jueves, 31 de mayo de 2012

LA BENDICIÓN DE ABRAHAM

Pablo escribe: "Así que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham" (Gálatas 3:9). ¿Cuál es la bendición de Abraham? Santiago nos dice: "Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia" (Santiago 2:23). Abraham creyó que podía estar delante Dios, a pesar de que todavía estaba siendo santificado. Amados, la bendición de Abraham es el conocimiento de que somos justificados por la fe. "Que la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles por medio de Jesucristo, para que recibiéramos la promesa del Espíritu mediante la fe" (Gálatas 3:14). Esta bendición habla del conocimiento de que Jesús pagó con su sangre para borrar todos nuestros pecados. El Padre atribuye justicia de Jesús para nosotros y somos hechos justos a sus ojos, no tenemos que tratar de trabajar para ganar el favor de Dios; en cambio, hemos de confiar y creer en la obra terminada de Jesús en la cruz. A pesar de que todavía luchamos, tenemos derecho a permanecer con Él mientras continuamos con fe y arrepentimiento. David entendió esto y pudo disfrutar de la bendición de Abraham " David dice lo mismo cuando habla de la dicha de aquel a quien Dios le atribuye justicia sin la mediación de las obras: « ¡Dichosos aquellos a quienes se les perdonan las transgresiones y se les cubren los pecados! ¡Dichoso aquel cuyo pecado el Señor no tomará en cuenta!» (Romanos 4:6-8). Cuando somos bendecidos por Dios con la bendición de Abraham, nuestra fe comienza a expandirse; pronto vemos y creemos que el mismo Cristo que nos justifica nos da poder para vencer el pecado. Dios nos dice, "¡Vamos a trabajar en tu santidad y santificación, pero debes entender que, mientras tanto, estás seguro en mí. Tú eres mi hijo y yo también te guardaré de caer!" ¿Reposa ya la bendición de Abraham sobre Usted? Si ha aceptado plenamente la justicia de Cristo por fe, entonces Usted es bendito con los creyentes Abraham y David. De hecho, usted es una de las personas más bendecidas sobre la tierra. DAVID WILKERSON

martes, 29 de mayo de 2012

UNA VICTORIA DE ÚLTIMO MINUTO

El rey de Siria llevó a su ejército a Samaria para sitiarla (ver 2 Reyes 6:24). El ejército sirio detuvo estratégica mente todos los alimentos que iban para Samaria y pronto las condiciones eran desesperantes. La gente vendió todo lo que tenía para conseguir cualquier resto de comida. El rey de Samaria estaba horrorizado por lo que estaba aconteciendo, le echó toda la culpa a Elíseo y envió un mensajero para matarlo. Cuando llegó el mensajero, amigos de Elíseo le negaron la entrada a la casa del profeta. Durante el enfrentamiento el mensajero gritó a Elíseo: "El rey dijo: "Este desastre viene del Señor. ¿Por qué debería esperar en el Señor por más tiempo?'"(6:33, NVI). En pocas palabras, el rey no tenía fe. Estaba convencido de que Dios había abandonado a Samaria y que tenían que actuar por su cuenta. ¿Cuál fue la respuesta de Elíseo? "Oíd la palabra del Señor" (7:1). Este es un consejo sabio para cualquier cristiano frente a la crisis. Si su situación ha ido más allá de su control es necesario recordar la Palabra de Dios. Elíseo le dijo al mensajero: "Por este tiempo mañana, un seah [cinco cuartos] de harina se venderá a un siclo [media onza de plata] y dos medidas de cebada por un siclo en la puerta de Samaria" (7:1). En otras palabras: "¡No se rindan! El alimento vendrá en tal abundancia, que con una pequeña moneda van a comprar todo lo que puedan comer". El mensajero se burló con incredulidad: "Mira, incluso si el Señor abre las compuertas de los cielos, ¿como puede suceder esto?"(7:2). Él sabía que el rey de Samaria estaba dispuesto a rendirse. Pero Elíseo sabía que Dios ya estaba en movimiento en su favor y que deseaba convertir la incredulidad en fe. En ese momento, cuatro leprosos sentían morir de hambre en Samaria y se dijeron unos a otros, "¿Por qué sentarnos aquí y morir? Vamos a ir al campamento de los sirios para mendigar comida. O nos matan o tendrán piedad de nosotros." Al acercarse al campamento de los sirios, los leprosos se dieron cuenta que el enemigo había huido y había dejado atrás todas sus provisiones. Los leprosos disfrutaron de un banquete y después de estar satisfechos, corrieron a Samaria para decirle al rey. Increíblemente, el rey no les creyó. Pensó que era una trampa tendida para una emboscada pero la gente dentro de la ciudad se enteró y actuó en fe: "El pueblo salió y saqueó el campamento [de los sirios]" (7:16). ¡Piense en ello! El rey de Samaria estaba a un día de rendirse a su enemigo, sin embargo, Dios ya había ganado la victoria para él. Usted puede estar al borde de la derrota, pero Dios quiere cumplirle sus promesas. Manténgase en Su Palabra con fe. Gary Wilkerson

