jueves, 10 de mayo de 2012

LA ORACION DE JESUS

Juan 17 habla sobre la oración de Jesús por sus discípulos y por su pueblo, por aquellos que lo siguieron y que creyeron en Él. Jesús no solamente oró por sus seguidores sino también, “...por los que han de creer en mí por la palabra de ellos (los discípulos)”(versículo 20). ¡Qué verdad tan poderosa! La frase de Jesús, “...por los que han de creer en mí” lo incluye a usted y a mí. Jesús estaba orando por nosotros cuando Él caminaba por esta tierra. Cientos de años atrás nosotros estábamos en su mente. Él inclusive grabó esta oración en su Palabra sabiendo que nosotros la leeríamos. Jesús quiere que nosotros sepamos que Él estaba intercediendo por nosotros ante el Padre. Amado, esta oración que Jesús hizo por nosotros no se dispersó en el viento. Dicha oración ha estado presente en el altar de Dios todo el tiempo y Dios ha aceptado la oración de su hijo por cada uno de nosotros. Nuestra salvación es el resultado de las oraciones de Jesús. Nosotros estamos hoy en Él porque Dios respondió su oración por nosotros. “Pero éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable. Por eso puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.” (Hebreos 7:24-25). Ahora mismo Jesús está orando por transgresores que aún no se han vuelto a Él. La Escritura dice que Él puede salvar a lo sumo -es decir “hasta el fin del tiempo” - a todo aquel que viene a Él. Durante mis años de ministerio yo he visto a drogadictos y alcohólicos salvos de manera gloriosa. En cada circunstancia yo pensaba, “este individuo seguramente tuvo a una mamá orando o a una abuela intercediendo en el pasado. Dios está contestando las oraciones de esos santos guerreros.” Ahora yo observo algo mejor, algo más poderoso y efectivo. No fue solamente la oración de una mamá o de un abuelo la que los hizo creer. Jesús estaba orando por ellos. “Yo ruego por ellos... sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos (los discípulos).” (Juan 17:9, 20). Si usted ha estado huyendo del Señor, usted nunca podrá huir de sus oraciones. El Padre le contesta a su hijo y todo el que se resiste a Él está endureciendo sus corazones a las oraciones de Cristo quien oró por ellos en la tierra y quien aún sigue orando. DAVID WILKERSON

miércoles, 9 de mayo de 2012

ACERCANDOSE A EL

La característica más poderosa de una fe verdadera y salvadora es un deseo por estar más cerca de Él. “Asimismo, Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu” (1 Pedro 3:18). ¿Por qué Jesús sufrió y murió? ¿Por qué Él proveyó justificación para nosotros? ¿Por qué Su perfecta justicia nos es dada a nosotros? Esta es para acercarnos a Dios. Todo esto se trata acerca de tener intimidad, comunión con el Padre. Cuando Adán pecó, él perdió la cosa más preciada que cualquier hombre o mujer pudo poseer: intimidad con Dios. El pecado alejó a Adán del Padre e incluso hizo que este se ocultara de Su presencia. Desde ese entonces, cuando un hombre peca su tendencia es huir y esconderse, tal como Adán lo hizo. La razón por la que Dios odia el pecado es porque nos roba su comunión con Él. Dios nos creó para que tuviéramos intimidad con Él, y al anhelar tener comunión con nosotros, Dios envió a Su propio Hijo a morir en la cruz, para justificarnos y romper el velo que bloqueaba el tener intimidad con Él. El poder de la justificación es que trajo de nuevo el propósito original de Dios de crear al hombre para que tuviera comunión con el Padre. El mundo actual está lleno de maldad, calumnias, mentiras satánicas, seducciones, culpa, temor, condenación -todo diseñado por Satanás para hacernos sentir indignos para entrar en la presencia de Dios. El diablo nos mantendría ocultos como lo hizo con Adán -para evitarnos tener intimidad con Dios. Nosotros hemos sido librados de todo esto. Nosotros tenemos el derecho de estar en la presencia de Dios -una invitación a Su trono - porque nos presentamos delante de Él con justicia perfecta. Dios nos invita a su trono de gracia porque Él nos acepta como santos en Cristo. Nuestro pecado está bajo la sangre, olvidado, y ahora nosotros tenemos derecho dentro de Su santidad. Amado, Jesús no murió solamente para llevarlo al paraíso. Él murió para que cada día usted pudiera vivir en hermosa y cercana comunión con el Padre. DAVID WILKERSON

