Cuando Elías subió al cielo, él le dejó su manto a Elíseo. (2 Reyes 2:13).
De la misma manera, cuando Jesús ascendió al Padre, Él nos dejó su propio
manto - Su justicia perfecta. Él lo puso sobre nosotros, de la misma manera
que Elías lo hizo con Elíseo. La acción del profeta fue un tipo, una sombra
de lo que acontecería cuando Jesús se reuniera con el Padre. Incluso,
¡nosotros somos herederos de un maravilloso manto de justicia que nos cubre
por completo, haciéndonos aceptos ante la santa presencia de Dios!
Este manto es nuestra herencia y Dios espera que la valoremos. Él anhela que
la busquemos con el objetivo de ser herederos de Su legado. Usted puede
recordar lo que le sucedió al rey Acab cuando se enfrentó con Nabot pues
codiciaba su viñedo. Para Nabot su viñedo era muy valioso, de ahí que
rechazó la oferta de Acab para comprarla al decirle, “¡Líbreme Jehová de
darte yo la heredad de mis padres! (1 Reyes 21:3). Él le estaba diciendo
“¡Dios no permita que nadie toque mi heredad. Es mía!”
Yo creo que la cosa más importante que usted puede buscar en Dios es
comprender que esta herencia es suya y que está esperando ser reclamada. El
conocimiento de la justicia perfecta de Jesús lo pondrá a usted en una roca
inamovible. Este terminará con todas sus batallas innecesarias y lo colocará
en la presencia de Dios como un individuo justificado y acepto.
Si Dios le ha provisto una heredad que le permite pararse delante de Él con
justicia perfecta a través de Jesucristo, entonces usted debiera anhelarla.
Esta necesitaría ser una herencia que nadie puede quitarle. Ninguna mentira
del diablo podría quitarla de su espíritu, ningún hombre podría robársela,
ninguna emoción podría diluirla.
Debido a que Dios la proclamó, ¡usted debe sostenerla! Usted necesita
buscarla, perseguirla, permitir que su alma no descanse hasta tenerla entre sus
manos, “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas
cosas os serán añadidas.” (Mateo 6:33).
DAVID WILKERSON
miércoles, 11 de julio de 2012
martes, 10 de julio de 2012
JUSTICIA PERFECTA
Dios solamente acepta una clase de justicia — la justicia perfecta. ¡Nada
más permanecerá ante Su presencia en el Día del Juicio! A menos que nuestra
justicia sea absolutamente perfecta Él no podrá salvarnos, justificarnos o
aceptarnos. La justicia perfecta de Jesucristo nuestro Señor solamente puede
obtenerse a través de la fe.
El autor de Hebreos nos introduce a la verdad referente a que esta justicia es
la herencia de todo verdadero creyente. Es algo que Jesús nos ha dejado, algo
que nos pertenece, que es nuestro legado: “Por la fe Noé, cuando fue
advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el
arca en que su casa se salvaría; y por esa fe condenó al mundo y fue hecho
heredero de la justicia que viene por la fe.” (Hebreos 11:7).
Noé llegó a ser un heredero no por construir un arca, sino porque él creyó
y predicó. Él comprendió este conocimiento revelado por Dios acerca de la
justicia perfecta - una justicia que se obtiene por fe - y así, ¡él se
convirtió en heredero de la misma!
Amado, a usted y a mí nos fue dada una gran herencia cuando Cristo partió de
la tierra. Él nos dejó el título de su perfecta justicia. Por supuesto,
Jesús vivió en absoluta pobreza mientras estuvo en la tierra; Él no poseyó
ninguna porción de tierra, ni tuvo dinero. Pero Él nos dejó riquezas más
valiosas que una mina de diamantes de Sudáfrica; más valiosas que las
regiones petroleras del Medio Oriente; más valiosas que el oro y la plata
localizadas en las montañas de América. Jesús nos dió una heredad que nos
hace más ricos que cualquier persona en la faz de esta tierra. Es la herencia
de una justicia perfecta que nos permite pararnos frente a Dios sin
condenación.
Una vez que usted comprende esta herencia, usted puede ponerse de pie en contra
de cualquier demonio del infierno. ¡Satanás no será capaz de acusarle ante el
Padre, ante los hermanos, ante su propia conciencia, porque usted es heredero de
la perfecta justicia de Jesucristo!
