martes, 17 de abril de 2012

LA SANGRE DE JESUS

La mayoría de los cristianos saben sobre la sangre que Jesús derramó por nosotros. Cuando Cristo levantó la copa en la última pascua, Él dijo: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.” (Lucas 22:20). Nosotros recordamos Su sacrificio cada vez que practicamos la santa cena. Pero para la mayoría de los cristianos, este es el límite de su conocimiento acerca de la sangre de Jesús. Nosotros solamente sabemos acerca de la sangre derramada mas no acerca de su esparcimiento. La primer referencia bíblica acerca de la sangre esparcida se encuentra en Éxodo 12:22. A los israelitas les fue encomendado que tomaran un manojo de hisopo (una planta purificadora), lo sumergieran en la sangre de un cordero muerto, y que la rociaran en el dintel y en los dos postes de la puerta de frontal. Esa noche, cuando el ángel de la muerte pasara y viera la sangre en la puerta, este pasaría de largo. Comprenda que mientras la sangre fuera dejada en el tazón ésta no tendría efecto alguno, sería solamente sangre derramada. ¡La sangre solamente tendría poder para salvar cuando ésta fuera sacada del tazón y fuera rociada! ¿Por qué los Israelitas no pudieron simplemente dejar el tazón con sangre en el umbral y decir, “No importa lo que hagamos con ésta. Después de todo, la sangre es sangre”? Supongamos que ellos hubieran puesto el tazón en una mesa cubierta de lino o en un pedestal justo en la parte interna de la puerta. Si ellos hubieran hecho esto, el ángel de la muerte hubiera entrado a ese hogar. La sangre necesitaba ser sacada del tazón y ser rociada en la puerta para cumplir con el propósito de protección. La sangre de Éxodo 12 se asemeja a la sangre de Cristo. La sangre que fluyó en el Calvario no fue desperdiciada -no cayó en el suelo y desapareció. No, la preciosa sangre fue recolectada por una fuente del cielo. Si Cristo es el Señor de su vida, entonces sus puertas han sido rociadas con Su sangre. Este rocío no es solamente para ser perdonado sino también para su protección contra todas las potestades de maldad de Satanás. La sangre de Jesús no ha sido guardada en un tazón sino ha sido derramada y rociada sobre su corazón. DAVID WILKERSON

lunes, 16 de abril de 2012

DIOS TIENE RECURSOS ILIMITADOS

Cuando su esposo falleció, una pobre viuda se enfrentó a una difícil situación con dos niños a quien cuidar. Incapaz de responder a sus obligaciones, ella fue amenazada por acreedores. Esta mujer se encontraba desesperada y apeló a Eliseo: “Una de las mujeres de los hijos de los profetas clamó a Eliseo diciendo: "—Tu siervo, mi marido, ha muerto, y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová. Pero el acreedor ha venido para llevarse a dos hijos míos como siervos.” (2 Reyes 4:1, RV1995). El hecho es que Dios utiliza nuestros dilemas para glorificar Su nombre. Por esta razón, nuestra propia historia con Dios puede conformarse a través del dolor y la demora. Uno de cada diez americanos está desempleado y los demás han tenido una reducción en su salario. En algunos hogares los dos esposos trabajan en dos empleos para no perder lo que poseen. Tal vez usted ha meditado sobre su propio dilema, “Si no encuentro una solución pronto, todo se acabará. Necesito un milagro para sólo sobrevivir.” Yo me imagino a esta viuda teniendo esos mismos pensamientos. Elíseo le preguntó: “—¿Qué puedo yo hacer por ti? Dime qué tienes en tu casa.” (4:2, RV1995). Él no le estaba pidiendo que vendiera sus pertenencias de valor para obtener dinero a cambio. Inclusive ella no tenía nada más de valor. En esencia, Elíseo le estaba diciendo, “Dios puede encontrarte justo donde estás. Si tienes fe, Él puede multiplicar hasta la más mínima cosa que tengas.” La viuda contestó, “Tu sierva no tiene ninguna cosa en la casa, sino una vasija de aceite.” Nosotros sabemos que en las Escrituras el aceite representa la bendición y la provisión de Dios. En este punto, Elíseo le dió una rara instrucción: “Sal y pide a tus vecinos que te presten sus vasijas; consigue todas las que puedas.” (4:3, NVI). Ella hizo lo que el profeta le dijo. Entonces Elíseo exclamó: “Luego entra en la casa con tus hijos y cierra la puerta. Echa aceite en todas las vasijas y, a medida que las llenes, ponlas aparte.” (4:4, NVI). Una vez más ella siguió las instrucciones de Elíseo. Ella derramó el aceite de su propia vasija en otra prestada. Lo mismo hizo con las demás vasijas prestadas. ¡Había aceite sin límite! Este es el punto: Cuando Dios nos dice que Él tiene el abasto que necesitamos, esto no significa una cantidad mínima. Dios tiene todo lo que necesitamos. Su habilidad para encontrarnos en nuestra necesidad es infinita. Gary Wilkerson

