viernes, 30 de noviembre de 2012
DUREZA DE CORAZÓN
"El hombre que reprendido endurece la cerviz, de repente será quebrantado, y
no habrá remedio" (Proverbios 29:1).
La palabra hebrea para reprendido en este versículo se refiere a la enseñanza
correctiva y las palabras para decir sin remedio significan "sin cura, sin
posibilidad de liberación." Este versículo nos dice, en primer lugar, que la
dureza de corazón es el resultado de rechazar repetidas advertencias y hacer a
un lado todo el galanteo de la verdad. En segundo lugar, nos dice que con el
tiempo tal dureza se hace imposible de curar. Entonces, ¿quiénes son las
personas que más a menudo escuchan estas advertencias? Supuestamente ellos son
cristianos; son quienes se sientan en la casa de Dios cada semana a escuchar los
sermones de reprensión.
Usted puede preguntar, "¿Qué es exactamente un corazón duro?" Es uno que
determinadamente se resiste a obedecer la Palabra de Dios, es imposible de
mover e inmune a la reprensión y advertencias del Espíritu Santo.
La trágica verdad es que a pesar de escuchar los mensajes de fuego enviados
desde el cielo, multitudes de cristianos no practican lo que oyen. Se niegan a
permitir la entrada de Dios en ciertas áreas de su vida y mientras continúan
oyendo sin escuchar la dureza empieza a arraigarse.
Por el contrario, hay muchos pecadores cuya dureza de corazón ha sido curada.
Al principio maldijeron a Cristo y enojados sacudieron el puño en la cara de
Dios. Pero cuando oyeron el evangelio y sintieron el reproche puro y amoroso
del Espíritu Santo, sus corazones se derritieron. Ellos se arrepintieron y se
volvieron a Jesús.
La vida del hijo de Madalyn Murray O'Hair ilustra esto. Había sido criado
probablemente, en el hogar más ateo en América y más tarde trabajó para su
madre, en cruzadas contra Dios y la religión. Pero al oír el evangelio, fue
gloriosamente salvo y se convirtió en un ministro, predicando a Cristo en vez
de maldecirlo. La dureza de este hombre fue curable también porque él no se
había sentado bajo sermones de reprensión para continuamente rechazarlos.
En mi experiencia, el más duro corazón, la especie de los incurables o
irremediables, siempre han estado al alcance de la voz de la predicación
ungida por El Espíritu Santo. Tal dureza no existe en frío, en iglesias
muertas o formales donde el evangelio ha sido corrompido por generaciones. No,
siempre se encuentra donde una palabra pura se predica desde el púlpito y es
rechazada en las bancas.
DAVID WILKERSON
no habrá remedio" (Proverbios 29:1).
La palabra hebrea para reprendido en este versículo se refiere a la enseñanza
correctiva y las palabras para decir sin remedio significan "sin cura, sin
posibilidad de liberación." Este versículo nos dice, en primer lugar, que la
dureza de corazón es el resultado de rechazar repetidas advertencias y hacer a
un lado todo el galanteo de la verdad. En segundo lugar, nos dice que con el
tiempo tal dureza se hace imposible de curar. Entonces, ¿quiénes son las
personas que más a menudo escuchan estas advertencias? Supuestamente ellos son
cristianos; son quienes se sientan en la casa de Dios cada semana a escuchar los
sermones de reprensión.
Usted puede preguntar, "¿Qué es exactamente un corazón duro?" Es uno que
determinadamente se resiste a obedecer la Palabra de Dios, es imposible de
mover e inmune a la reprensión y advertencias del Espíritu Santo.
La trágica verdad es que a pesar de escuchar los mensajes de fuego enviados
desde el cielo, multitudes de cristianos no practican lo que oyen. Se niegan a
permitir la entrada de Dios en ciertas áreas de su vida y mientras continúan
oyendo sin escuchar la dureza empieza a arraigarse.
Por el contrario, hay muchos pecadores cuya dureza de corazón ha sido curada.
Al principio maldijeron a Cristo y enojados sacudieron el puño en la cara de
Dios. Pero cuando oyeron el evangelio y sintieron el reproche puro y amoroso
del Espíritu Santo, sus corazones se derritieron. Ellos se arrepintieron y se
volvieron a Jesús.