lunes, 28 de mayo de 2012

JESÚS TODAVÍA ORA POR NOSOTROS

Zacarías 3 describe a un sumo sacerdote llamado Josué parado delante del Señor y a Satanás a su mano derecha oponiéndosele. También presenta a un ángel, que debe ser Cristo porque los ángeles no juzgan. Josué representa acá a un hombre de verdad, no un tipo de Cristo. Él era el sumo sacerdote durante la época de Esdras y Nehemías. En Esdras 10:18 parece que Josué se había casado con una mujer pagana; en ese momento, la peor manera en que un Judío podría contaminarse era casándose con un gentil. "Y Josué estaba vestido de vestiduras viles, y estaba delante del ángel" (Zacarías 3:3). Josué estaba de pie ante el trono con sus vestiduras viles, y el diablo estaba a su lado acusándole. Satanás argumentó: "Este hombre ha roto Tu ley y ha pecado contra ti." Las acusaciones del diablo eran correctas: Josué había pecado y ahora Satanás reclamaba para sí a Josué. Amados, esto es exactamente lo que sucede con nosotros. Satanás se presenta ante el trono de la gracia acusándonos. Nos señala y dice: "Tú sabes todas las cosas, Dios, tu ves cuan comprometida está la vida de éste. Si eres justo, tienes que darme su alma." En Apocalipsis 12:10 a Satanás se le llama "el acusador de nuestros hermanos" y se presenta ante Dios en este momento para oponerse a usted y a mi, nos acusa de pecado. Es entonces cuando Jesús, nuestro Abogado, se levanta y dice: "Es cierto, Padre el ha fallado, pero hay fe en su corazón, fe en el poder de mi sangre que he pagado por cada pecado que ha cometido o cometerá alguna vez." Jesús entonces se vuelve a quien le espera ahí en frente y le dice: "Quita tus ropas sucias y pon mi manto de justicia sobre tus hombros." Jesús dijo a Satanás: "El Señor te reprenda, oh Satanás... ¿No es éste un tizón arrebatado del incendio?" (Zacarías 3: 2). ¡Qué cuadro! El diablo se vio obligado a salir con un sonido de reproche y Josué se marchó con un indulto, una prenda nueva y una corona de justicia en la cabeza. "Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo, el Justo" (1 Juan 2:1). Jesús ha estado en la gloria estos 2.000 años orando por nosotros y sigue orando por nosotros. DAVID WILKERSON

miércoles, 23 de mayo de 2012

TOTALMENTE PAGADO

Una vez al año, el sumo sacerdote entraba en el Lugar Santísimo para hacer expiación por los pecados de Israel. Después de su santificación – un buen baño (purificador)- llevaba en las manos la sangre de un becerro y un incensario de oro (o copa) sostenida por tres cadenas. Luego el sacerdote tomaba algunas brasas del altar, las ponía en el incensario, tomaba un puñado de incienso y entraba en el Lugar Santísimo. Dentro del Lugar Santísimo estaba el arca. En lo alto estaba el propiciatorio y en ambos lados había dos querubines de oro con sus alas extendidas por encima. El propiciatorio representaba la misma presencia de Dios, al Señor sentado en su trono. El sumo sacerdote tomaba un puñado de incienso y lo arrojaba al fuego en el incensario. De repente, un hermoso aroma llenaba el tabernáculo. El sacerdote agitaba el incensario delante del arca hasta que el propiciatorio era envuelto en una nube de incienso aromático, dulce. Amados, este es un ejemplo perfecto de lo que Jesús ha hecho por nosotros y lo que continúa haciendo ahora mismo. En primer lugar, significa la muerte y ascensión de Jesús al Padre celestial como nuestro Sumo Sacerdote. En segundo lugar, esta escena de la expiación significa aún más, el momento en que Jesús comenzó a orar por nosotros, intercediendo ante el Padre en nuestro favor. El trabajo inicial de la intercesión de Jesús fue el derramamiento de su sangre por cada “bono” y deuda que debíamos. Un bono es "una nota sellada de deuda u obligación que ata al deudor y sus herederos." El diablo, una vez lo reclamó a usted por cuanto “estabais muertos en vuestros delitos y pecados”. Debe haber una caverna en algún lugar de las entrañas del infierno que contiene una montaña de expedientes y registros de deudas, incluyendo la suya y la mía. Las notas dicen: "Usted tiene que pagar con su vida y el precio es la condenación eterna." Pero ¡a Jesús se le entregaron las llaves de la bóveda del infierno! Nuestro Sumo Sacerdote fue a lo más profundo del mismo lugar de los registros y abrió la bóveda. Empezó a hojear a través de los registros y sacó nuestras notas: todas las obligaciones, deudas y bonos de aquellos que creen en Él y que han de creer todavía. Jesús reunió todos esos registros y los llevó a la gloria. Allí, en presencia del Padre, Él roció su sangre sobre ellos, anunciando: "Estas deudas se pagan en su totalidad por mi propia sangre." DAVID WILKERSON

