Cristo. Estamos ante el Padre sin ningún mérito propio o
reivindicación nuestra. Estamos sólo por la gracia de Cristo.
DAVID WILKERSON
alarme. "¿Quiere decir que voy a ser tan santo como lo fue Jesús?
¡Imposible! Él era impecable, perfecto. ¿Cómo puede alguien vivir de
acuerdo con esa norma en la tierra?"
El verdadero propósito de la ley era mostrarnos que es imposible para nosotros
estar a la altura de los estándares de santidad de Dios. Ninguna cantidad de
fuerza de voluntad humana, fortaleza o habilidad podría hacernos santos. Por
lo tanto, sólo puede haber un camino para llegar a ser santos: Debemos estar
en Cristo y su santidad debe ser nuestra santidad.
"Si la raíz es santa, también lo son las ramas" (Romanos 11:16). Pablo dice
que debido a que Jesús, la raíz es santa, entonces nosotros, las ramas, somos
santas también. Y Juan escribe: "Yo soy la vid, vosotros los pámpanos" (Juan
15:5). En otras palabras, porque estamos en Cristo, somos hechos santos en
virtud de su santidad.
El hecho es que Dios sólo reconoce un hombre santo: Jesucristo. Y a los ojos
de Dios, sólo ha habido dos hombres representativos a lo largo de la historia:
el primero, literalmente Adán y el segundo Adán, que es Jesús. Toda la
humanidad estaba envuelta en el primer Adán y cuando él pecó, todos se
convirtieron en pecadores. Entonces Jesús vino como un hombre nuevo y por su
reconciliación en la cruz, toda la humanidad potencialmente ha venido a ser
recogida en él. Hoy Dios sólo reconoce este hombre, Jesús, y Él es santo.
Al igual que Adán, apartados de la redención en Cristo no podemos ser santos.
No importa cuánto tiempo vivamos o cuán duro tratemos, no importa cuántas
oraciones pronunciemos o con qué frecuencia leamos la Biblia, y no importa
cuánta lujuria podamos dominar, nunca seremos perfectamente santos.
Jesús se levanta único en perfecta santidad. Si alguna persona está siempre
en pie delante del Padre celestial y es recibido por Él, esa persona tiene que
estar en Cristo. Estamos ante el Padre sin ningún mérito propio o
reivindicación nuestra. Estamos sólo por la gracia de Cristo.
DAVID WILKERSON
martes, 19 de marzo de 2013
DE AHORA EN ADELANTE
Tras el anuncio del ángel: "Has hallado gracia delante de Dios. . . "(Lucas
1:30), la Biblia dice que María" concibió. "Esto es lo que nos sucede cuando
nos encontramos con el favor de Dios, Él hace nacer algo nuevo en nuestras
vidas. Si usted tiene niños, sabe que una vez que llegan, nada es lo mismo, su
mundo está completamente al revés. Y lo mismo ocurre cuando el favor de Dios
cae en nuestras vidas.
María comprendió esto. Ella vio que las cosas iban a ser diferentes, sin
importar qué problemas podrían venir; el ángel le dijo que su hijo iba a
liberar a los cautivos, el alma de María se conmovió y ella rompió a cantar:
“Entonces María dijo: «Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se
regocija en Dios mi Salvador. Pues se ha dignado mirar a su humilde sierva, y
desde ahora me llamarán dichosa por todas las generaciones. Grandes cosas ha
hecho en mí el Poderoso; ¡Santo es su nombre! La misericordia de Dios es
eterna para aquellos que le temen."(Lucas 1:46-50, NVI, énfasis mío).
Quiero centrarme en las dos frases que resalté del canto de María. Primero: "
Pues se ha dignado mirar a su humilde sierva." María se dio cuenta que Dios
había visto su situación, su corazón, sus miedos, esperanzas y sueños. Y
Dios "mira en, por y a" ti de la misma manera, Él ve directamente nuestras
necesidades, anhelos y temores y eso incluye nuestra idea de que: "Mi vida es
demasiado imposible de arreglar, incluso para Dios. Nada va a cambiar."
Con el favor de Dios, podemos testificar como María: "Estoy bendecido por el
Señor, porque Él me ve en todas mis circunstancias. Él puede hacer cambios
en mi vida en cualquier momento y concebir las cosas que yo nunca podría
imaginar."
En la segunda frase de la canción de María, al darse cuenta que Dios estaba
haciendo una transición en su vida, ella declaró: "De ahora en adelante, yo
camino en el favor de Dios. Dejo a un lado todos mis esfuerzos por lograr
estabilidad y seguridad, y entrego todas
mis necesidades y deseos a Él".
Este es el momento decisivo que el favor de Dios trae a nuestras vidas. La
declaración: "De ahora en adelante," marca un cambio de 180 grados en nuestra
dirección. Cualquier persona que camina en el favor de Dios puede decir: "A
partir de ahora, mis adicciones no pueden mantenerse sobre mí. Mi matrimonio
difícil será transformado por el amor de Dios. Mi hijo que está huyendo de
Dios volverá contrito a Su amor".
GARY WILKERSON
1:30), la Biblia dice que María" concibió. "Esto es lo que nos sucede cuando
nos encontramos con el favor de Dios, Él hace nacer algo nuevo en nuestras
vidas. Si usted tiene niños, sabe que una vez que llegan, nada es lo mismo, su
mundo está completamente al revés. Y lo mismo ocurre cuando el favor de Dios
cae en nuestras vidas.
María comprendió esto. Ella vio que las cosas iban a ser diferentes, sin
importar qué problemas podrían venir; el ángel le dijo que su hijo iba a
liberar a los cautivos, el alma de María se conmovió y ella rompió a cantar:
“Entonces María dijo: «Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se
regocija en Dios mi Salvador. Pues se ha dignado mirar a su humilde sierva, y
desde ahora me llamarán dichosa por todas las generaciones. Grandes cosas ha
hecho en mí el Poderoso; ¡Santo es su nombre! La misericordia de Dios es
eterna para aquellos que le temen."(Lucas 1:46-50, NVI, énfasis mío).
Quiero centrarme en las dos frases que resalté del canto de María. Primero: "
Pues se ha dignado mirar a su humilde sierva." María se dio cuenta que Dios
había visto su situación, su corazón, sus miedos, esperanzas y sueños. Y
Dios "mira en, por y a" ti de la misma manera, Él ve directamente nuestras
necesidades, anhelos y temores y eso incluye nuestra idea de que: "Mi vida es
demasiado imposible de arreglar, incluso para Dios. Nada va a cambiar."
Con el favor de Dios, podemos testificar como María: "Estoy bendecido por el
Señor, porque Él me ve en todas mis circunstancias. Él puede hacer cambios
en mi vida en cualquier momento y concebir las cosas que yo nunca podría
imaginar."
En la segunda frase de la canción de María, al darse cuenta que Dios estaba
haciendo una transición en su vida, ella declaró: "De ahora en adelante, yo
camino en el favor de Dios. Dejo a un lado todos mis esfuerzos por lograr
estabilidad y seguridad, y entrego todas
mis necesidades y deseos a Él".
Este es el momento decisivo que el favor de Dios trae a nuestras vidas. La
declaración: "De ahora en adelante," marca un cambio de 180 grados en nuestra
dirección. Cualquier persona que camina en el favor de Dios puede decir: "A
partir de ahora, mis adicciones no pueden mantenerse sobre mí. Mi matrimonio
difícil será transformado por el amor de Dios. Mi hijo que está huyendo de
Dios volverá contrito a Su amor".
GARY WILKERSON
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