La vida del hijo de Madalyn Murray O'Hair ilustra esto. Había sido criado
probablemente, en el hogar más ateo en América y más tarde trabajó para su
madre, en cruzadas contra Dios y la religión. Pero al oír el evangelio, fue
gloriosamente salvo y se convirtió en un ministro, predicando a Cristo en vez
de maldecirlo. La dureza de este hombre fue curable también porque él no se
había sentado bajo sermones de reprensión para continuamente rechazarlos.
En mi experiencia, el más duro corazón, la especie de los incurables o
irremediables, siempre han estado al alcance de la voz de la predicación
ungida por El Espíritu Santo. Tal dureza no existe en frío, en iglesias
muertas o formales donde el evangelio ha sido corrompido por generaciones. No,
siempre se encuentra donde una palabra pura se predica desde el púlpito y es
rechazada en las bancas.
DAVID WILKERSON
jueves, 29 de noviembre de 2012
LLEGARON A SER INTRÉPIDOS
Cuando el Espíritu Santo cayó sobre Sus discípulos, ellos llegaron a ser
intrépidos. Cuando fueron al templo a testificar, el Espíritu Santo hizo que
sus palabras cortaran, convencieran, como espadas perforando el corazón. Ellos
predicaron el evangelio con poder y autoridad porque tenían el fuego del
Espíritu Santo dentro de ellos.
Bajo esta predicación ungida, en apenas poco tiempo unas cinco mil personas
fueron salvadas. Aún sacerdotes se convirtieron. Y derramamientos adicionales
ocurrieron en los pueblos cercanos, en ciudades distantes e incluso entre los
gentiles.
La mejor parte de esta escena increíble es que la iglesia tuvo la totalidad de
su dirección del Espíritu Santo. Nada aconteció hasta que los discípulos se
hubieron encerrado con el Señor y ayunaron y oraron. Cuando hicieron esto, el
Espíritu vino y comenzó a dirigir cada uno de sus pasos.
Pero algo más ocurrió que es muy importante. Los discípulos habían de
llevar el evangelio a cada nación, cada pueblo, pero la tradición judía les
prohibía tocar aún la ropa de un gentil. ¿Cómo se suponía que llevaría
las buenas nuevas a la gente con la que no se les permitía ni siquiera
asociarse? Parecía una orden imposible porque incluso los judíos conversos se
atenían a estos prejuicios.
La proclamación universal del evangelio comenzó sólo cuando el Espíritu
Santo asumió el control. El Espíritu Santo visitó a Pedro durante su tiempo
diario de oración en un tejado: "Volvió la voz a [Pedro] la segunda vez: Lo
que Dios limpió, no lo llames tú común (impuro)" (Hechos 10:15).
Él le dijo a Pedro: "No te atrevas a llamar impuro lo que he santificado y he
hecho limpio. Ahora, baja, porque hay unos gentiles que tocan a tu puerta.
¡Quiero que vayas con ellos y les prediques acerca de Jesús!"
El Espíritu Santo había resuelto el problema del perjuicio de la noche a la
mañana. Él abrió el mundo gentil al evangelio simplemente hablándole a sus
seguidores. ¡Todo fue dirigido claramente desde el cielo!
Los poderosos creyentes del primer siglo recibieron todas sus órdenes de
marcha del Espíritu Santo mismo: "Ellos, entonces, enviados por el Espíritu
Santo, descendieron…" (Hechos 13:4). Ellos nunca hicieron un sólo movimiento
hasta no estar primeramente a solas con Dios en ayuno y oración. ¡Y el
Espíritu Santo les respondió dándoles una dirección clara!
DAVID WILKERSON
intrépidos. Cuando fueron al templo a testificar, el Espíritu Santo hizo que
sus palabras cortaran, convencieran, como espadas perforando el corazón. Ellos
predicaron el evangelio con poder y autoridad porque tenían el fuego del
Espíritu Santo dentro de ellos.
Bajo esta predicación ungida, en apenas poco tiempo unas cinco mil personas
fueron salvadas. Aún sacerdotes se convirtieron. Y derramamientos adicionales
ocurrieron en los pueblos cercanos, en ciudades distantes e incluso entre los
gentiles.