martes, 22 de mayo de 2012

NUESTRO SUMO SACERDOTE

Dios el Padre designó a Su Hijo para ser nuestro Sumo Sacerdote. Jesús está en la gloria ahora mismo - tanto como Hombre como Dios - de nuestra parte. Él está vestido con las vestiduras de sumo sacerdote y Él está ante el Padre intercediendo por nosotros, incluso mientras escribo. Sin duda, el Padre se complace en tener a su hijo a su diestra, sin embargo, la Biblia no dice, que Jesús ascendió por su Padre. Tampoco dice que ascendió a recuperar su gloria. No, la Escritura dice que Cristo ascendió al cielo en nuestro favor - como un Sumo Sacerdote: "Cristo... entró en el cielo... para presentarse ahora en la presencia de Dios por nosotros" (Hebreos 9:24). Juan tuvo una visión de Jesús en su ministerio como nuestro Sumo Sacerdote en la gloria. Él escribe que Jesús se apareció en medio de los siete candeleros (representación de su iglesia) ministrando entre ellos con un atuendo particular: "... vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro" (Apocalipsis 1: 13, NVI). En el Antiguo Testamento, Dios nos dio un sermón ilustrado del ministerio del sumo sacerdote (ver Éxodo 30). Todo lo que ilustró es el trabajo y ministerio de Jesús en la gloria. Entre el Lugar Santo y el Lugar Santísimo había un velo y justo antes de la entrada del lugar santísimo estaba un altar de oro de 90 cm de altura, 45 cm de ancho y 45 cm de largo. El incienso era puesto en el altar y se quemaba en todo momento. Al sumo sacerdote se le mandó a cuidar de las lámparas y los pábilos. Cada mañana, cuando entraba en el Lugar Santo para iluminarlo, él ponía incienso en el altar. El altar debía tener brasas de fuego siempre, así el fuego nunca se apagaba; el incienso en la Biblia representa la oración y el incienso siempre encendido en el altar. En el Lugar Santo representa las oraciones de Jesús mientras estuvo en la tierra. No hubo un día en su vida que Jesús no orara por sus discípulos. "Le he dado a ellos las palabras que me diste.... Yo ruego por ellos.... guárdalos en tu nombre aquellos que me diste" (Juan 17:8-11). Jesús oró constantemente - en la mañana y por la noche; de hecho, Jesús dijo que Él no hizo nada sin escuchar primero a su Padre - en oración. DAVID WILKERSON