martes, 8 de mayo de 2012

DEJE DE CONFIAR EN USTED MISMO

Pablo no habló de tener fe hasta que perdió toda su confianza en su carne. Él tomó toda su educación, su confianza en sí mismo, sus habilidades y sus doctrinas, y las selló y e hizo a un lado. Él habló de fe después de haber dicho, “No puedo confiar en mi carne.” Esta verdad también se aplica a nosotros. Antes de que alguien sea capaz de andar bajo una fe verdadera, este tendrá primero que darse cuenta de cuan perdido y desesperanzado es. Nosotros no tenemos una fe que salva hasta que llegamos al límite de creer que alguien o algo más allá de Jesús puede salvarnos. Una fe salvadora y justifadora involucra someter nuestra vida a Jesucristo con todo nuestro corazón. Esto incluye un arrepentimiento que dice, “Jesús, yo no tengo nada que ofrecer. ¡Vengo a someterme a tu señorío!” En Romanos 10:9, Pablo describe a la fe salvadora como el momento en que creemos con todo nuestro corazón y confesamos con nuestra boca. Él está diciendo que la fe es más que un mero consentimiento mental. Por el contrario, es someter toda su vida a Él - con todo su corazón. En Hechos 8:37, Felipe le dijo al eunuco, "Si crees de todo corazón...” y el eunuco respondió: “Creo...” Esto no fue un “sí” mental a Jesús -él realmente creyó con todo su corazón y fue salvo. En contraste, Simón creyó en la prédica de Pablo. Sin embargo él solamente tuvo una fe temporal porque su corazón no estaba involucrado. Inclusive, multitudes en los tiempos de Jesús creyeron temporalmente en Su nombre, por tanto Jesús no se fiaba de ellos porque sabía que sus corazones no estaban siendo entregados (ver Juan 2:23-24). Entonces usted se pregunta, ¿quién verdaderamente es justificado por fe? Aquél que sabe que está perdido, desamparado y que ha intentado todo pero ha fallado. Ahora él entrega toda su vida en las manos del Señor -con todo su corazón, mente, alma y fuerza. Él clama, “¡Señor, soy tuyo! Tú eres mi única esperanza.” Y ¡él es salvo! DAVID WILKERSON

lunes, 7 de mayo de 2012

GRACIA VERDADERA

Permítase ,presentarte el corazón del mensaje de la gracia verdadera: ¡No es un evangelio permisivo sino uno que enseña santidad! “La gracia de Dios se ha manifestado para salvación a toda la humanidad, y nos enseña que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, mientras aguardamos la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.” (Tito 2:11-13). De acuerdo con Pablo, nosotros no estamos caminando bajo la gracia hasta que hemos roto con las corrupciones del mundo. Nosotros no conocemos la gracia de Dios a menos de que andemos bajo el poder del Espíritu Santo para vivir vidas santas y rectas, y esperando a la venida del Señor en todo momento. Muchos cristianos quieren perdón, y nada más. Ellos no quieren ser librados del mundo presente porque ellos lo aman. Ellos están atados a sus pecados, no quieren renunciar a los placeres de esta tierra. Así que se agarran de la doctrina que dice, “Yo puedo vivir como me plazca - mientras diga que yo creo.” Ellos no quieren escuchar sobre obediencia, arrepentimiento, auto negación, recoger su cruz, tomar el yugo de Cristo. Ellos simplemente quieren una excusa para el día del Juicio -para tener todas sus iniquidades cubiertas. ¡Ellos esperan que Jesús abra las puertas perladas, ponga sus brazos a su alrededor y los conduzca hacia las calles de oro donde les tiene una mansión reservada a pesar de que ellos nunca rompieron con el espíritu de este mundo! Pablo escribe, "No os conforméis a este mundo, sino transformados por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Romanos 12:2). ¡Debemos romper con este mundo por completo y estar únicamente conformados a Cristo! Jesús nos justifica a través de la fe con un propósito: Este es el darnos el poder para resistir al diablo y vencer a este mundo. “[Jesucristo] el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre...” (Gálatas 1:4). DAVID WILKERSON