La mejor parte de esta escena increíble es que la iglesia tuvo la totalidad de
su dirección del Espíritu Santo. Nada aconteció hasta que los discípulos se
hubieron encerrado con el Señor y ayunaron y oraron. Cuando hicieron esto, el
Espíritu vino y comenzó a dirigir cada uno de sus pasos.
Pero algo más ocurrió que es muy importante. Los discípulos habían de
llevar el evangelio a cada nación, cada pueblo, pero la tradición judía les
prohibía tocar aún la ropa de un gentil. ¿Cómo se suponía que llevaría
las buenas nuevas a la gente con la que no se les permitía ni siquiera
asociarse? Parecía una orden imposible porque incluso los judíos conversos se
atenían a estos prejuicios.
La proclamación universal del evangelio comenzó sólo cuando el Espíritu
Santo asumió el control. El Espíritu Santo visitó a Pedro durante su tiempo
diario de oración en un tejado: "Volvió la voz a [Pedro] la segunda vez: Lo
que Dios limpió, no lo llames tú común (impuro)" (Hechos 10:15).
Él le dijo a Pedro: "No te atrevas a llamar impuro lo que he santificado y he
hecho limpio. Ahora, baja, porque hay unos gentiles que tocan a tu puerta.
¡Quiero que vayas con ellos y les prediques acerca de Jesús!"
El Espíritu Santo había resuelto el problema del perjuicio de la noche a la
mañana. Él abrió el mundo gentil al evangelio simplemente hablándole a sus
seguidores. ¡Todo fue dirigido claramente desde el cielo!
Los poderosos creyentes del primer siglo recibieron todas sus órdenes de
marcha del Espíritu Santo mismo: "Ellos, entonces, enviados por el Espíritu
Santo, descendieron…" (Hechos 13:4). Ellos nunca hicieron un sólo movimiento
hasta no estar primeramente a solas con Dios en ayuno y oración. ¡Y el
Espíritu Santo les respondió dándoles una dirección clara!
DAVID WILKERSON
miércoles, 28 de noviembre de 2012
YO TE ESFUERZO
Quiero hablar de la esclavitud del pecado, es decir, su batalla con la carne.
Bajo el nuevo pacto, Dios permitirá situaciones que le muestren cómo usted es
totalmente dependiente de Él para liberarle por la fe.
Dios nunca lo meterá en tentación sino que le permitirá llegar hasta el
final de sus posibilidades. Si tiene un pecado que le asedia, Satanás vendrá
contra usted continuamente con sus mentiras: "¡Eres demasiado débil nunca lo
vas a lograr!".
Se oye el ruido de las cadenas con que Satanás trata de atarle a su hábito
una vez más y usted se pregunta: "Señor, ¿cómo voy a levantarme de esto?
¡He caído tan bajo!"
¿Qué puede hacer? Usted sabe que no puede correr más rápido que el enemigo
y no es rival para él en una pelea, por lo que se acobarda ante él, temblando
de miedo.
Usted puede decirse a sí mismo: "Voy a volver a mis viejas costumbres. Por lo
menos voy a estar a salvo de toda esta guerra espiritual ¡Esto es demasiado
para mí!" Pero usted sabe que no puede volver a su viejo amo. Si se vuelves
atrás ahora y deserta de Cristo, le costará la vida.
Muchos cristianos se quedan atrapados en el ciclo infernal de pecar y confesar,
pecar y confesar. Corren a los amigos, consejeros, cualquiera que les escuche
como lloran y oran. Tales creyentes hacen todo menos quedarse quietos y confiar
en el Señor para traer su liberación.
El Antiguo Testamento nos da ejemplo tras ejemplo de cómo no tenemos poder en
nuestra carne para librar batallas espirituales. Nuestro viejo hombre es
completamente débil e impotente, pero tenemos un nuevo hombre dentro de
nosotros. Este hombre nuevo entiende que no hay forma salida humana, que Dios
tiene que hacer todo el combate. Nos resistimos al diablo no en nuestras
fuerzas, sino por el poder del Espíritu Santo, que se revela en nosotros por
la fe.
"No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te
esfuerzo" (Isaías 41:10).