miércoles, 16 de mayo de 2012

DIOS PERMITE A LOS DÉBILES ESTAR POR ENCIMA DE TODAS LAS PROBABILIDADES

La poderosa nación de Siria iba a atacar a Israel, pero Dios le reveló a Elíseo cada movimiento que Siria estaba a punto de hacer. Debido a esto, el profeta fue capaz de advertir el ejército de Israel y mantenerlo fuera de peligro. El ejército sirio se componía de poderosos batallones, inmensos carruajes y las mejores armas del momento; sin embargo, fue frustrado en cada movimiento debido a Elíseo, esto enfureció al rey de Siria quien, finalmente, renunció a sus ataques contra Israel y volvió todo su ejército sobre Elíseo: "—Pues entonces averigüen dónde está —ordenó el rey—, para que mande a capturarlo." (2 Reyes 6:13, NVI). Elíseo se estaba quedando en Dotan. El rey de Siria envió "...un destacamento grande, con caballos y carros de combate. Llegaron de noche y cercaron la ciudad." (6:14). A la mañana siguiente, el siervo de Elíseo se despertó y presa del pánico al ver las fuerzas enemigas, gritó a Elíseo: "¡Oh, mi señor, ¿qué haremos?" Como el siervo de Elíseo, ¿Sintió Usted alguna vez pánico? "¡No hay manera de salir de este problema, es muy grande! ¿Qué puedo hacer?" En esos momentos, nuestras oraciones se pueden convertir en sesiones de preocupación llenas de ansiedad; nos decimos, "No hay manera en que Dios me puede sacar de esto". Elíseo respondió a su criado: "No tengas miedo.... Los que están con nosotros son más que los que están con ellos" (6:16). Elíseo oró por su siervo diciendo: "Señor, abre sus ojos para que vea" (6:17). De repente, el siervo de Elíseo vio lo que era invisible a simple vista: "Él miró y vio que el monte estaba lleno de caballos y carros de fuego alrededor de Elíseo" (6:17). Ahora mismo, en su crisis, las probabilidades en contra suya pueden ser de 10.000 a 1. Sin embargo, como muestra la historia de Elíseo, 10.000 es un número escaso si se compara con el número infinito de ángeles al servicio de Dios. Usted puede sentirse abrumado y superado en número pero Dios nunca pierde, Él nunca se retira y nunca negocia. Él está con Usted en medio de su batalla para librarle de forma sobrenatural. Usted puede preguntar como lo hizo el siervo de Elíseo, "¿Qué haré?" En la historia de Elíseo Dios ya le ha contestado: "Confía en el Señor" Cuando todo lo demás parece fallar, cuando siente que no hay esperanza y que está a punto de caer en la derrota, Dios entra y lo transforma todo. Aquí está el resultado final: "Los sirios dejaron de incursionar en territorio de Israel" (2 Reyes 6:23). Fue una nueva lección para levantar la fe de Israel. Elíseo estaba mostrando al pueblo de Dios que "Contar con el Señor de tu lado es mejor que tener el ejército más poderoso del mundo. ¡Confía en Él!" GARY WILKERSON

martes, 15 de mayo de 2012

NUESTRO MISERICORDIOSO SUMO SACERDOTE

Amado, no importa lo que usted esté pasando. Jesús ha estado en sus zapatos y eso lo hace a Él un sumo sacerdote misericordioso. Usted no tiene que decirle a Él acerca de todo su dolor. Jesús conoce su sufrimiento pues Él mismo lo ha padecido. “No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.” (Hebreos 4:15). Hablemos acerca de un preciado hombre que se encuentra preocupado pues ha caído en gran tentación. Él ha pecado gravemente en contra de Dios y siente que su corazón se está enfriando. Este hombre piensa, “¡No puedo lograrlo! Soy demasiado inconsistente y Satanás está echando todo el infierno sobre mí. He sido dominado por mi tentación en muchas ocasiones, pero aún amo a Jesús. ¡Señor, yo quiero ser libre y limpio!” Este hombre está agotado, sin esperanza, y el diablo se para a su lado acusándolo: “Dios, él ha caído en pecado. Él no puede resistir la tentación. Su manto está manchado, sucio.” Pero el Abogado entra en escena y se coloca entre el hombre y el acusador, y dice: “Padre, yo conozco lo que este hombre está padeciendo. El diablo también me condujo por el desierto y me tentó severamente. Yo fui tentado a blasfemar, a caer y a adorar a Satanás. Yo conozco esta tentación así como el corazón de este hombre. Existe una chispa de fe todavía en él, una pizca de amor por mí.” “Padre, ve a este hombre como justo por mi sangre. Libéralo del poder de las tinieblas y del malvado. Yo quiero que él sea acepto, perdonado, restaurado, y que le sea dado poder de lo alto para resistir al diablo. Yo clamo por su liberación.” Al siguiente día, este hombre toma su Biblia y lee una verdad poderosa que nunca antes había visto. Él se postra en sus rodillas y Dios viene a él para liberarlo -porque el sumo sacerdote ha orado. DAVID WILKERSON