viernes, 4 de mayo de 2012

EN CRISTO

Yo creo que la justificación por fe es la verdad central, el fundamento del cristianismo. Usted no puede experimentar el verdadero descanso y la verdadera la paz hasta que se convence de que nunca podrá presentarse como recto ante los ojos de Dios por sus propias obras de justicia. Si usted no comprende que la justicia perfecta de Cristo es nuestra por fe, usted llevará una vida de mucho esfuerzo y sudor. Usted pasará sus días tratando de agradar a Dios a través de actos legalistas y sin esperanza con el objeto de conseguir su propia justicia. Pero la verdad es que ¡usted nunca obtendrá ninguna rectitud que presentar ante el Señor! Sin duda usted está familiarizado con el pasaje de Isaías en el que se habla de que todas nuestras justicias son como trapos de inmundicia ante los ojos de Dios (ver Isaías 64:6). Esto no significa que Dios menosprecia las buenas obras - para nada. Nosotros debemos de hacer buenas obras, pero si usted piensa que éstas le dan mérito a su salvación, que éstas le permiten presentarse como santo ante Dios, entonces ¡dichas obras son trapos inmundos! Usted puede sentirse bien por las buenas obras que usted realiza e incluso disfruta el momento de victoria cuando resiste la tentación. Usted se siente recto, y piensa que el Señor le ha dado su favor. Sin embargo, al día siguiente, usted falla. Usted cae en pecado y de repente pierde todo su gozo. Usted piensa que el Señor está enojado con usted y se pregunta si ha perdido su salvación. Es una montaña rusa de emociones que suben y bajan, que están calientes y después frías, es un ir y venir entre pecado y confesión - dependiendo de qué tan bien o mal usted se ha portado en cierto día. ¡Es una vida de miseria porque usted está tratando de agradar a Dios en su carne! Amado, ninguna justicia de la carne podrá ser presentada delante de Dios. Incluso, la mejor gente entre nosotros, la más moral, los más santos han caído de la gloria de Dios. Ninguno de nosotros jamás ha sido aceptado ante los ojos del Padre por nuestras buenas obras. ¡Nosotros solamente somos aceptos por Él por estar en Cristo! “...porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” (Gálatas 3:28). Cuando nosotros nos volteamos a Jesús con una fe que salva, que deja a un lado el yo, entonces nosotros llegamos a ser uno con Cristo. Estar “en Cristo” significa que Dios nos da el crédito de justicia de Jesús. ¡Todos nuestros pecados son lavados por Su obra, no por la nuestra! DAVID WILKERSON