jueves, 12 de abril de 2012

ARREPENTIMIENTO NO ES SOLAMENTE PARA PECADORES

Entre más camino con Jesús más me convenzo de que el arrepentimiento no es solamente para pecadores sino también para los creyentes. No es simplemente una cosa que se realiza una sola vez, sino algo al que el pueblo de Dios es llamado a practicar hasta que Jesús regrese. Cada cristiano que mantiene una actitud de arrepentimiento trae a su vida una atención especial de parte de Dios. Incluso, el arrepentimiento abre algo que nada más puede hacer. Si nosotros caminamos frente al Señor con un corazón arrepentido, ¡seremos inundados de increíbles bendiciones! Un corazón arrepentido es suave, tierno, flexible, es fácilmente moldeable por el Espíritu Santo. Este responde a y actúa ante la corrección divina. La característica número uno de un corazón arrepentido es el estar listo para reconocer la culpa. Es el desear aceptar el haber hecho algo mal, y decir, “Yo soy, Señor. ¡Yo he pecado!” Si no se admite que se ha pecado, entonces no puede haber arrepentimiento: “La tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de lo cual no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.” (2 Corintios 7:10) Si usted no está dispuesto a reconocer que ha hecho algo mal, entonces usted está afirmando que no necesita arrepentimiento. Antes de que Pilato entregará a Jesús en manos de los sacerdotes y ancianos asesinos, él quería que el mundo supiera que no era su culpa. Él pidió una vasija con agua, sumergió sus manos en ella y se declaró a sí mismo inocente de la sangre de Cristo ante esta multitud iracunda: “Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: —Inocente soy yo de la sangre de este justo. Allá vosotros. (Mateo 27:24). Aquí la frase “Allá vosotros” significa, “Asegúrense de saber que mis manos están limpias. Yo no he hecho nada malo y estoy limpio de culpa.” Por supuesto que las manos de Pilato no estaban limpias. Él estaba a punto de entregar al Hijo de Dios a asesinos. Este tipo de pensamiento impide cualquier posibilidad de arrepentimiento. Si algún profeta se le hubiera acercado a Pilato al día siguiente predicando, “¡Arrepiéntete o perece!” el gobernante se hubiera aterrorizado. “¿Quién, yo?,” él hubiera preguntado. “Yo no he hecho nada malo. ¿Cómo puedo arrepentirme si no he pecado?” Juan escribe: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros... Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos a él mentiroso y su palabra no está en nosotros. (1 Juan 1:8, 10). DAVID WILKERSON