lunes, 14 de mayo de 2012

NUESTRO GRAN CONSUELO

Para Jesús fue necesario tener naturaleza humana para poder experimentar todo lo que acontece en la tierra -rechazo, dolor, pena, tentación. Aunque Él fue Dios hecho carne, Él resistió toda experiencia humana no como Dios sino como un hombre con todas sus flaquezas. Eso le permitió a Jesús, nuestro sumo sacerdote, orar por nosotros con tremenda compasión: “Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados. (Hebreos 2:18). Hablemos sobre una querida hermana que está sufriendo. Ella ama a Jesús pero se siente sin esperanza, cabizbaja, rechazada. Ella piensa, “He sido profundamente herida y no tengo a nadie con quien hablar que me comprenda.” En algunas ocasiones ella se pregunta si Dios puede perdonarla al tener una fe tan débil. Ella está a punto de darse por vencida. Satanás se para a su lado para acusarle, “¡Mírala! Ella no tiene fe alguna. ¿Qué clase de cristiana es esta, Dios?” Jesús ve su dolor y siente su pena. Él sabe que su fe es débil, que ella está a punto de darse por vencida así que Él se presenta en su nombre ante el Padre y empieza a interceder: “Padre, yo sé lo que ella siente pues he estado en su lugar. Yo fui rechazado en mi propia carne y sangre. Fui burlado por la multitud religiosa. Soldados me golpearon y colocaron espinas sobre mi cabeza. Yo incluso clamé. '¿Por qué me has abandonado?' Padre, yo me identifico con esa mujer. He lavado sus pecados. Sé que ella aún tiene amor por mí.” Aquí es donde las oraciones de Jesús por nosotros tienen efecto: “Padre, pido para que ella sea perdonada por su decepción, y para que le sea dada desde lo alto una nueva porción de gracia. Permite que el Espíritu Santo venga sobre ella con un nuevo aliento, estímulo, y que le sea dado un espíritu de paz y descanso. ¡Ella es mía, Padre, y Satanás no puede tenerla!” De repente, de la nada, la mujer se siente con nuevo aliento. Gracia le ha sido dada a través de las oraciones de nuestro sumo sacerdote. Él es conmovido por nuestros sentimientos de dolencia y Él actúa en misericordia. DAVID WILKERSON

jueves, 10 de mayo de 2012

LA ORACION DE JESUS

Juan 17 habla sobre la oración de Jesús por sus discípulos y por su pueblo, por aquellos que lo siguieron y que creyeron en Él. Jesús no solamente oró por sus seguidores sino también, “...por los que han de creer en mí por la palabra de ellos (los discípulos)”(versículo 20). ¡Qué verdad tan poderosa! La frase de Jesús, “...por los que han de creer en mí” lo incluye a usted y a mí. Jesús estaba orando por nosotros cuando Él caminaba por esta tierra. Cientos de años atrás nosotros estábamos en su mente. Él inclusive grabó esta oración en su Palabra sabiendo que nosotros la leeríamos. Jesús quiere que nosotros sepamos que Él estaba intercediendo por nosotros ante el Padre. Amado, esta oración que Jesús hizo por nosotros no se dispersó en el viento. Dicha oración ha estado presente en el altar de Dios todo el tiempo y Dios ha aceptado la oración de su hijo por cada uno de nosotros. Nuestra salvación es el resultado de las oraciones de Jesús. Nosotros estamos hoy en Él porque Dios respondió su oración por nosotros. “Pero éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable. Por eso puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.” (Hebreos 7:24-25). Ahora mismo Jesús está orando por transgresores que aún no se han vuelto a Él. La Escritura dice que Él puede salvar a lo sumo -es decir “hasta el fin del tiempo” - a todo aquel que viene a Él. Durante mis años de ministerio yo he visto a drogadictos y alcohólicos salvos de manera gloriosa. En cada circunstancia yo pensaba, “este individuo seguramente tuvo a una mamá orando o a una abuela intercediendo en el pasado. Dios está contestando las oraciones de esos santos guerreros.” Ahora yo observo algo mejor, algo más poderoso y efectivo. No fue solamente la oración de una mamá o de un abuelo la que los hizo creer. Jesús estaba orando por ellos. “Yo ruego por ellos... sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos (los discípulos).” (Juan 17:9, 20). Si usted ha estado huyendo del Señor, usted nunca podrá huir de sus oraciones. El Padre le contesta a su hijo y todo el que se resiste a Él está endureciendo sus corazones a las oraciones de Cristo quien oró por ellos en la tierra y quien aún sigue orando. DAVID WILKERSON