jueves, 3 de mayo de 2012

DEL OTRO LADO DE LA PIEDRA

“José tomó el cuerpo... y lo puso en un sepulcro nuevo de su propiedad que había cavado en la roca. Luego hizo rodar una piedra grande a la entrada del sepulcro, y se fue.” (Mateo 27:59–60, NVI). Jesús había sido crucificado y ahora se encontraba en un sepulcro. Al haber una piedra de gran tamaño cubriendo la entrada a la tumba, la gente tenía la sensación de que todo había concluido. Las Escrituras dicen que un grupo de mujeres, incluyendo a María Magdalena, se encontraban sentadas del otro lado del sepulcro. Aquellas mujeres debieron haber estado con el corazón roto. Casi puedo escuchar sus voces llenas de desesperanza: “¿Qué sucederá ahora que Jesús ha partido? ¿Cómo podemos seguir adelante?” Hoy conocemos el final de la historia. Sabemos que cuando Jesús dijo en la cruz, “Consumado es, ” Él había conquistado el pecado. Sabemos que con su resurrección Él conquistó a la muerte. Y sabemos que Él hizo todo esto por nosotros. Pero, ¿qué sucede si nosotros no conociéramos el final de la historia como aquellas mujeres en el sepulcro? ¿Qué estaban pensando los once discípulos mientras se escondían lejos y encerrados con llave (ver Juan 20:19)? Yo no creo que podamos comprender el significado que tuvo la muerte de Jesús para sus apasionados seguidores. Ellos habían creído que su Maestro era la esperanza para este mundo, la salvación de Israel, la luz para los gentiles. Él era el sanador más grande, resucitando muertos, librando a los cautivos, predicando las buenas nuevas a los pobres. Él era la encarnación del nuevo reino que Él había predicado. Mientras meditaban en Sus palabras, “Consumado es,” ellos han deber pensado que Jesús quiso decir, “Concluido. Este es el final de la historia.” Frecuentemente, mientras los cristianos perseveran en las batallas de la vida, este es el mensaje que creen. Ellos no ven ninguna esperanza más allá de su difícil situación. Todo lo que ellos pueden ver es una piedra permanente que los separa de la esperanza. Ellos están viendo estas cosas del lado de la piedra. Si tan sólo ellos conocieran lo que Dios está haciendo por ellos desde el otro lado de la piedra. Tal vez la vida le ha puesto una difícil e imposible situación. Mientras usted lee esto se pregunta, “¿Está Dios obrando en mi circunstancia? ¿Es Jesús verdaderamente triunfante -en mí? ¿Puede Él salvarme de mi situación? Yo simplemente no veo una salida.” Yo le digo a usted, Dios está obrando en su vida en este preciso momento. La piedra ha sido movida. La luz está penetrando y su esperanza está a la puerta: ¡Jesús! Él ha triunfado sobre todas las potestades de las tinieblas y Su victoria es nuestra por fe. GARY WILKERSON

miércoles, 2 de mayo de 2012

NO ESTE CIEGO ANTE LA BENDICIÓN

Soy padre de cuatro hijos, todos los cuales están casados y tienen sus propios hijos. Cada vez que mis hijos se enfrentan a algún tipo de dificultad, yo no me enojo con ellos; por el contrario, estoy encantado cuando me llaman, y de la manera en que pueda ayudarles, ya sea con oración, consejo o bendiciones financieras, encuentro gran placer tendiéndoles la mano y bendiciéndoles. ¿Cuánto más nuestro Señor Jesús se deleita en bendecir a sus hijos en momentos de necesidad? Él nos dice: "Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que se lo pidan?" (Mateo 7:11). Usted puede buscar en todo el cuerpo de Cristo y ver a otros cristianos que parecen más talentosos y bendecidos. Algunos pueden memorizar y citar pasajes enteros de las Escrituras. Otros pueden predicar, enseñar o cantar para la gloria de Dios y Usted se dice a sí mismo: "¡Dios los ha bendecido mucho! Pero, ¡pobre de mí! Yo no soy lo suficientemente inteligente como para memorizar la Palabra de Dios, ni siquiera puedo recordar un sermón; no tengo los dones que mis hermanos y hermanas tienen para servir a Dios." Amado, Usted no sabe cuan bendecido es. ¿Es pobre de espíritu? ¿Es difícil para usted, incluso sonreír? ¿Usted se lamenta por no ver el crecimiento espiritual en su vida? ¿Sufre porque se siente inadecuado, excluido e innecesario? Jesús dice: "Bendito eres Tú, que no tienes nada de que estar orgulloso y de esa manera, ¡me puedes servir mejor! Porque ¡mi fuerza descansa en tu debilidad! Puedo usarte más fácilmente que a todos los demás." Jesús le dijo al apóstol Pablo: "Mi gracia es suficiente para ti, porque mi poder se perfecciona en la debilidad" (2 Corintios 12:9). ¡Qué bendición! Jesús nunca dijo: "Bienaventurados son los fuertes, los felices, los auto-suficientes o los poderosos." ¡No! Nuestro Señor bendijo a los débiles, los insultados, los perseguidos, los humillados, los que se consideran nada a los ojos de los demás. Él le está diciendo, "Tu sabes que tienes una gran necesidad de mí y por lo tanto, eres bendito". DAVID WILKERSON