miércoles, 11 de abril de 2012

CRUZANDO EL JORDAN

Todos tenemos un llamado de parte del Señor. En algunas etapas de nuestras vidas, Él pone frente a nosotros un plan predeterminado que debemos cumplir. Dios promete que si actuamos en fe, Él permitirá que ese plan sea cumplido. Sin embargo, esto no es siempre fácil. Como todo aquel que ha caminado con Jesús por un tiempo largo sabe, el seguir su llamado significa que nosotros enfrentaremos obstáculos. Uno de los obstáculos más comunes es la voz escéptica. Conforme buscamos cruzar el río Jordán para llegar a la Tierra prometida, nosotros escucharemos todo tipo de voz diciéndonos no vayas. Josué escuchó esas voces mientras Dios lo incentivaba a que guiará a Israel a cruzar el Jordán. El cruzar llevaba consigo la promesa de la gloria futura de Dios por su pueblo en la tierra. Usted puede estar seguro de que por ningún motivo ellos pudieron cruzar sin haber escuchado las voces de escépticos tratando de disuadirlos. Nuestro Dios quiere destruir toda voz escéptica que pueda evitar que obedezcamos su dirección. Siempre cuando Él nos pide que tomemos un paso de fe, Él nos está guiando a “traspasar” hacia una medida de confianza en Él que nunca antes habíamos tenido. Cuando los sacerdotes cargaban el arca se enfrentaron al río rápido, fue entonces cuando Dios sobrenaturalmente dividió las aguas. Posteriormente, toda cosa malvada que los escépticos habían precedido fue transformada para el bienestar de la gente de Dios. Cuando el pueblo llegó a una gran ciudad fortificada ocupada por su enemigo, ellos marcharon alrededor y las murallas impenetrables cayeron. ¿Desea usted pararse frente al río? Dios puede estar diciendo, “Si tú solamente te comprometes a poner tu dedo en él, tú me verás dividir el agua por ti. Yo te cargaré para que cruces al otro lado. Yo ya he diseñado mis planes para contigo y haré que se cumplan.” Le exhorto a que confíe en que Dios lo guiará al cruzar el Jordán. Deje que Él calle la voz del escéptico. Su plan para con usted no fallará -¡Él es fiel! GARY WILKERSON

martes, 10 de abril de 2012

UNA VISION MAS CLARA DE CRISTO

El libro de Daniel menciona diversos beneficios para aquellos que tienen un corazón arrepentido. Inclusive, para todos aquellos que reconocen su pecado, Dios hace lo más milagroso. Uno de esos beneficios es una nueva y más clara visión de Jesús. Lea lo que sucedió después de la oración de arrepentimiento de Daniel en Daniel 9: “Alcé mis ojos y miré, y vi un varón vestido de lino y ceñida su cintura con oro de Ufaz. Su cuerpo era como de berilo, su rostro parecía un relámpago, sus ojos como antorchas de fuego, sus brazos y sus pies como de color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud. Sólo yo, Daniel, vi aquella visión. . . ." (Daniel 10:5-7). ¿A quién cree usted que Daniel vio en esa visión? ¡A Jesús! ¡Qué magnífico beneficio hizo el Espíritu Santo en Daniel cuando él confesó su pecado! ¡Le fue dada una clara visión de Cristo en toda su gloria! Por favor comprenda que Daniel no estaba orando por esta visión. Todo lo que él estaba haciendo era arrepentirse -confesando y lamentándose sobre su pecado. Jesús tomó dicho acto para revelarse a Daniel -Él tuvo la iniciativa. Usted ve cómo cuando nosotros nos arrepentimos y hacemos las cosas rectas con Dios y los demás, no tenemos que buscar una revelación. Jesús mismo nos la manifestará. Daniel tenía amigos que también eran santos pues él caminaba solamente junto a gente recta. Sin embargo, la Escritura nos dice que ninguno de ellos fue testigo de la visión que Daniel recibió: “No la vieron los hombres que estaban conmigo, sino que se apoderó de ellos un gran temor y huyeron y se escondieron. Quedé, pues, yo solo ante esta gran visión...”(Daniel 10: 7-8). Un corazón verdaderamente arrepentido nunca tiene que esconderse del Señor porque no existe más ningún temor de juicio. Si usted reconoce sus pecados con arrepentimiento santo y hace una restititución, usted puede ver confiadamente la cara del Maestro. Usted no tiene que temblar por temor a recibir la palabra fulminante de reprobación de parte de Dios porque usted verá a Cristo en Su gloria. DAVID WILKERSON