DAVID WILKERSON
más permanecerá ante Su presencia en el Día del Juicio! A menos que nuestra
justicia sea absolutamente perfecta Él no podrá salvarnos, justificarnos o
aceptarnos. La justicia perfecta de Jesucristo nuestro Señor solamente puede
obtenerse a través de la fe.
El autor de Hebreos nos introduce a la verdad referente a que esta justicia es
la herencia de todo verdadero creyente. Es algo que Jesús nos ha dejado, algo
que nos pertenece, que es nuestro legado: “Por la fe Noé, cuando fue
advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el
arca en que su casa se salvaría; y por esa fe condenó al mundo y fue hecho
heredero de la justicia que viene por la fe.” (Hebreos 11:7).
Noé llegó a ser un heredero no por construir un arca, sino porque él creyó
y predicó. Él comprendió este conocimiento revelado por Dios acerca de la
justicia perfecta - una justicia que se obtiene por fe - y así, ¡él se
convirtió en heredero de la misma!
Amado, a usted y a mí nos fue dada una gran herencia cuando Cristo partió de
la tierra. Él nos dejó el título de su perfecta justicia. Por supuesto,
Jesús vivió en absoluta pobreza mientras estuvo en la tierra; Él no poseyó
ninguna porción de tierra, ni tuvo dinero. Pero Él nos dejó riquezas más
valiosas que una mina de diamantes de Sudáfrica; más valiosas que las
regiones petroleras del Medio Oriente; más valiosas que el oro y la plata
localizadas en las montañas de América. Jesús nos dió una heredad que nos
hace más ricos que cualquier persona en la faz de esta tierra. Es la herencia
de una justicia perfecta que nos permite pararnos frente a Dios sin
condenación.
Una vez que usted comprende esta herencia, usted puede ponerse de pie en contra
de cualquier demonio del infierno. ¡Satanás no será capaz de acusarle ante el
Padre, ante los hermanos, ante su propia conciencia, porque usted es heredero de
la perfecta justicia de Jesucristo!
DAVID WILKERSON
viernes, 6 de julio de 2012
LOS 300 DE GEDEON
“Llegó Gedeón al Jordán y lo pasaron él y los trescientos hombres que
traía consigo, cansados, pero todavía persiguiendo a los de Madián.”
(Jueces 8:4, RV1995).
Jueces 7:1 nos dice que Gedeón y sus 32,000 hombres estaban a punto de iniciar
la guerra en contra de los madianitas, quienes contaban con más de 100,000
soldados. Esta no sería una batalla muy pareja.
Dios le dijo a Gedeón y a sus hombres, “Ahora, pues, haz pregonar esto a
oídos del pueblo: Quien tema y se estremezca, que madrugue y regrese a su casa
desde el monte de Galaad.”(ver Jueces 7:3).
Observemos que 22,000 hombres abandonaron la tropa y solamente quedaron 10,000.
Y Dios le dijo a Gedeón, “Aún son demasiados; llévalos a beber agua y allí
los pondré a prueba. Del que yo te diga: “Vaya este contigo”, irá contigo;
pero de cualquiera que yo te diga: “Que éste no vaya contigo”, el tal no
irá. (Jueces 7:4, RV1995)
Por lo tanto, ¡ahora solamente serían 300 contra 100,000!
Entrada la noche y con únicamente 300 soldados, Gedeón ingresó al
campamentos de los madianitas y escuchó a dos soldados madianitas hablar. Un
soldado le decía al otro, “—He tenido un sueño: Veía un pan de cebada
que rodaba hasta el campamento de Madián. Llegó a la tienda y la golpeó de
tal manera que cayó; la trastornó de arriba abajo y la tienda cayó. Su
compañero respondió: —Esto no representa otra cosa sino la espada de
Gedeón hijo de Joás, varón de Israel. Dios ha entregado en sus manos a los
madianitas con todo el campamento.” (7:13-14).
¡Aquéllo que Gedeón escuchó alentó su alma y él empezó a creer que
podía ganar la batalla! ¿Cuál fue su reacción?
“Cuando Gedeón oyó el relato del sueño y su interpretación, adoró.
