viernes, 29 de junio de 2012

USTED PUEDE DEJAR ATRAS A LOS CARROS DE GUERRA

Jezreel era conocida como la ciudad de carros de guerra. Esta sobresalía en
cuestiones de guerra por su gran flota de vehículos de hierro hechos para
agilizar la movilización en tiempos de batalla. Los carros representan la
fortaleza del hombre. Estos significan el poder para avanzar con gran agilidad
y con la habilidad para alcanzar algo a través de un recurso poderoso y
dominante.

Actualmente existe un “estilo de vida de carro de guerra” -uno de confort y
facilidad en donde nuestras necesidades son satisfechas. Si queremos hacer algo,
caminos hacia adelante y lo logramos.

Para un cristiano, el estilo de vida de carro de guerra puede ser muy
atractivo. Acorde con los estándares del mundo referente al éxito, nosotros
observamos que se necesitan impresionantes “carros de guerra.” Estos son
medios, materiales de riqueza que otorgan a la gente facilidad, seguridad y
confort en todo tiempo.

Sin embargo, el siervo de Dios no busca primordial mente estas cosas. En su
lugar, este busca obedecer la voz del Maestro y conseguir lo que le aqueja a Su
reino. El cristiano desde el inicio de su fe aprende que al buscar al Señor
primero, “todas estas cosas os serán añadidas.” (Mateo 6:33).

Este mismo creyente algunas veces podrá encontrarse sin los recursos que
necesita para hacer ciertas cosas por su familia. Él no ve su llamado o
ministerio cumplirse. Por lo tanto, él es tentado a pensar, “ Los recursos
están afuera y el mundo los está utilizando en gran manera, pero yo no cuento
con ninguno de ellos. Yo los necesito para lograr la obra de Dios. ¿Cómo los
puedo obtener?”

Elías sabía que esto iba más allá de buscar los recursos del mundo.
Imagínese la escena donde él se presenta ante el Rey Acab. El rey se
encuentra allí, en su impresionante carro de guerra observando al pequeño
profeta. No obstante Elías le habló firmemente a Acab: “Unce tu carro y
desciende, para que la lluvia no te lo impida.” (1 Reyes 18:44).

Posteriormente leemos, “Pero la mano de Jehová estaba sobre Elías, que se
ciñó la cintura y corrió delante de Acab hasta llegar a Jezreel.” (1 Reyes
18:46). ¡El hombre de Dios dejó atrás por muchas millas al carro de batalla!
¿Cómo logró Elías esto? La frase, “se ciñó la cintura” significa
esencialmente, “ceñir el lomo,” es decir, prepararse a sí mismo.

El apóstol Pablo nos dice que nosotros hemos sido llamados por Dios para
correr la carrera. Pedro se refiere a esta carrera cuando habla de ceñir
nuestros lomos con nuestra mente. Él nos está diciendo que necesitamos
prepararnos  a nosotros mismos para la batalla reforzando nuestra creencia y
confianza en el Señor. Cuando usted ve carros de batalla frente a usted
cargando a gente para llevarlos a la meta, no se desaliente. No desmaye ante el
poder que ellos tienen y que usted carece. Dios tiene un camino diferente para
usted. Cuando usted fija sus ojos en el Padre y permite que Su mano poderosa se
manifieste, usted también podrá dejar atrás a los carros de guerra.



GARY WILKERSON

jueves, 28 de junio de 2012

PROCLAMANDO LA VICTORIA


¿Qué espera Dios una vez que hemos sido rociados con la sangre de Jesús?
¿Estamos obligados a hacer algo por haber sido rociados? ¡Sí lo estamos! Si
hemos sido rociados con la sangre de Jesús, estamos encomendados a dos cosas:
Debemos caminar en paz y sin duda alguna.

Cuando Moisés roció la sangre sobre los pecadores israelitas, ellos nunca
dudaron de haber sido perdonados y aceptados por Dios. Ellos confiaron en ese
rocío.

Hoy, la sangre que ha sido rociada sobre nosotros no proviene de bueyes,
cabras, borregos sino de Cristo, el Cordero de Dios. Sin embargo, nosotros aún
tenemos dudas y mayores temores que los israelitas.

Martín Lutero dijo que era blasfemia tomar de regreso todos los pecados que le
fueron entregados a Cristo, y yo estoy de acuerdo con él. Es un sacrilegio
absoluto el andar en temor, culpa y condenación. Nosotros no debemos decir,
“La Biblia dice que por fe yo he sido limpiado, justificado y protegido del
poder de Satanás, no obstante yo no puedo creer que tal cosa tan gloriosa sea
posible.”