DAVID WILKERSON
Bajo el nuevo pacto, Dios permitirá situaciones que le muestren cómo usted es
totalmente dependiente de Él para liberarle por la fe.
Dios nunca lo meterá en tentación sino que le permitirá llegar hasta el
final de sus posibilidades. Si tiene un pecado que le asedia, Satanás vendrá
contra usted continuamente con sus mentiras: "¡Eres demasiado débil nunca lo
vas a lograr!".
Se oye el ruido de las cadenas con que Satanás trata de atarle a su hábito
una vez más y usted se pregunta: "Señor, ¿cómo voy a levantarme de esto?
¡He caído tan bajo!"
¿Qué puede hacer? Usted sabe que no puede correr más rápido que el enemigo
y no es rival para él en una pelea, por lo que se acobarda ante él, temblando
de miedo.
Usted puede decirse a sí mismo: "Voy a volver a mis viejas costumbres. Por lo
menos voy a estar a salvo de toda esta guerra espiritual ¡Esto es demasiado
para mí!" Pero usted sabe que no puede volver a su viejo amo. Si se vuelves
atrás ahora y deserta de Cristo, le costará la vida.
Muchos cristianos se quedan atrapados en el ciclo infernal de pecar y confesar,
pecar y confesar. Corren a los amigos, consejeros, cualquiera que les escuche
como lloran y oran. Tales creyentes hacen todo menos quedarse quietos y confiar
en el Señor para traer su liberación.
El Antiguo Testamento nos da ejemplo tras ejemplo de cómo no tenemos poder en
nuestra carne para librar batallas espirituales. Nuestro viejo hombre es
completamente débil e impotente, pero tenemos un nuevo hombre dentro de
nosotros. Este hombre nuevo entiende que no hay forma salida humana, que Dios
tiene que hacer todo el combate. Nos resistimos al diablo no en nuestras
fuerzas, sino por el poder del Espíritu Santo, que se revela en nosotros por
la fe.
"No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te
esfuerzo" (Isaías 41:10).
DAVID WILKERSON
martes, 27 de noviembre de 2012
EL ESPIRITU DE PABLO SE CONMOVIÓ
Cuando el apóstol Pablo miró a las multitudes idólatras en Atenas, su
espíritu se conmovió (Vea Hechos 17:16). Igualmente, cuando yo miro por la
ventana de mi apartamento cada noche, viendo las masas en Manhattan,
experimento lo que Pablo sintió. Veo muchos edificios hermosos – desde el
horizonte de Midtown Manhattan hasta la Estatua de la Libertad – sin embargo,
todos ellos parecen lápidas! Están repletos de muertos vivientes, multitudes
de personas que están muriendo y se van al infierno. Tengo que clamar a
diario: "¡Señor, te necesitamos! Nosotros no podemos hacer nada para alcanzar
a estas personas sin Tu dirección y sin Tu poder!"
Jesús sabía todo lo que Su iglesia enfrentaría en la actualidad, la
oposición abrumadora, los muchos obstáculos. Y Él sabía exactamente lo que
le acontecería a nuestra sociedad. Él sabía que habría un derrumbe moral,
que la humanidad iría de mal en peor, y que un diablo enojado arrojaría un
río infernal contra Su Iglesia.
Jesús no habría enviado a sus discípulos sin que Él supiera que el poder
dado a ellos sería más que suficiente para satisfacer cada necesidad y
oposición. Estos hombres que habían corrido de miedo cuando los soldados
vinieron por Él, eran tímidos, temerosos, inexpertos y no calificados. Sin
embargo, Jesús sabía que estos hombres –cuando se rindieran completamente
al Espíritu Santo- harían milagros, pondrían en fuga demonios, y vencerían
cada adversario y desafío.
Creo que las palabras de Jesús a sus discípulos desvalidos aplican a nosotros
hoy: "He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero
quedaos…hasta que seáis investidos de poder desde lo alto" (Lucas 24:49).
Jesús estaba diciendo, en esencia: "Si ustedes tratan de evangelizar en su
propia fuerza, en poco tiempo caerán de bruces. Conozco las batallas y los
obstáculos que enfrentan y les daré un poder mayor que cualquier otro en el
universo. Serán capaces de pararse frente a reyes, príncipes, gobiernos.