miércoles, 9 de mayo de 2012

ACERCANDOSE A EL

La característica más poderosa de una fe verdadera y salvadora es un deseo por estar más cerca de Él. “Asimismo, Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu” (1 Pedro 3:18). ¿Por qué Jesús sufrió y murió? ¿Por qué Él proveyó justificación para nosotros? ¿Por qué Su perfecta justicia nos es dada a nosotros? Esta es para acercarnos a Dios. Todo esto se trata acerca de tener intimidad, comunión con el Padre. Cuando Adán pecó, él perdió la cosa más preciada que cualquier hombre o mujer pudo poseer: intimidad con Dios. El pecado alejó a Adán del Padre e incluso hizo que este se ocultara de Su presencia. Desde ese entonces, cuando un hombre peca su tendencia es huir y esconderse, tal como Adán lo hizo. La razón por la que Dios odia el pecado es porque nos roba su comunión con Él. Dios nos creó para que tuviéramos intimidad con Él, y al anhelar tener comunión con nosotros, Dios envió a Su propio Hijo a morir en la cruz, para justificarnos y romper el velo que bloqueaba el tener intimidad con Él. El poder de la justificación es que trajo de nuevo el propósito original de Dios de crear al hombre para que tuviera comunión con el Padre. El mundo actual está lleno de maldad, calumnias, mentiras satánicas, seducciones, culpa, temor, condenación -todo diseñado por Satanás para hacernos sentir indignos para entrar en la presencia de Dios. El diablo nos mantendría ocultos como lo hizo con Adán -para evitarnos tener intimidad con Dios. Nosotros hemos sido librados de todo esto. Nosotros tenemos el derecho de estar en la presencia de Dios -una invitación a Su trono - porque nos presentamos delante de Él con justicia perfecta. Dios nos invita a su trono de gracia porque Él nos acepta como santos en Cristo. Nuestro pecado está bajo la sangre, olvidado, y ahora nosotros tenemos derecho dentro de Su santidad. Amado, Jesús no murió solamente para llevarlo al paraíso. Él murió para que cada día usted pudiera vivir en hermosa y cercana comunión con el Padre. DAVID WILKERSON

martes, 8 de mayo de 2012

DEJE DE CONFIAR EN USTED MISMO

Pablo no habló de tener fe hasta que perdió toda su confianza en su carne. Él tomó toda su educación, su confianza en sí mismo, sus habilidades y sus doctrinas, y las selló y e hizo a un lado. Él habló de fe después de haber dicho, “No puedo confiar en mi carne.” Esta verdad también se aplica a nosotros. Antes de que alguien sea capaz de andar bajo una fe verdadera, este tendrá primero que darse cuenta de cuan perdido y desesperanzado es. Nosotros no tenemos una fe que salva hasta que llegamos al límite de creer que alguien o algo más allá de Jesús puede salvarnos. Una fe salvadora y justifadora involucra someter nuestra vida a Jesucristo con todo nuestro corazón. Esto incluye un arrepentimiento que dice, “Jesús, yo no tengo nada que ofrecer. ¡Vengo a someterme a tu señorío!” En Romanos 10:9, Pablo describe a la fe salvadora como el momento en que creemos con todo nuestro corazón y confesamos con nuestra boca. Él está diciendo que la fe es más que un mero consentimiento mental. Por el contrario, es someter toda su vida a Él - con todo su corazón. En Hechos 8:37, Felipe le dijo al eunuco, "Si crees de todo corazón...” y el eunuco respondió: “Creo...” Esto no fue un “sí” mental a Jesús -él realmente creyó con todo su corazón y fue salvo. En contraste, Simón creyó en la prédica de Pablo. Sin embargo él solamente tuvo una fe temporal porque su corazón no estaba involucrado. Inclusive, multitudes en los tiempos de Jesús creyeron temporalmente en Su nombre, por tanto Jesús no se fiaba de ellos porque sabía que sus corazones no estaban siendo entregados (ver Juan 2:23-24). Entonces usted se pregunta, ¿quién verdaderamente es justificado por fe? Aquél que sabe que está perdido, desamparado y que ha intentado todo pero ha fallado. Ahora él entrega toda su vida en las manos del Señor -con todo su corazón, mente, alma y fuerza. Él clama, “¡Señor, soy tuyo! Tú eres mi única esperanza.” Y ¡él es salvo! DAVID WILKERSON