(7:15). ¡Gedeón empezó a alabar! El propósito de Dios al llevarnos a un
lugar de victoria en medio de nuestro abatimiento, en medio de nuestro dolor,
es provocar en nosotros el exaltar y adorar a Jesucristo.
Dios no quiere solamente obtener la victoria en su vida al auxiliarle con sus
finanzas, al ayudarle con su matrimonio. Por supuesto que Él lo ayudará con
todas estas cosas, pero lo que Dios realmente anhela es que su pueblo lo adore
a Él.
DAVID WILKERSON
traía consigo, cansados, pero todavía persiguiendo a los de Madián.”
(Jueces 8:4, RV1995).
Jueces 7:1 nos dice que Gedeón y sus 32,000 hombres estaban a punto de iniciar
la guerra en contra de los madianitas, quienes contaban con más de 100,000
soldados. Esta no sería una batalla muy pareja.
Dios le dijo a Gedeón y a sus hombres, “Ahora, pues, haz pregonar esto a
oídos del pueblo: Quien tema y se estremezca, que madrugue y regrese a su casa
desde el monte de Galaad.”(ver Jueces 7:3).
Observemos que 22,000 hombres abandonaron la tropa y solamente quedaron 10,000.
Y Dios le dijo a Gedeón, “Aún son demasiados; llévalos a beber agua y allí
los pondré a prueba. Del que yo te diga: “Vaya este contigo”, irá contigo;
pero de cualquiera que yo te diga: “Que éste no vaya contigo”, el tal no
irá. (Jueces 7:4, RV1995)
Por lo tanto, ¡ahora solamente serían 300 contra 100,000!
Entrada la noche y con únicamente 300 soldados, Gedeón ingresó al
campamentos de los madianitas y escuchó a dos soldados madianitas hablar. Un
soldado le decía al otro, “—He tenido un sueño: Veía un pan de cebada
que rodaba hasta el campamento de Madián. Llegó a la tienda y la golpeó de
tal manera que cayó; la trastornó de arriba abajo y la tienda cayó. Su
compañero respondió: —Esto no representa otra cosa sino la espada de
Gedeón hijo de Joás, varón de Israel. Dios ha entregado en sus manos a los
madianitas con todo el campamento.” (7:13-14).
¡Aquéllo que Gedeón escuchó alentó su alma y él empezó a creer que
podía ganar la batalla! ¿Cuál fue su reacción?
“Cuando Gedeón oyó el relato del sueño y su interpretación, adoró.
(7:15). ¡Gedeón empezó a alabar! El propósito de Dios al llevarnos a un
lugar de victoria en medio de nuestro abatimiento, en medio de nuestro dolor,
es provocar en nosotros el exaltar y adorar a Jesucristo.
Dios no quiere solamente obtener la victoria en su vida al auxiliarle con sus
finanzas, al ayudarle con su matrimonio. Por supuesto que Él lo ayudará con
todas estas cosas, pero lo que Dios realmente anhela es que su pueblo lo adore
a Él.
DAVID WILKERSON
jueves, 5 de julio de 2012
CONOCIENDO LOS MOMENTOS DE REFRIGERIO
Yo creo que en esta ocasión le estoy hablando a un grupo de gente santa que
ama a Jesús con todo su corazón y quienes se encuentran bajo una profunda
desesperación.
¿Cuál es el camino a la victoria?
1. Navegue en la Palabra de Dios. Agárrese de su promesa especial, llévesela
al lugar secreto de oración, y clámesela al Señor. Yo le presento mis
promesas favoritas al Señor en todo tiempo cuando clamo a Él:
* “¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una
piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros,
siendo malos, sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro
Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” (Mateo
7:9-11).
Pídale al Señor cosas buenas pues Él está esperando dárselas a usted.
Pídale que lo libere, que tome toda su vergüenza, que remueva toda mancha de
pecado. Él anhela hacer esto por usted.
* “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más
abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en
nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades,
por los siglos de los siglos. Amén.” (Efesios 3:20-21).
Todos los días tome esta promesa de Dios, y dígale, “Padre, tú has dicho
que harás más allá de todo lo que yo te pida, por lo mismo hoy te pido que
contestes mi oración.” ¡Dios se complace al ver una fe abundante!