Tendrán autoridad sobre demonios y principados. Pero no pueden hacer nada por
Mí, a menos que estén llenos del Espíritu Santo. "
DAVID WILKERSON
espíritu se conmovió (Vea Hechos 17:16). Igualmente, cuando yo miro por la
ventana de mi apartamento cada noche, viendo las masas en Manhattan,
experimento lo que Pablo sintió. Veo muchos edificios hermosos – desde el
horizonte de Midtown Manhattan hasta la Estatua de la Libertad – sin embargo,
todos ellos parecen lápidas! Están repletos de muertos vivientes, multitudes
de personas que están muriendo y se van al infierno. Tengo que clamar a
diario: "¡Señor, te necesitamos! Nosotros no podemos hacer nada para alcanzar
a estas personas sin Tu dirección y sin Tu poder!"
Jesús sabía todo lo que Su iglesia enfrentaría en la actualidad, la
oposición abrumadora, los muchos obstáculos. Y Él sabía exactamente lo que
le acontecería a nuestra sociedad. Él sabía que habría un derrumbe moral,
que la humanidad iría de mal en peor, y que un diablo enojado arrojaría un
río infernal contra Su Iglesia.
Jesús no habría enviado a sus discípulos sin que Él supiera que el poder
dado a ellos sería más que suficiente para satisfacer cada necesidad y
oposición. Estos hombres que habían corrido de miedo cuando los soldados
vinieron por Él, eran tímidos, temerosos, inexpertos y no calificados. Sin
embargo, Jesús sabía que estos hombres –cuando se rindieran completamente
al Espíritu Santo- harían milagros, pondrían en fuga demonios, y vencerían
cada adversario y desafío.
Creo que las palabras de Jesús a sus discípulos desvalidos aplican a nosotros
hoy: "He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero
quedaos…hasta que seáis investidos de poder desde lo alto" (Lucas 24:49).
Jesús estaba diciendo, en esencia: "Si ustedes tratan de evangelizar en su
propia fuerza, en poco tiempo caerán de bruces. Conozco las batallas y los
obstáculos que enfrentan y les daré un poder mayor que cualquier otro en el
universo. Serán capaces de pararse frente a reyes, príncipes, gobiernos.
Tendrán autoridad sobre demonios y principados. Pero no pueden hacer nada por
Mí, a menos que estén llenos del Espíritu Santo. "
DAVID WILKERSON
viernes, 23 de noviembre de 2012
¡QUÉDATE QUIETO!
Las tres palabras que más se escucha entre los cristianos en tiempos de crisis
son: "Señor, ¡haz algo!" Va en contra de nuestra naturaleza estar quieto y no
hacer nada cuando enfrentamos pruebas desconcertantes. De hecho, esperar
pacientemente a que Dios actúe es probablemente la cosa más difícil de la
vida cristiana. Incluso los creyentes consagrados entran en pánico cuando el
Señor no se mueve de acuerdo a sus tiempos.
Constantemente damos fechas límite a de Dios y le ponemos plazos. Gritamos:
"Señor, ¿cuándo vas a hacer algo al respecto? ¡Si no actúas ahora, será
demasiado tarde!" Pero Dios nunca esta demasiado tarde. Él actúa siempre de
acuerdo a su horario, no el nuestro.
Nuestro Dios está siempre en buscando en la tierra aquellos que confían en
Él en toda situación desesperada, de crisis y prueba. En efecto, Él a menudo
nos lleva a situaciones que son críticas y difíciles con el fin de ponernos a
prueba. Él quiere ver si estamos dispuestos a quedarnos quietos y esperar a
que traiga liberación sobrenatural.
La Biblia dice muy claramente: "Los pasos del hombre son ordenados por el
Señor, y él aprueba su camino" (Salmo 37:23). La palabra hebrea para
“ordenados” significa: "prestablecido, preparado de antemano paso a paso,
fijo, ordenado por Dios."
Esto significa que es Dios, no el diablo, quien nos lleva a lugares difíciles.