lunes, 7 de mayo de 2012

GRACIA VERDADERA

Permítase ,presentarte el corazón del mensaje de la gracia verdadera: ¡No es un evangelio permisivo sino uno que enseña santidad! “La gracia de Dios se ha manifestado para salvación a toda la humanidad, y nos enseña que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, mientras aguardamos la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.” (Tito 2:11-13). De acuerdo con Pablo, nosotros no estamos caminando bajo la gracia hasta que hemos roto con las corrupciones del mundo. Nosotros no conocemos la gracia de Dios a menos de que andemos bajo el poder del Espíritu Santo para vivir vidas santas y rectas, y esperando a la venida del Señor en todo momento. Muchos cristianos quieren perdón, y nada más. Ellos no quieren ser librados del mundo presente porque ellos lo aman. Ellos están atados a sus pecados, no quieren renunciar a los placeres de esta tierra. Así que se agarran de la doctrina que dice, “Yo puedo vivir como me plazca - mientras diga que yo creo.” Ellos no quieren escuchar sobre obediencia, arrepentimiento, auto negación, recoger su cruz, tomar el yugo de Cristo. Ellos simplemente quieren una excusa para el día del Juicio -para tener todas sus iniquidades cubiertas. ¡Ellos esperan que Jesús abra las puertas perladas, ponga sus brazos a su alrededor y los conduzca hacia las calles de oro donde les tiene una mansión reservada a pesar de que ellos nunca rompieron con el espíritu de este mundo! Pablo escribe, "No os conforméis a este mundo, sino transformados por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Romanos 12:2). ¡Debemos romper con este mundo por completo y estar únicamente conformados a Cristo! Jesús nos justifica a través de la fe con un propósito: Este es el darnos el poder para resistir al diablo y vencer a este mundo. “[Jesucristo] el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre...” (Gálatas 1:4). DAVID WILKERSON

viernes, 4 de mayo de 2012

EN CRISTO

Yo creo que la justificación por fe es la verdad central, el fundamento del cristianismo. Usted no puede experimentar el verdadero descanso y la verdadera la paz hasta que se convence de que nunca podrá presentarse como recto ante los ojos de Dios por sus propias obras de justicia. Si usted no comprende que la justicia perfecta de Cristo es nuestra por fe, usted llevará una vida de mucho esfuerzo y sudor. Usted pasará sus días tratando de agradar a Dios a través de actos legalistas y sin esperanza con el objeto de conseguir su propia justicia. Pero la verdad es que ¡usted nunca obtendrá ninguna rectitud que presentar ante el Señor! Sin duda usted está familiarizado con el pasaje de Isaías en el que se habla de que todas nuestras justicias son como trapos de inmundicia ante los ojos de Dios (ver Isaías 64:6). Esto no significa que Dios menosprecia las buenas obras - para nada. Nosotros debemos de hacer buenas obras, pero si usted piensa que éstas le dan mérito a su salvación, que éstas le permiten presentarse como santo ante Dios, entonces ¡dichas obras son trapos inmundos! Usted puede sentirse bien por las buenas obras que usted realiza e incluso disfruta el momento de victoria cuando resiste la tentación. Usted se siente recto, y piensa que el Señor le ha dado su favor. Sin embargo, al día siguiente, usted falla. Usted cae en pecado y de repente pierde todo su gozo. Usted piensa que el Señor está enojado con usted y se pregunta si ha perdido su salvación. Es una montaña rusa de emociones que suben y bajan, que están calientes y después frías, es un ir y venir entre pecado y confesión - dependiendo de qué tan bien o mal usted se ha portado en cierto día. ¡Es una vida de miseria porque usted está tratando de agradar a Dios en su carne! Amado, ninguna justicia de la carne podrá ser presentada delante de Dios. Incluso, la mejor gente entre nosotros, la más moral, los más santos han caído de la gloria de Dios. Ninguno de nosotros jamás ha sido aceptado ante los ojos del Padre por nuestras buenas obras. ¡Nosotros solamente somos aceptos por Él por estar en Cristo! “...porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” (Gálatas 3:28). Cuando nosotros nos volteamos a Jesús con una fe que salva, que deja a un lado el yo, entonces nosotros llegamos a ser uno con Cristo. Estar “en Cristo” significa que Dios nos da el crédito de justicia de Jesús. ¡Todos nuestros pecados son lavados por Su obra, no por la nuestra! DAVID WILKERSON