2. Confíe en el Espíritu Santo. El Padre ha enviado Su Espíritu para que
habite en su corazón pero usted deberá reconocer que Él está en usted para
contestarle. Dios no tiene que enviar a un ángel para que le hable a usted; Él
ya ha puesto sus recursos dentro de usted -al mismo Espíritu Santo.
Dígale a Él , “Espíritu Santo, tú conoces la salida de este desastre. Yo
no. Esto se encuentra más allá de mí. Por lo tanto, yo renuncio en este
momento y te doy la dirección de mi vida. Sé que lo que estoy pasando no es
algo extraño a otros creyentes y voy a agarrarme del Señor, de sus preciosas
promesas. ¡Voy a confiar en que tú harás el resto pues conoces la mente de
Dios!"
Amigo, si usted hace esta simple confesión, usted experimentará tiempos de
refrigerio de parte del Señor. Aún cuanto usted esté listo para darse por
vencido, Él permanece fiel para librarlo.
DAVID WILKERSON
ama a Jesús con todo su corazón y quienes se encuentran bajo una profunda
desesperación.
¿Cuál es el camino a la victoria?
1. Navegue en la Palabra de Dios. Agárrese de su promesa especial, llévesela
al lugar secreto de oración, y clámesela al Señor. Yo le presento mis
promesas favoritas al Señor en todo tiempo cuando clamo a Él:
* “¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una
piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros,
siendo malos, sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro
Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” (Mateo
7:9-11).
Pídale al Señor cosas buenas pues Él está esperando dárselas a usted.
Pídale que lo libere, que tome toda su vergüenza, que remueva toda mancha de
pecado. Él anhela hacer esto por usted.
* “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más
abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en
nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades,
por los siglos de los siglos. Amén.” (Efesios 3:20-21).
Todos los días tome esta promesa de Dios, y dígale, “Padre, tú has dicho
que harás más allá de todo lo que yo te pida, por lo mismo hoy te pido que
contestes mi oración.” ¡Dios se complace al ver una fe abundante!
2. Confíe en el Espíritu Santo. El Padre ha enviado Su Espíritu para que
habite en su corazón pero usted deberá reconocer que Él está en usted para
contestarle. Dios no tiene que enviar a un ángel para que le hable a usted; Él
ya ha puesto sus recursos dentro de usted -al mismo Espíritu Santo.
Dígale a Él , “Espíritu Santo, tú conoces la salida de este desastre. Yo
no. Esto se encuentra más allá de mí. Por lo tanto, yo renuncio en este
momento y te doy la dirección de mi vida. Sé que lo que estoy pasando no es
algo extraño a otros creyentes y voy a agarrarme del Señor, de sus preciosas
promesas. ¡Voy a confiar en que tú harás el resto pues conoces la mente de
Dios!"
Amigo, si usted hace esta simple confesión, usted experimentará tiempos de
refrigerio de parte del Señor. Aún cuanto usted esté listo para darse por
vencido, Él permanece fiel para librarlo.
DAVID WILKERSON
miércoles, 4 de julio de 2012
ANGUSTIADO EN GRAN MEDIDA
Posiblemente usted al igual que Pablo se encuentra angustiado en gran medida.
Usted tal vez está siendo probado más allá de su capacidad de resistencia.
Su fortaleza está por agotarse y está a punto de darse por vencido. Usted
quiere huir, pero no hay ningún lugar a donde ir. Ahora usted dice junto con
Pablo, “¡Esto es más de lo que puedo soportar!”
Entonces, ¿cuál es el camino a la victoria? Todo lo que yo puedo decirle es
cómo Dios continúa sacándome hacia adelante. Aquí se encuentran dos
verdades importantes que Él me ha dado:
1. No piense que usted está experimentado alguna extraña y única batalla.
Por el contrario, usted está con compañía. Recuerde a Job, Jeremías,
Elías, David, Pablo, incluso yo. Lo que usted está viviendo es común a otros
creyentes durante siglos. “Amados, no os sorprendáis del fuego de la prueba
que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciera. Al
contrario, gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo,
para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran
alegría.” (1 Pedro 4:12-13).
2. Cuando usted piense que no puede seguir por otra hora más - cuando todo
parezca sin esperanza - clame a Dios con todo su ser, “¡Señor, ayúdame!”