miércoles, 4 de abril de 2012

VINIENDO ANTE EL SEÑOR CON TRISTEZA

El Espíritu Santo me condujo al libro de Nehemías y mientras leía el capítulo 2, observé algo que nunca antes había visto. Este capítulo contiene una historia alentadora para todos aquellos que vienen ante el Señor con un corazón contrito. Nehemías era copero del rey Artajerjes. Él estaba encargado de degustar los vinos antes de que éstos fueran traídos a la mesa del rey para asegurarse de que éstos no estuvieran envenenados. Con el paso del tiempo, Nehemías llegó a ser un siervo de confianza del rey. Nehemías recibió un reporte de su hermano de que Jerusalén estaba en ruinas. La población se encontraba bajo gran desesperación y su condición empeoraba cada día. Esto quebrantó el corazón de Nehemías. Él amaba a Judá y a Jerusalén, y su pena empezaba a tomar control sobre él. Las Escrituras nos dicen que: “Sucedió... que estando ya el vino delante de él, tomé el vino y lo serví al rey. Y como yo no había estado antes triste en su presencia, me dijo el rey: —¿Por qué está triste tu rostro?, pues no estás enfermo. No es esto sino quebranto de corazón. Entonces tuve un gran temor.” (Nehemías2:1-2). Comprenda que la gente tenía prohibido venir ante la presencia del rey con tristeza, especialmente si eran empleados de la corte. Nehemías sabía que al tener un semblante lúgubre le podría costar su cabeza y tuvo mucho miedo. Cuando el rey vió la pena de Nehemías, él fue movido por compasión. Las Escrituras nos dicen que él le dió a su siervo la oportunidad de ausentarse. Y entonces, Nehemías recibió de parte del rey el deseo de su corazón - ¡permiso para ir a Jerusalén para reconstruir el templo y las murallas de la ciudad! He aquí mi punto: Si Nehemías pudo entrar a la presencia de un rey pagano con un rostro triste y obtener favor y bendiciones más allá de su imaginación, cuánto más el Rey Jesús mostrará compasión a cada uno de nosotros, sus hijos, durante momentos de tristeza. Él está ansioso por quitar nuestras cargas y suplir nuestras necesidades. DAVID WILKERSON

martes, 3 de abril de 2012

CARTA DE AMOR PARA UN FRACASADO

Mi amigo Eric tuvo una niñez muy difícil. Su padre continuamente le decía, “No eres bueno y nunca lograrás nada.” Mientras Eric crecía se introdujo en el mundo de las drogas. “Fui un adicto terrible,” Eric dice. “Yo combinaba todo tipo de sustancias que podrían haberme matado. Incluso yo era malo como adicto. Mi aguja se rompía o tenía poco dinero para satisfacer mi hábito. Me sentía como un fracaso total.” La vida de Eric se convirtió en un total desastre. Su adicción le hizo perder cada centavo que tenía, por lo que decidió robar una tienda para comprar más drogas - pero falló nuevamente. Él sacó un arma y gritó, “¡Todos contra la pared!” pero la tienda estaba tan llena de gente que ésta no podía caber toda en la pared. Confundido, Eric huyó. En desesperación, Eric eventualmente decidió dispararse a sí mismo con el arma que había utilizado para el robo. Sin embargo, él tiró el arma al piso y ésta se disparó sola, hiriéndose en el costado. Mientras Eric iba al hospital pensó, “Soy un fracasado miserable, ni siquiera puedo matarme a mí mismo.” Después de haber sido curado de su herida, Eric caminó por las calles en total desesperanza. En lo profundo de su ser, él estaba enojado con Dios y clamó, “¿Acaso estás tú aquí? ¿Tengo alguna razón para preservar mi vida?” Eric escuchó a una voz decir, “Te estoy enviando una carta de amor.” De alguna forma Eric supo que era la voz de Jesús. Mientras se encontraba sentado en la orilla de la acera, la corriente de agua proveniente de la lluvia pasaba por debajo de sus piernas, cuando de repente, él notó un pequeño folleto flotando. Lo recogió y vió que decía, “Hay esperanza para el drogadicto.” El folleto era publicado por un grupo llamado, Grupo de Alcance Victoria. Eric encontró la dirección del lugar, acudió a este y rindió su vida a Jesús. Pronto fue librado de su adicción. Él abandonó todo hábito -incluyendo su creencia de que estaba destinado al fracaso. Jesús hizo de Eric una nueva creatura en todos los sentidos. Este hombre joven había pensado que su vida había terminado -pero aún había empezado. Él había estado ciego a la vida- la vida de resurrección- que Jesús había planeado para él desde hace tiempo. “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.” (Jeremías 29:11, NVI). Gary Wilkerson