2. Nosotros debemos alabar a Dios con un corazón agradecido -sin dudar.

Nosotros somos encomendados a darle gracias a Dios con alabanzas por la
preciosa sangre de Jesús:
“Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor
nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.”
(Romanos 5:11).

“Alegraos en Jehová y gozaos, justos; ¡cantad con júbilo todos vosotros
los rectos de corazón!” (Salmo 32:11).
“Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte; andará, Jehová, a la luz de
tu rostro.” (Salmo 89:15).
“En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios,
porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia,
como a novio me atavió y como a novia adornada con sus joyas.” (Isaías
61:10).

Proclame la victoria de la sangre de Jesús sobre su vida y empiece a adorarle
ahora  mismo por la promesa de aquel gran día de redención.

DAVID WILKERSON

miércoles, 27 de junio de 2012

DISFRUTE SU COMPAÑIA

En Éxodo 24, Dios hizo un pacto con Israel. Él prometió,  “Si ustedes
obedecen mis palabras, yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo.” Tras
leer Moisés la ley al pueblo, ellos contestaron, “Obedeceremos y haremos
todas las cosas que Jehová ha dicho.”

Este pacto tenía que ser sellado -ratificado y puesto en vigor -. Esto
solamente podía suceder  si la sangre era rociada sobre dicho pacto. Hebreos
nos dice que, “[Moisés] tomó la sangre de los becerros y de los machos
cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también
a todo el pueblo.” (Hebreos 9:19).

La  sangre proveniente de las ofrendas puestas bajo fuego era contenida en una
vasija. Moisés tomó parte de esta sangre y la esparció sobre el altar.
Después tomó un hisopo (planta), la sumergió en la vasija y roció parte de
la sangre en los once pilares (representando las doce tribus de Israel).
Finalmente, Moisés sumergió el hisopo en la vasija y roció la sangre en el
pueblo para así sellar el pacto.

Queda claro que el roció de la sangre le dió a los Israelitas completo acceso
a Dios - con gozo. En esta ocasión no tenía nada que ver con el perdón del
pecado sino con la comunión. Ellos fueron santificados, purificados para estar
en la presencia de Dios.

Moisés y los setenta ancianos subieron a la montaña para encontrarse con
Dios, donde el Señor se les apareció. Estos hombres vieron una mesa delante
de ellos y las Escrituras insinúan que con facilidad, confort y sin miedo a
ser juzgados, ellos se sentaron delante de la presencia de Dios, comieron y
bebieron con Él: “Pero no extendió su mano contra los príncipes de los
hijos de Israel: ellos vieron a Dios, comieron y bebieron.” (Éxodo 24:11).

Esto es simplemente maravilloso. Estos hombres pudieron comer y beber en la
misma presencia de Dios, mientras que poco antes, ellos tenían miedo en sus
vidas. La sangre había sido rociada y ellos comprendieron la seguridad, poder
y seguridad que había en ella. ¡Ellos no tuvieron miedo!

Amados, hoy nosotros tenemos un nuevo pacto con Jesucristo, un pacto sellado
con Su propia sangre. Cuando Su preciosa sangre fue rociada sobre su alma, tuvo
el objetivo de la comunión para que usted pudiera ir con firmeza - facilidad y
sin miedo a ser juzgado - en la presencia de Dios. Se le ha dado acceso a Él,
sin ninguna condenación por el pecado, libre para hablar con Dios y disfrutar
de Su compañía.

DAVID WILKERSON

martes, 26 de junio de 2012

NUESTRO SUMO SACERDOTE


En el Antiguo Testamento se habla que una vez al año el sumo sacerdote entraba
al Lugar Santísimo para hacer expiación, que significa “reconciliación.”
Este acto se refiere a limpiar todos los pecados del pueblo para poder ser
reconciliados y tener comunión nuevamente con el Padre celestial.

El sacerdote entraba al Lugar Santísimo con incienso, con un monto de carbones
encendidos provenientes del altar, y un contenedor con sangre de un buey
crucificado. Dentro del Lugar Santísimo había un arca que contaba con un
propiciatorio en su parte superior, sitio donde Dios “habitaba” - era Su
misma presencia.

Después de purificarse a sí mismo en una elaborada ceremonia, el sacerdote
entraba al Lugar Santísimo con gran reverencia y temor. Este arrojaba el
incienso en el fuego causando un aroma y humo que ascendían. Lo anterior
representaba las oraciones de Cristo intercediendo por Su pueblo.
Posteriormente, el sacerdote sumergía su dedo en la sangre y la rociaba siete
veces sobre el propiciatorio.