Considere el consejo del salmista en los siguientes versículos:
* “En cuanto a mí, a Dios clamaré, y Jehová me salvará. En la tarde, al
amanecer y al mediodía oraré y clamaré, y él oirá mi voz. Él redimirá en
paz mi alma de la guerra contra mí, aunque muchos estén contra mí.” (Salmo
55:16-18).
* “Te amo, Jehová, fortaleza mía. Jehová, roca mía y castillo mío, mi
libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo y la fuerza
de mi salvación, mi alto refugio...En mi angustia invoqué a Jehová y clamé
a mi Dios. Él oyó mi voz desde su Templo y mi clamor llegó hasta sus
oídos.” (18:1-2, 6).
* “Jehová, Dios mío, a ti clamé y me sanaste. Jehová, hiciste subir mi
alma del seol. Me diste vida, para que no descendiera a la sepultura. (30:2-3).
He aquí un versículo clave: “Él librará al menesteroso que clame y al
afligido que no tenga quien lo socorra.” (72:12). ¡Jesús ha enviado a su
Espíritu Santo para que sea nuestra ayuda y Él no se hará el sordo a nuestro
clamor!
DAVIDWILKERSON
Usted tal vez está siendo probado más allá de su capacidad de resistencia.
Su fortaleza está por agotarse y está a punto de darse por vencido. Usted
quiere huir, pero no hay ningún lugar a donde ir. Ahora usted dice junto con
Pablo, “¡Esto es más de lo que puedo soportar!”
Entonces, ¿cuál es el camino a la victoria? Todo lo que yo puedo decirle es
cómo Dios continúa sacándome hacia adelante. Aquí se encuentran dos
verdades importantes que Él me ha dado:
1. No piense que usted está experimentado alguna extraña y única batalla.
Por el contrario, usted está con compañía. Recuerde a Job, Jeremías,
Elías, David, Pablo, incluso yo. Lo que usted está viviendo es común a otros
creyentes durante siglos. “Amados, no os sorprendáis del fuego de la prueba
que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciera. Al
contrario, gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo,
para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran
alegría.” (1 Pedro 4:12-13).
2. Cuando usted piense que no puede seguir por otra hora más - cuando todo
parezca sin esperanza - clame a Dios con todo su ser, “¡Señor, ayúdame!”
Considere el consejo del salmista en los siguientes versículos:
* “En cuanto a mí, a Dios clamaré, y Jehová me salvará. En la tarde, al
amanecer y al mediodía oraré y clamaré, y él oirá mi voz. Él redimirá en
paz mi alma de la guerra contra mí, aunque muchos estén contra mí.” (Salmo
55:16-18).
* “Te amo, Jehová, fortaleza mía. Jehová, roca mía y castillo mío, mi
libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo y la fuerza
de mi salvación, mi alto refugio...En mi angustia invoqué a Jehová y clamé
a mi Dios. Él oyó mi voz desde su Templo y mi clamor llegó hasta sus
oídos.” (18:1-2, 6).
* “Jehová, Dios mío, a ti clamé y me sanaste. Jehová, hiciste subir mi
alma del seol. Me diste vida, para que no descendiera a la sepultura. (30:2-3).
He aquí un versículo clave: “Él librará al menesteroso que clame y al
afligido que no tenga quien lo socorra.” (72:12). ¡Jesús ha enviado a su
Espíritu Santo para que sea nuestra ayuda y Él no se hará el sordo a nuestro
clamor!
DAVIDWILKERSON
martes, 3 de julio de 2012
EDIFICANDO SOBRE LA ROCA
“A cualquiera, pues, que me oye estas palabras y las pone en práctica, lo
compararé a un hombre prudente que edificó su casa sobre la roca.” (Mateo
7:24).
Amado, usted no está edificando sobre la roca si necesita a un pastor que lo
sacuda para que obedezca a Dios - si necesita una lista de lo que debe o no
hacer. Usted no necesita un libro con reglas, usted necesita amar a Jesús
apasionadamente. Usted necesita estar tan enamorado de Jesús que conoce lo que
a Él le complace.
Entre más lo ame a Él, le será más fácil servirle y obedecerle. A usted no
le importará más lo que el mundo piense de usted. Usted podrá contestar,
“¡Yo he escuchado a mi Padre y estoy haciendo lo que complace su
corazón!”