Podemos clamar: "Señor, ¿por qué permites que mi crisis continúe?" Pero la
verdad es que no sólo permitirá nuestra prueba sino que lo hace
deliberadamente con un propósito. Y eso es difícil de aceptar para nosotros.
Dios permite estas cosas difíciles en nuestras vidas con el fin de producir fe
en nosotros. Él nos está conformado en ejemplos piadosos de la fe, para ser su
testimonio a los no creyentes en esta era de impiedad.
Creo firmemente que cada paso que doy es ordenado por nuestro Padre Celestial y
Él nunca me llevaría al borde de una situación difícil sólo para
abandonarme. Él no diría: "Bueno, David, te he dirigido hasta este punto.
Ahora estás por tu cuenta."
¡No! Dios es absolutamente fiel con Sus hijos, en cada crisis. Él siempre nos
está preguntando: "¿Serás uno de los que he estado buscando, alguien que no
cunda en pánico, que no me acuse de traicionar, abandonar y hacer daño a mis
hijos? ¿Vas a quedarte quieto en tu crisis y confiar en mí para ver lo que va
a ocurrir?"
DAVID WILKERSON
son: "Señor, ¡haz algo!" Va en contra de nuestra naturaleza estar quieto y no
hacer nada cuando enfrentamos pruebas desconcertantes. De hecho, esperar
pacientemente a que Dios actúe es probablemente la cosa más difícil de la
vida cristiana. Incluso los creyentes consagrados entran en pánico cuando el
Señor no se mueve de acuerdo a sus tiempos.
Constantemente damos fechas límite a de Dios y le ponemos plazos. Gritamos:
"Señor, ¿cuándo vas a hacer algo al respecto? ¡Si no actúas ahora, será
demasiado tarde!" Pero Dios nunca esta demasiado tarde. Él actúa siempre de
acuerdo a su horario, no el nuestro.
Nuestro Dios está siempre en buscando en la tierra aquellos que confían en
Él en toda situación desesperada, de crisis y prueba. En efecto, Él a menudo
nos lleva a situaciones que son críticas y difíciles con el fin de ponernos a
prueba. Él quiere ver si estamos dispuestos a quedarnos quietos y esperar a
que traiga liberación sobrenatural.
La Biblia dice muy claramente: "Los pasos del hombre son ordenados por el
Señor, y él aprueba su camino" (Salmo 37:23). La palabra hebrea para
“ordenados” significa: "prestablecido, preparado de antemano paso a paso,
fijo, ordenado por Dios."
Esto significa que es Dios, no el diablo, quien nos lleva a lugares difíciles.
Podemos clamar: "Señor, ¿por qué permites que mi crisis continúe?" Pero la
verdad es que no sólo permitirá nuestra prueba sino que lo hace
deliberadamente con un propósito. Y eso es difícil de aceptar para nosotros.
Dios permite estas cosas difíciles en nuestras vidas con el fin de producir fe
en nosotros. Él nos está conformado en ejemplos piadosos de la fe, para ser su
testimonio a los no creyentes en esta era de impiedad.
Creo firmemente que cada paso que doy es ordenado por nuestro Padre Celestial y
Él nunca me llevaría al borde de una situación difícil sólo para
abandonarme. Él no diría: "Bueno, David, te he dirigido hasta este punto.
Ahora estás por tu cuenta."
¡No! Dios es absolutamente fiel con Sus hijos, en cada crisis. Él siempre nos
está preguntando: "¿Serás uno de los que he estado buscando, alguien que no
cunda en pánico, que no me acuse de traicionar, abandonar y hacer daño a mis
hijos? ¿Vas a quedarte quieto en tu crisis y confiar en mí para ver lo que va
a ocurrir?"
DAVID WILKERSON
jueves, 22 de noviembre de 2012
EL ÉXITO Y LA OBEDIENCIA
"Ahora los burros de Cis, padre de Saúl, se habían perdido. Así que dijo Cis
a Saúl su hijo: Toma uno de los hombres jóvenes, y levántate, ve a buscar las
asnas "(1 Samuel 9:3, NVI).
Cuando la Escritura nos habla de algo que se perdió, como en esta historia o
en la parábola de la oveja perdida que Jesús contó; nos esta enseñando
sobre el corazón de Dios por los perdidos. Dios quiere que su pueblo esté
dispuesto a ir al rescate de los perdidos, exactamente como estaba ocurriendo
aquí en el relato con respecto a Saúl.