“Tomará luego de la sangre del becerro y la rociará con su dedo en el lado
oriental del propiciatorio, y delante del propiciatorio esparcirá con su dedo
siete veces de aquella sangre.” (Levítico 16:14).

Cuando la sangre era rociada en el propiciatorio,e l perdón de todos los
pecados era culminado y todos los pecados pasados eran cubiertos. Cuando el
sumo sacerdote salía del Lugar Santísimo, el pueblo sabía que Dios había
aceptado el sacrificio y que sus pecados habían sido perdonados. ¡Israel
nunca dudó!

Amado, nosotros también tenemos por la eternidad a un Sumo Sacerdote - Jesús,
nuestro Señor, nuestro Sumo Sacerdote. Jesús llevó su propia sangre al
propiciatorio - a la presencia de Dios, al Lugar Santísimo - y la presentó
para la remisión de todos los pecados, de todos los creyentes, por la
eternidad.

Las Escrituras dicen: “y no por sangre de machos cabríos ni de becerros,
sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar santísimo,
habiendo obtenido eterna redención.” (Hebreos 9:12).

Jesús llevó su propia sangre al cielo por nosotros y ésta no es guardada
como monumento conmemorativo. Su sangre es para ser rociada sobre todo aquél
que viene a Él en fe.

DAVID WILKERSON

viernes, 22 de junio de 2012

EL REGALO MAS PRECIADO

La sangre de Jesús es el regalo más preciado que nuestro Padre celestial pudo
darle a Su iglesia. Los cristianos comprenden su valor.

Los cristianos continuamente cantan sobre el poder de la sangre. Inclusive, el
himno de una iglesia Pentecostal es, “Hay poder, poder, magnífico operante
poder en la preciosa sangre del Cordero.” Sin embargo, la mayoría de los
creyentes rara vez hacen uso del poder de la sangre, posiblemente porque no
comprendemos su gran significado. Por ejemplo, nosotros constantemente
“clamamos la sangre” como una especie de fórmula mágica para protección,
pero pocos cristianos pueden explicar su gran gloria y beneficios.

Si yo le preguntara a usted cuál es el significado del poder de la sangre,
usted posiblemente contestaría, “Este significa que todos nuestros pecados
han sido perdonados y ahora soy libre.” No obstante, más allá del perdón,
¿qué significa para usted la sangre de Jesucristo? ¿Puede explicarle a su
familia o a un compañero de trabajo el valor y significado de la sangre de
Jesús?

Permítame compartir con usted los beneficios de la sangre de Jesús.
1. La sangre de Jesús nos redime del poder del pecado y de las tinieblas.
“En él tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las
riquezas de su gracia” (Efesios 1:7). Nosotros no estamos más en
condenación.
2. La sangre de Jesús ha pagado por la iglesia completa de Dios. “Por tanto,
mirad por vosotros y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto
por obispos para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su
propia sangre.” (Hechos 20:28).
3. La sangre de Jesús derrumba toda muralla.  “Pero ahora en Cristo Jesús,
vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la
sangre de Cristo. Él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando
la pared intermedia de separación” (Efesios 2:13-14).
4. La sangre de Jesús nos santifica.  “... la sangre de Jesucristo, su Hijo,
nos limpia de todo pecado.” (1 Juan 1:7).
5. La sangre de Jesús vence a Satanás. “Ellos lo han vencido [al diablo]
por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de
ellos...” (Apocalipsis 12:11).
6. La sangre nos da acceso al Lugar santísimo - a nuestro Padre celestial.
“Así que, hermanos, tenemos libertad para entrar en el Lugar santísimo por
la sangre de Jesucristo” (Hebreos 10:19).
¡A través de la sangre de Jesús nosotros somos capaces de venir al Padre
firmes - sin miedo!
DAVID WILKERSON

jueves, 21 de junio de 2012

BUSCANDO UNA VISION DE PARTE DE DIOS



En Hageo 2:15-16, el pueblo de Israel estaba teniendo dificultad para construir
su edificio. Su clamor era, “venían al montón de veinte efas, y sólo había
diez; venían al lagar para sacar cincuenta cántaros, y sólo había veinte.”

¿Acaso esto describe su propia vida o su llamado? Usted necesita ciertas
“porciones” para lograr lo que Dios le ha puesto frente a usted pero
solamente puede lograr parte de esto. Usted tiene la esperanza de recibir
cierta porción pero usted solamente puede recibir una pequeña.