Cuando su corazón se encuentra extasiado por Jesús, tal obediencia fluye
naturalmente. Usted no tendrá que presentarse continuamente ante el Señor
diciendo, “¡Oh Dios, rompe el poder del diablo que hay sobre mí!”
¡Todas esas cadenas se empezarán a caer al mismo tiempo que usted empiece a
conocer su corazón!
¿Está usted enamorado de Jesús? Si su respuesta es afirmativa, le tengo
varias preguntas: ¿Cómo puede pasar una semana sin que le dedique tiempo a Su
Palabra? ¿Cómo no puede anhelar estar a solas en oración con Él? ¿Cómo no
tiene tiempo para entablar una conversación amorosa con su Padre, para
alabarle, cantarle, y buscar lo que a Él le complace? Estos son cimientos de
la obediencia.
Jesus nos dice, “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que
me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me
manifestaré a él.” (Juan 14:21). ¡Qué promesa tan increíble! - todo se
basa en una obediencia por amor.
Lea los evangelios y llegue a conocer las palabras de Jesús presentadas en
Mateo 5-7, empezando con el Sermón de Monte. Mientras aprenda sus Palabras,
¡ejecútelas! Los mandamientos de Dios no son dolorosos; no son una carga
puesta sobre nosotros. Por el contrario, al obedecerlos se vuelve más fácil
crecer en nuestro amor por Él.
¡Esto es lo que significa edificar sobre la roca! Entonces, cuando la tormenta
llegue, usted se parará sin temor. Nada lo moverá porque usted ha estado
caminando con una obediencia por amor y que complace al Padre.
DAVID WILKERSON
compararé a un hombre prudente que edificó su casa sobre la roca.” (Mateo
7:24).
Amado, usted no está edificando sobre la roca si necesita a un pastor que lo
sacuda para que obedezca a Dios - si necesita una lista de lo que debe o no
hacer. Usted no necesita un libro con reglas, usted necesita amar a Jesús
apasionadamente. Usted necesita estar tan enamorado de Jesús que conoce lo que
a Él le complace.
Entre más lo ame a Él, le será más fácil servirle y obedecerle. A usted no
le importará más lo que el mundo piense de usted. Usted podrá contestar,
“¡Yo he escuchado a mi Padre y estoy haciendo lo que complace su
corazón!”
Cuando su corazón se encuentra extasiado por Jesús, tal obediencia fluye
naturalmente. Usted no tendrá que presentarse continuamente ante el Señor
diciendo, “¡Oh Dios, rompe el poder del diablo que hay sobre mí!”
¡Todas esas cadenas se empezarán a caer al mismo tiempo que usted empiece a
conocer su corazón!
¿Está usted enamorado de Jesús? Si su respuesta es afirmativa, le tengo
varias preguntas: ¿Cómo puede pasar una semana sin que le dedique tiempo a Su
Palabra? ¿Cómo no puede anhelar estar a solas en oración con Él? ¿Cómo no
tiene tiempo para entablar una conversación amorosa con su Padre, para
alabarle, cantarle, y buscar lo que a Él le complace? Estos son cimientos de
la obediencia.
Jesus nos dice, “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que
me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me
manifestaré a él.” (Juan 14:21). ¡Qué promesa tan increíble! - todo se
basa en una obediencia por amor.
Lea los evangelios y llegue a conocer las palabras de Jesús presentadas en
Mateo 5-7, empezando con el Sermón de Monte. Mientras aprenda sus Palabras,
¡ejecútelas! Los mandamientos de Dios no son dolorosos; no son una carga
puesta sobre nosotros. Por el contrario, al obedecerlos se vuelve más fácil
crecer en nuestro amor por Él.
¡Esto es lo que significa edificar sobre la roca! Entonces, cuando la tormenta
llegue, usted se parará sin temor. Nada lo moverá porque usted ha estado
caminando con una obediencia por amor y que complace al Padre.
DAVID WILKERSON
lunes, 2 de julio de 2012
SIN DISTRACCIONES
"¿Se olvida la virgen de su atavío o la desposada de sus galas? Pero mi
pueblo se ha olvidado de mí por innumerables días.” (Jeremías 2:32).
Cito este pasaje cada vez que olvido mi tiempo de oración debido a mis
ocupaciones. Este siempre me regresa al lugar secreto, clamando, “¡Oh,
Señor, yo no quiero olvidarte!”