"Y él pasó a través de la región montañosa de Efraín" (versículo 4).
Subir y bajar las colinas de Efraín era una manera difícil de iniciar, pero
el padre de Saúl le había dado una misión y él iba a llevarla a cabo.
Luego, el versículo 4 continúa: "[Ellos] pasaron a través de la tierra de
Salín, pero no los encontró." Saúl había pasado por la montaña y ahora por
un segundo territorio sin encontrar los burros. Debió sentirse un poco
desesperado, preguntándose: "¿Es que nunca voy a encontrar estos burros?"
El corazón de Saúl se había comprometido con la búsqueda porque: "Mi padre
me pidió que hiciera esto y quiero ser obediente a su llamado. Estos asnos
perdidos le importan a mi padre y yo voy tras ellos con todo mi corazón."
"Ellos pasaron por la tierra de Salín, pero no estaban allí. Después pasaron
por la tierra de Benjamín, pero no los encontró "(versículo 4,
continuación).
Finalmente Saúl dijo a su criado: " Vámonos. Debemos regresar, no sea que mi
padre comience a preocuparse más por nosotros que por las burras." (Versículo
5).
Saúl estaba diciendo: "Realmente lo intentamos. Teníamos una visión y de
verdad pensé que podíamos hacer esto, pero no podemos."
Para algunas personas su aprensión acerca de renunciar a la fe es realmente un
miedo al fracaso. Ellos no hacen lo que Dios les ha llamado porque tienen miedo
de no tener éxito.
Escuche con atención. Cuando Dios le llama a algo, Él no siempre está
llamando a tener éxito, ¡Él le llama a obedecer! El éxito del llamado es
cosa de Dios, la obediencia es cosa suya.
GARY WILKERSON
a Saúl su hijo: Toma uno de los hombres jóvenes, y levántate, ve a buscar las
asnas "(1 Samuel 9:3, NVI).
Cuando la Escritura nos habla de algo que se perdió, como en esta historia o
en la parábola de la oveja perdida que Jesús contó; nos esta enseñando
sobre el corazón de Dios por los perdidos. Dios quiere que su pueblo esté
dispuesto a ir al rescate de los perdidos, exactamente como estaba ocurriendo
aquí en el relato con respecto a Saúl.
"Y él pasó a través de la región montañosa de Efraín" (versículo 4).
Subir y bajar las colinas de Efraín era una manera difícil de iniciar, pero
el padre de Saúl le había dado una misión y él iba a llevarla a cabo.
Luego, el versículo 4 continúa: "[Ellos] pasaron a través de la tierra de
Salín, pero no los encontró." Saúl había pasado por la montaña y ahora por
un segundo territorio sin encontrar los burros. Debió sentirse un poco
desesperado, preguntándose: "¿Es que nunca voy a encontrar estos burros?"
El corazón de Saúl se había comprometido con la búsqueda porque: "Mi padre
me pidió que hiciera esto y quiero ser obediente a su llamado. Estos asnos
perdidos le importan a mi padre y yo voy tras ellos con todo mi corazón."
"Ellos pasaron por la tierra de Salín, pero no estaban allí. Después pasaron
por la tierra de Benjamín, pero no los encontró "(versículo 4,
continuación).
Finalmente Saúl dijo a su criado: " Vámonos. Debemos regresar, no sea que mi
padre comience a preocuparse más por nosotros que por las burras." (Versículo
5).
Saúl estaba diciendo: "Realmente lo intentamos. Teníamos una visión y de
verdad pensé que podíamos hacer esto, pero no podemos."
Para algunas personas su aprensión acerca de renunciar a la fe es realmente un
miedo al fracaso. Ellos no hacen lo que Dios les ha llamado porque tienen miedo
de no tener éxito.
Escuche con atención. Cuando Dios le llama a algo, Él no siempre está
llamando a tener éxito, ¡Él le llama a obedecer! El éxito del llamado es
cosa de Dios, la obediencia es cosa suya.
GARY WILKERSON
Suscribirse a:
Entradas (Atom)