Dios tiene un mensaje para usted: Él quiere suplir todo lo que no podemos
alcanzar nosotros mismos. Inclusive Jesús nos dice que el Padre anhela
duplicar nuestra cosecha. En Juan  4:35 nosotros vemos a Jesús y a sus
discípulos caminando cerca de la cosecha. Él señala los campos y les dice a
Sus seguidores, “¿No decís vosotros: “Aún faltan cuatro meses para que
llegue la siega”? Yo os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque
ya están blancos para la siega.”

Los discípulos se quedaron perplejos. Ellos vieron que las plantas estaban
solamente a la mitad de su crecimiento y pensaron, “cualquiera con sentido
común puede observar que estos campos  están casi listos para la cosecha.”
Pero Jesús estaba hablando  acerca de la cosecha de almas para el reino de
Dios.

La lección de la cosecha tiene un significado aún más amplio en nuestras
vidas. Para nosotros, todo tiene que ver con los propósitos del reino de Dios.
Jesús nos está diciendo, “Tú no tienes que esperar cuatro meses para vencer
tu pecado o para tener una pasión ardiente hacia mí. Ahora mismo, yo te he
puesto todas esas cosas a tu disposición. Para ti es imposible hacerlo en tus
propias fuerzas y habilidad, pero yo estoy produciendo todas estas cosas y no
pueden haber excusas entre aquellos que me siguen.”

Yo tengo una pregunta para cada estudiante o profesionista que está leyendo
esto. ¿Usted se pregunta a sí mismo, “me esperaré hasta graduarme para
dejar de tomar alcohol”? Tal vez usted dice, “me esperaré hasta que sea
más viejo para comprometerme con alguien y casarme” o “yo solamente quiero
probar un poquito más del mundo antes de darle todo a Jesús.”

La lección de Jesús acerca de la cosecha nos habla a todos quienes le
seguimos: “Hoy es el tiempo.” Esta lección menciona toda excusa humana:
“No hay ninguna espera en Mi reino. Si tú esperas cuatro meses, la cosecha
se pasará de largo. No permitas que ninguna excusa te desvíe. En mi reino,
hoy es el día. Hoy es Mi tiempo para que  Mi llamado sea cumplido en ti.”

Si esto es verdadero le ofrezco un reto. Escriba su excusa en una hoja de papel
y léala por última vez. Posteriormente  tire la hoja a la basura y diga,
“Dejo esta excusa. No tendré más excusas. Jesús dice que Su cosecha en mi
vida es madura ahora mismo.”


GARY WILKERSON

lunes, 18 de junio de 2012

DIOS PERMANECE FIEL

Lo único que puede abortar el maravilloso propósito de Dios para Usted es el
pecado del orgullo-rebelde. Vemos esto en la vida del rey Saúl. La Escritura
nos dice que el Espíritu de Dios estaba sobre este hombre desde el día en que
el profeta Samuel lo vio venir por el camino. Dios había llamado a Saúl y lo
estaba usando, pero algo en Saúl estaba emergiendo rápidamente, un orgullo
arrogante: Saúl no quería confesar o admitir su pecado. En cambio, echó la
culpa a otros para justificar sus acciones. Él estaba más preocupado por
mantener las apariencias que por lo que Dios pensaba de él.

Amado, la diferencia entre David y Saúl fue el orgullo. Piense en ello. David
pecó gravemente como lo hizo Saúl - Saúl nunca mató al marido para obtener
una  mujer ajena - pero David se arrepintió rápidamente de su pecado. Cuando
Nathan señaló su grave acto, David no lo justificó. Por el contrario, de
inmediato exclamó: "¡Dios, no quites tu santo Espíritu de mí! Lo único que
quiero es agradarte. Sé que te he fallado, pero por favor, perdóname. Purifica
mi corazón." (Véase 2 Samuel 12:13 y el Salmo 51.)

Sin embargo, cuando Saúl fue sorprendido en pecado, se agarró de la falda de
Samuel y gritó: "No tomes mi reino de mí. Por favor, permanece conmigo, así
no quedaré mal delante de mi pueblo." (Lea 1 Samuel 15:22-35.) Saúl estuvo
más interesado en lo que la gente pensaba de él que en haber contristado al
Espíritu Santo.

Amado, esto es el orgullo, un espíritu altivo e incólume que lleva a los
hombres hacia abajo. Un corazón roto, un espíritu contrito, captura el
corazón del Señor. No importa por lo que Usted  haya pasado o como le ha
fallado a Dios. Si corre hacia Él y clama después de que ha fracasado, Él
estará con usted. Él siempre está con aquellos que tienen un corazón
quebrantado y un espíritu contrito.

Todos le fallamos al Señor y nadie en Su iglesia es perfecto. Sin embargo,
cada vez que le somos infieles, ¡Él permanece fiel a nosotros!

DAVID WILKERSON