Este versículo es aterrador cuando consideramos su contexto. Dios está
diciéndole a su pueblo, “Yo te planté como viña noble y de fiable
estándar. Tú empezaste bien, tú tuviste mi toque, yo te bendije. Pero ahora
te has olvidado de mí.”
"Tu maldad te castigará y tus rebeldías te condenarán; reconoce, pues, y ve
cuán malo y amargo es el haber dejado tú a Jehová, tu Dios, y no tener temor
de mí, dice el Señor...¿Cómo puedes decir: “No soy impura”...Me
volvieron la espalda...En vano he azotado a vuestros hijos: no han admitido la
corrección....Pero mi pueblo se ha olvidado de mí por innumerables días.”
(Jeremías 2:19, 23, 27, 30 Y32).
El pueblo de Dios no acudía más a la casa de Dios para alabarle. Ellos
venían con flojera y se habían olvidado de todas sus bendiciones y juicios.
Ellos negaron a Dios por muchos días, en su lugar perseguían sus placeres y
lo peor de todo, ellos decían, “Porque soy inocente... No he pecado.”
(versículo 35)
Si usted no adora a Dios con toda su mente y corazón, poco a poco su descuido
le afectará y entonces usted empezará a adorar por mero hábito.
Usted dice que ama a Jesús, entonces necesito preguntarle algo: ¿Lo alaba
usted a Él diariamente con todo su corazón, sin distracciones? ¿Se mete
usted en la Palabra de Dios o pasa usted días sin abrir su Biblia o sin orar
en el lugar secreto?
Dios no le permitirá a usted sentarse de esa manera o continuar divagando en
su mente. Él lo ama y sabe el poder que tiene en su espíritu la alabanza
pura. Dicha alabanza lo hace a usted más fuerte que cualquier león, o que el
más grande gigante. ¡Ésta hace caer toda atadura porque lo hace a usted de
corazón puro, con una mente enfocada en alabarle a Él!
DAVID WILKERSON
pueblo se ha olvidado de mí por innumerables días.” (Jeremías 2:32).
Cito este pasaje cada vez que olvido mi tiempo de oración debido a mis
ocupaciones. Este siempre me regresa al lugar secreto, clamando, “¡Oh,
Señor, yo no quiero olvidarte!”
Este versículo es aterrador cuando consideramos su contexto. Dios está
diciéndole a su pueblo, “Yo te planté como viña noble y de fiable
estándar. Tú empezaste bien, tú tuviste mi toque, yo te bendije. Pero ahora
te has olvidado de mí.”
"Tu maldad te castigará y tus rebeldías te condenarán; reconoce, pues, y ve
cuán malo y amargo es el haber dejado tú a Jehová, tu Dios, y no tener temor
de mí, dice el Señor...¿Cómo puedes decir: “No soy impura”...Me
volvieron la espalda...En vano he azotado a vuestros hijos: no han admitido la
corrección....Pero mi pueblo se ha olvidado de mí por innumerables días.”
(Jeremías 2:19, 23, 27, 30 Y32).
El pueblo de Dios no acudía más a la casa de Dios para alabarle. Ellos
venían con flojera y se habían olvidado de todas sus bendiciones y juicios.
Ellos negaron a Dios por muchos días, en su lugar perseguían sus placeres y
lo peor de todo, ellos decían, “Porque soy inocente... No he pecado.”
(versículo 35)
Si usted no adora a Dios con toda su mente y corazón, poco a poco su descuido
le afectará y entonces usted empezará a adorar por mero hábito.
Usted dice que ama a Jesús, entonces necesito preguntarle algo: ¿Lo alaba
usted a Él diariamente con todo su corazón, sin distracciones? ¿Se mete
usted en la Palabra de Dios o pasa usted días sin abrir su Biblia o sin orar
en el lugar secreto?
Dios no le permitirá a usted sentarse de esa manera o continuar divagando en
su mente. Él lo ama y sabe el poder que tiene en su espíritu la alabanza
pura. Dicha alabanza lo hace a usted más fuerte que cualquier león, o que el
más grande gigante. ¡Ésta hace caer toda atadura porque lo hace a usted de
corazón puro, con una mente enfocada en alabarle a Él!
DAVID WILKERSON
Suscribirse a:
Entradas (Atom)