jueves, 3 de mayo de 2012

DEL OTRO LADO DE LA PIEDRA

“José tomó el cuerpo... y lo puso en un sepulcro nuevo de su propiedad que había cavado en la roca. Luego hizo rodar una piedra grande a la entrada del sepulcro, y se fue.” (Mateo 27:59–60, NVI). Jesús había sido crucificado y ahora se encontraba en un sepulcro. Al haber una piedra de gran tamaño cubriendo la entrada a la tumba, la gente tenía la sensación de que todo había concluido. Las Escrituras dicen que un grupo de mujeres, incluyendo a María Magdalena, se encontraban sentadas del otro lado del sepulcro. Aquellas mujeres debieron haber estado con el corazón roto. Casi puedo escuchar sus voces llenas de desesperanza: “¿Qué sucederá ahora que Jesús ha partido? ¿Cómo podemos seguir adelante?” Hoy conocemos el final de la historia. Sabemos que cuando Jesús dijo en la cruz, “Consumado es, ” Él había conquistado el pecado. Sabemos que con su resurrección Él conquistó a la muerte. Y sabemos que Él hizo todo esto por nosotros. Pero, ¿qué sucede si nosotros no conociéramos el final de la historia como aquellas mujeres en el sepulcro? ¿Qué estaban pensando los once discípulos mientras se escondían lejos y encerrados con llave (ver Juan 20:19)? Yo no creo que podamos comprender el significado que tuvo la muerte de Jesús para sus apasionados seguidores. Ellos habían creído que su Maestro era la esperanza para este mundo, la salvación de Israel, la luz para los gentiles. Él era el sanador más grande, resucitando muertos, librando a los cautivos, predicando las buenas nuevas a los pobres. Él era la encarnación del nuevo reino que Él había predicado. Mientras meditaban en Sus palabras, “Consumado es,” ellos han deber pensado que Jesús quiso decir, “Concluido. Este es el final de la historia.” Frecuentemente, mientras los cristianos perseveran en las batallas de la vida, este es el mensaje que creen. Ellos no ven ninguna esperanza más allá de su difícil situación. Todo lo que ellos pueden ver es una piedra permanente que los separa de la esperanza. Ellos están viendo estas cosas del lado de la piedra. Si tan sólo ellos conocieran lo que Dios está haciendo por ellos desde el otro lado de la piedra. Tal vez la vida le ha puesto una difícil e imposible situación. Mientras usted lee esto se pregunta, “¿Está Dios obrando en mi circunstancia? ¿Es Jesús verdaderamente triunfante -en mí? ¿Puede Él salvarme de mi situación? Yo simplemente no veo una salida.” Yo le digo a usted, Dios está obrando en su vida en este preciso momento. La piedra ha sido movida. La luz está penetrando y su esperanza está a la puerta: ¡Jesús! Él ha triunfado sobre todas las potestades de las tinieblas y Su victoria es nuestra por fe. GARY WILKERSON

miércoles, 2 de mayo de 2012

NO ESTE CIEGO ANTE LA BENDICIÓN

Soy padre de cuatro hijos, todos los cuales están casados y tienen sus propios hijos. Cada vez que mis hijos se enfrentan a algún tipo de dificultad, yo no me enojo con ellos; por el contrario, estoy encantado cuando me llaman, y de la manera en que pueda ayudarles, ya sea con oración, consejo o bendiciones financieras, encuentro gran placer tendiéndoles la mano y bendiciéndoles. ¿Cuánto más nuestro Señor Jesús se deleita en bendecir a sus hijos en momentos de necesidad? Él nos dice: "Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que se lo pidan?" (Mateo 7:11). Usted puede buscar en todo el cuerpo de Cristo y ver a otros cristianos que parecen más talentosos y bendecidos. Algunos pueden memorizar y citar pasajes enteros de las Escrituras. Otros pueden predicar, enseñar o cantar para la gloria de Dios y Usted se dice a sí mismo: "¡Dios los ha bendecido mucho! Pero, ¡pobre de mí! Yo no soy lo suficientemente inteligente como para memorizar la Palabra de Dios, ni siquiera puedo recordar un sermón; no tengo los dones que mis hermanos y hermanas tienen para servir a Dios." Amado, Usted no sabe cuan bendecido es. ¿Es pobre de espíritu? ¿Es difícil para usted, incluso sonreír? ¿Usted se lamenta por no ver el crecimiento espiritual en su vida? ¿Sufre porque se siente inadecuado, excluido e innecesario? Jesús dice: "Bendito eres Tú, que no tienes nada de que estar orgulloso y de esa manera, ¡me puedes servir mejor! Porque ¡mi fuerza descansa en tu debilidad! Puedo usarte más fácilmente que a todos los demás." Jesús le dijo al apóstol Pablo: "Mi gracia es suficiente para ti, porque mi poder se perfecciona en la debilidad" (2 Corintios 12:9). ¡Qué bendición! Jesús nunca dijo: "Bienaventurados son los fuertes, los felices, los auto-suficientes o los poderosos." ¡No! Nuestro Señor bendijo a los débiles, los insultados, los perseguidos, los humillados, los que se consideran nada a los ojos de los demás. Él le está diciendo, "Tu sabes que tienes una gran necesidad de mí y por lo tanto, eres bendito". DAVID WILKERSON